Jorge Luis Santana: La tecnología no basta; sin idea no hay arte

Jorge Luis Santana: La tecnología no basta; sin idea no hay arte
Fecha de publicación: 
5 Marzo 2019
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A primera vista el espectador podrá reconocer los objetos, pero tardará un poco quizás para “comprender” plenamente las relaciones que se establecen entre ellos. Jorge Luis Santana (artista multimedial, presidente y gestor del Festival Internacional de Videoarte de Camagüey) presenta por estos días en la galería Píxel del Circuito para la Exhibición, el Desarrollo y la Investigación de los Nuevos Medios la exposición Contenido Neto.

Aquí se trata de resignificar, lúdicamente, de plantear funcionalidades incómodas, extrañas… que muchas veces retan a la imaginación.

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—¿Por qué Contenido neto?

—En todas mis exposiciones trato que el título enmarque la idea general de la propuesta. En este caso, la frase proviene del ámbito de los productos comerciales, de las indicaciones de las conservas. Y por ahí va el juego: en la muestra pretendo darle un contenido específico a cada pieza, así que me vino bien la expresión. Además, me interesó ese extrañamiento: extrapolar un concepto comercial al mundo del arte.

—Está clara la intención de “resignificar”, de otorgar otros sentidos a las cosas… y hay a todas luces una vocación lúdica…

—Sí. Esta es una exposición muy atípica. Generalmente yo producía constantemente y al cabo del tiempo, cuando tenía determinada cantidad de obras, organizaba una muestra personal. En este caso me lo propuse antes. Tardé entre seis y siete meses para contar con todas las obras. Es que las esculturas son impresas (impresión 3D); me llevó un tiempo diseñarlas, imprimirlas… En el caso de los vídeos tuve que construirlo todo digitalmente. Me enfoqué en ideas que tenía, acumuladas en el largo tiempo en que no expuse (casi dos años); ideas que pudiera agrupar.

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“Debían ser piezas que tuvieran que ver con el contexto actual: en todas sus aristas: social, culturalmente hablando, cosas que me preocupan del ámbito internacional y en el nuestro, de Cuba. Pero siempre enmarcado todo en el concepto del minimalismo, del blanco y negro… Quería ideas elaboradas, pero al mismo tiempo sencillas, concebidas para una comunicación directa con el público; siempre proponiendo metáforas (como he hecho cada vez que hablo de temáticas sociales, culturales o políticas), pero siempre dejando que la polivalencia del sentido del arte juegue con el espectador”.

—Los soportes son múltiples: video arte, escultura, fotografía…

—Los artistas generalmente se catalogan como pintores, escultores, grabadores… En mi caso, desde que estudio arte (incluso desde los tiempos de la Escuela Vocacional de Arte, en los tempranos ochenta), por el devenir de mi familia y su relación con la electrónica, siempre me interesó mucho el arte cinético, experimentar con luces, con la electricidad… Yo me gradué en la especialidad de escultura; después en el ISA (Universidad de las Artes) estudié fotografía de televisión y cine… pero más bien me considero un artista multimedial.

“Una idea puede concretarse muchas maneras: ser una fotografía, una videoinstalación, una escultura… Me gusta moverme entre los medios de acuerdo con la idea. La idea es la que me dice cuál sería el soporte, la dimensión, el resultado…

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“Hay en este caso ciertas decisiones estéticas. Hay obras que están resueltas desde la bidimensionalidad, como fotografías… a veces por la sencilla razón de que su impresión sería demasiado complicada (las esculturas, insisto, se imprimieron con una impresora 3D); algunas ideas me inspiraron una exploración desde la movilidad…”

—Algunos siguen contraponiendo arte a tecnología, a nuevas tecnologías… ¿Hasta qué punto esos conceptos pueden confluir?

—Eso depende de cada autor, de su experiencia. Las nuevas tecnologías en sí no garantizan nada. Hay muchas cosas que se pueden hacer con las nuevas tecnologías. Y hay temas actuales que de alguna manera precisan ser abordados con los medios más actuales. Pero el éxito dependerá de que el artista tenga la habilidad para “moverse”, para poder poner la tecnología en función de la idea. Para que la idea se potencie. La tecnología por la tecnología no tiene sentido. La obra tiene que resolverse.

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“Pero eso va más allá de las nuevas tecnologías. Eso pasa con los materiales más convencionales. Hay obras que están hechas con mármol, con bronce… materiales definitivos y definitorios… y sin embargo no valdría la pena conservarlas porque no están bien resueltas”.

—¿Cómo asume las disímiles lecturas que pueden hacer los espectadores?

—Mientras más abierta sea la interpretación, mejor, porque esa es la prueba de que el público participa. Cuando uno cierra demasiado el sentido de una pieza, se pierde mucho: la pieza carece de esa ambigüedad tan cara al arte.

“Aquí yo me pongo a jugar con elementos objetuales y su resignificación y me encanta que la gente aporte ideas, cosas que muchas veces yo ni siquiera me propuse, ni las pensé. Es su lectura. Yo solo pongo a funcionar algunos signos, lo que pase después tiene que ver con la cultura del espectador, con sus expectativas, con su historia personal”.

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