Violencia, el caballo cerrero que López Obrador no ha domado aún

Violencia, el caballo cerrero que López Obrador no ha domado aún
Fecha de publicación: 
6 Marzo 2019
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La violencia criminal en México, que provoca cada día 80 muertos, es el caballo cerrero que el presidente Andrés Manuel López Obrador no ha domado cuando restan 120 horas para sus primeros cien días de gobierno.

El propio mandatario admite que los 32 años de neoliberalismo que vivió México desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortari hasta Enrique Peña Nieto convirtieron al país en una fosa común gigantesca. Solamente en los mandatos de este último y de Felipe Calderón fueron asesinados más de 235 mil mexicanos.

Datos de la Organización Mundial de la Salud coincidentes con organizaciones especializadas, como el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Gran Bretaña, afirman que la cifra de muertes en México sobrepasa las causadas por conflictos en Afganistán y Somalia o equiparables a países en guerra declarada.

El gobierno de López Obrador asume que hay una auténtica epidemia de violencia o sindemia como le llaman los académicos, que es necesaria combatir en sus raíces, las cuales atribuye a problemas que van mucho más allá del crimen organizado, el narcotráfico y la violencia de género.

En su aspecto global, la violencia criminal es consecuencia de la corrupción y la impunidad desde las esferas más altas del gobierno hacia abajo, y estas dos, a su vez, hijas de un régimen social en quiebra, el neoliberalismo, una etapa del capitalismo salvaje que aumentó la masa de pobres y concentró la riqueza en unos pocos.

Para el gobierno de México, dentro de ese conjunto de factores se inscribe también la violencia de género que golpea tan fuertemente al país, y va más allá de un machismo obsoleto y antihistórico. Lo más complicado es que López Obrador no puede presentar resultados estimuladores en ninguno de los 32 estados.

Sin embargo, el mandatario tiene bien encuadrada la película de la violencia y sin aspavientos teóricos considera que hay que venir desde el fondo de sus orígenes hacia la actualidad, para liquidarla definitivamente.

Traducida a su lenguaje pedagógico eso significa: 1) eliminar de forma radical el neoliberalismo, 2) consecuentemente acabar con la corrupción y la impunidad, 3) dejar sin sustento financiero el crimen organizado, 4) atacar las causas sociales que le sirven de caldo de cultivo, 5) desarrollar paralelamente acciones coercitivas controladas.

Para todo ello se debe crear un marco socioeconómico que cambie la vida y la mentalidad ciudadana, acompañado de un entorno legal y jurídico diferente al actual ajustado a una nueva formación social. A eso le llama el gobierno Cuarta Transformación que, según explica López Obrador, es un cambio de régimen y no de gobierno.

En su aspecto práctico, los instrumentos para erradicar la violencia criminal y atacar las causas sociales que la alimentan, son la Guardia Nacional en proceso de creación y el semillero de programas sociales para crear oportunidades, eliminar las desigualdades de clases, acabar con la pobreza y establecer un Estado de Bienestar sustentable y verificable.

Sea o no por esas proyecciones de su esquema de objetivos y su decisión de echar a mandarriazos la política neoliberal que arruinó a México, lo cierto es que a menos de una semana de sus cien días de gobierno, López Obrador llega con una aprobación del 78 por ciento de su gestión, solo superado por Salinas de Gortari que logró 80 por ciento en igual período.

López Obrador va con una ventaja, pues mientras Salinas de Gortari fue bajando, él va subiendo y, según las últimas encuestas el 82 por ciento lo apoyaría para que continúe en el poder si hubiera una consulta de revocación de mandato.

La gente espera con ansiedad el 11 de marzo para escuchar su primer informe por los cien días, que lo rendirá en el patio del Palacio Nacional después de la habitual conferencia matutina.

Sin embargo, los relinchos del caballo montaraz que trata de domar se seguirán escuchando, aunque tal vez con menos estridencia porque la limpieza en los establos de Petróleos Méxicanos, la Comisión Federal de Energía y otros lugares del gobierno ya estén haciendo efecto en esa bestia de la corrupción que todos los días hay que matar.

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