Diferendo indo-paquistaní: La sangre no llegará al río

Diferendo indo-paquistaní: La sangre no llegará al río
Fecha de publicación: 
8 Marzo 2019
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Las serias circunstancias que han puesto otra vez en ascuas las relaciones entre la India y Paquistán por la posesión de Cachemira han encontrado por suerte cabezas frías dentro de las llamadas de ciertos elementos de ambos lados para subir la tensión, en busca de una venganza que solo podría traer graves consecuencias.

No hace mucho comentábamos el inicio del más reciente encontronazo entre ambas naciones, incoadas por el atentado terrorista que dejó muerto a 45 policías indios, lo cual fue respondido con un fuerte ataque aéreo de la India contra la parte paquistaní de la región.

Ello, por supuesto, provocó la consiguiente alarma de naciones vecinas, e incluso Rusia llamó a la serenidad, aduciendo que ambos son países con poder nuclear, que solo conseguirían destrucciones mutuas y, lo más probable, la alegría de enemigos comunes.

Encuentros aéreos fueron saldados con el derribo de dos aviones paquistaníes F-46, de fabricación norteamericana, y un Mig-21indio, construido en Rusia, cuyo piloto fue devuelto sano y salvo a las autoridades de Nueva Delhi.

Estas adujeron que la aviación india solo bombardeó enclaves ocupados por terroristas que no han dejado de realizar sabotajes y múltiples crímenes, sin que Islamabad lo impida.

A su vez, Paquistán ha asegurado que está tomando todas las precauciones para que actos como el realizado contra los policías indios no se repitan y ha ilegalizado varias células dedicadas al poco loable fin, que, generalmente, encuentra víctimas civiles y fuera del contexto bélico.

Tal como aseguramos en un reciente comentario en este portal, Gobierno promisorio, Paquistán cuenta en estos momentos con una dirigencia fuera de lo común, más cercana al pueblo, e incluso el primer ministro, Imran Khan, excampeón mundial de cricket, está tomando providencias que nunca antes algún mandatario de ese país se hubiera atrevido a hacer, enfrentando fuerzas internas dentro de la seguridad local que han coadyuvado a elevar las tensiones entre ambas naciones.

Un buen mensaje

Khan ha exhortado a un diálogo con la India en medio de las tensiones, con un mensaje poco común y sensato:

"Mi pregunta al gobierno indio es: teniendo en cuenta qué tipo de armas tienen ustedes y nosotros, ¿podemos permitirnos errores? ¿A dónde llevará esta tensión? Se saldrá de las manos: las mías o las del primer ministro indio, Narendra Modi. Una vez más, los invito a sentarse en la mesa de negociaciones. Permítanme reiterar que debe prevalecer el sentido común. Debemos resolver nuestros problemas a través del diálogo".

Además, recordó que la noche del 26 de febrero, un avión militar indio atacó las instalaciones de la parte paquistaní de Cachemira, lo que el gobierno indio calificó más tarde como un paso "absolutamente necesario".

Según el primer ministro paquistaní, Islamabad advirtió que "la agresión militar de la India no quedará sin respuesta".

"No tomamos ninguna medida, porque no sabíamos la gravedad de los daños que nos causaron. Lo contrario, sería una irresponsabilidad de nuestra parte. Por lo tanto, estábamos esperando. No queríamos que la India sufriera pérdidas", aseguró Khan.

Agregó que su objetivo era "solo mostrar: si pueden invadir nuestro espacio aéreo, pues nosotros también podemos".

Por su parte, la Cancillería india afirma que aviones paquistaníes intentaron atacar este 27 de febrero las instalaciones militares de la India, pero las fuerzas indias lograron frustrar la ofensiva.

Anteriormente, la India bombardeó en la madrugada del 26 de febrero las bases del grupo terrorista Jaish-e-Mohammed (JeM) en el territorio de Paquistán, entre ellas un campo de entrenamiento en Balakot, matando supuestamente a un gran número de yihadistas, de 200 a 350, según diversos medios indios.

Nueva Delhi calificó la incursión en el espacio aéreo paquistaní de "acción no militar preventiva" y "absolutamente necesaria", porque, asegura, había datos fiables de que JeM, tras reclamar el ataque del 14 de febrero a un convoy policial en la Cachemira india, preparaba nuevos atentados suicidas en varias partes de la India.

Por su parte, Paquistán aseguró que su Fuerza Aérea ahuyentó a los intrusos, que lanzaron sus municiones sin causar víctimas ni daños, pero se reservó el derecho a responder a la violación de la Línea de Control en Cachemira en el momento y el lugar que estime convenientes.

Y mientras llovían acusaciones mutuas, aunque sin un ánimo realmente para irlos elevando de gravedad, tenía lugar una interesante visita de la canciller india, Sisma Sara, a China, donde subrayó que las acciones de la India en Cachemira no fueron un ataque militar y estaban dirigidas contra terroristas y no contra civiles.

"Antes de realizar un ataque aéreo determinamos la ubicación de los terroristas para evitar la muerte de personas inocentes; no fueron acciones militares, sino una operación para prevenir un posible nuevo ataque terrorista contra la India", dijo en una reunión del Consejo de Ministros de Exteriores en el formato Rusia-India-China.

"Estos ataques nos recuerdan inexorablemente que todos los países deben unirse para demostrar tolerancia cero con el terrorismo y tomar medidas comunes para combatirlo", subrayó.

A su vez, el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, declaró que China tomó en consideración la postura de la India sobre el incidente en Cachemira, y destacó que “la India no quiere una mayor escalada de la situación".

Si hemos sido más narrativo que en otra ocasión, es porque en toda esta cuestión hay que destacar que la prensa y medios de derecha han estado azuzando a la India para que “castigue a Paquistán”, pero la actitud más reciente de ambos gobiernos indican que ello no sucederá y han aceptado un llamado de fuerzas amigas para que disminuyan la tensión y traten los problemas mediante el diálogo.

En Jammu y Cachemira, el único estado indio en el que los musulmanes representan mayoría, operan grupos separatistas que abogan por la independencia o la unión con Paquistán, entre ellos Jaish-e-Mohammed.

Nueva Delhi acusa a Islamabad de patrocinar estas milicias, pero los paquistaníes niegan su implicación en los ataques.

Origen del conflicto

El subcontinente indio, que hoy en día se divide en Paquistán, India y Bangladesh, fue colonizado por el Reino Unido durante la primera mitad del siglo XIX y su población nunca fue heterogénea desde los puntos de vista étnico ni religioso: en las áreas del centro y del sur la mayoría de los habitantes eran hindúes, mientras en el norte predominaba el Islam.

En 1947, el Gobierno británico terminó su dominio presionado por los movimientos de liberación locales, y el territorio se repartió en dos estados, India y Paquistán, conforme a la religión predominante en sus provincias y el deseo de los marajás locales.

Después, se produjeron migraciones de un país a otro y una ola de violencia que terminó con cerca de un millón de vidas. Desde entonces, ambas partes protagonizaron tres guerras y varios conflictos. Con excepción de la contienda de 1971, que terminó con la liberación de Bangladesh, todas las disputas se centraron en Cachemira.

Todo fue fruto de la decisión de Hari Singh, último marajá de ese vasto territorio, que despreció los resultados de un plebiscito y se unió con la India. La primera guerra indo-paquistaní (1947-1949) terminó con una división y el establecimiento de una línea fronteriza “de facto” que, con cambios menores, se ha conservado hasta hoy en día.

La más reciente vez que la India y Paquistán estuvieron al borde de la guerra tuvo lugar en el 2002, cuando movilizaron 500 000 y 300 000 militares, respectivamente.

De manera recurrente, ambos países se acusan de violar la frontera. En la parte india de Cachemira funcionan varios grupos terroristas, que Nueva Delhi afirma se basan en territorio paquistaní.

La popularidad de la población musulmana en esa región se volvió a mostrar durante las protestas masivas del 2016 y el 2017, que comenzaron tras el asesinato de Burhan Wani, líder del grupo armado extremista Hizbul Mujahideen (Partido de los Guerreros Santos) y derivaron en enfrentamientos violentos con el Ejército de la India.

Otros movimientos islamistas similares son Lashkar-e-Toiba (Ejército de los Puros) y Jaish-e-Mohammed (Ejército de Mahoma). El último se responsabilizó del ataque suicida contra un convoy policial indio el pasado 14 de febrero, en el que murieron 44 personas.

En respuesta a ese atentado, India lanzó un bombardeo contra la presunta base de este grupo. A su vez, el primer ministro, Imran Khan, aseguró a Nueva Delhi que su gobierno no tiene nada que ver con los hechos terroristas y aseveró que está tomando fuertes medidas para ilegalizarlos, lo cual, supongo, puede derivar en un probable atentado contra su vida.

El experto Ian Marlow supone que las próximas elecciones obligan al gobierno de Narendra Modi a emplear retórica y acciones más contundentes, pero, a mí entender, es más exacta Christine Fair, especialista en política del sudeste asiático, quien afirmó que a Islamabad le resulta más conveniente para sus intereses una victoria del mandatario indio.

Así las cosas, todo parece indicar que la sangre no llegará al río en este nuevo diferendo entre la India y Paquistán por Cachemira.

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