Leñadores: lo mismo con lo mismo

Leñadores: lo mismo con lo mismo
Fecha de publicación: 
13 Febrero 2019
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Es cierto que, en cualquier deporte, una medalla de plata es sinónimo de actuación decorosa. Ese era un “dream team” que debía apalear a cuanto rival enfrentase, porque esa cacareada historia de jugadores de Grandes Ligas que poseen los rivales, no es factor determinante para cerrar con cosecha de dos victorias y tres derrotas.Por eso, y a pesar de enfrentar a lanzadores por encima de 90 millas, algo inusual en el contexto beisbolero cubano, no compartí muchas de las decisiones tomadas por la dirección del colectivo técnico.

Año tras año, y evento internacional tras evento internacional de béisbol, hinchas y especialistas soñamos con un cetro para Cuba. Pero siempre nos “agrede” el mismo rival: la improductividad madero en ristre. Y el efectuado en territorio del istmo, no fue la excepción, porque los Leñadores devinieron el último de los seis equipos concursantes, en el renglón ofensivo.

El máximo axioma de la pelota es que gana el colectivo capaz de marcar más carreras, y el equipo del mentor Pablo Civil apenas impulsó ocho en cinco partidos, cinco de las cuales fueron al aval del granmense Alfredo Despaigne. De un colectivo pletórico de impulsores de carreras, las restantes fueron remolcadas por Carlos Benítez (2) y c (1).

Pero hay más. Las Tunas apenas pegó seis extra bases, todos dobletes, y se fue sin triples ni jonrones. Civil y su colectivo técnico no convocaron al líder jonronero de la Serie Nacional, el jardinero Stayler Hernández (IND); mientras que el máximo propulsor de carreras, Yurién Vizcaíno (VCL), apenas fue dos veces al bate, cuando pudo ser empleado en más ocasiones, toda vez que la selección no bateaba y, por consiguiente, no se anotaban las carreras necesarias para ganar los partidos.

Cuando el elenco cubano mostró la alineación en el primer juego del grupo A contra los Charros de Jalisco, y el líder de los bateadores del campeonato cubano, Jorge Alomá, estaba ubicado en el noveno turno, parecía realmente imposible perder el torneo. Pero la realidad demostró que la película cubana en esta Serie del Caribe fue algo así como “Despaigne contra el mundo”. Nadie lo apoyó madero en ristre, se dejaron muchos corredores en circulación, se falló mucho el intento, por demás abusivo, del toque de bola y el resultado no podía ser otro que dejarle el cetro a un conjunto como el debutante Toros de Herrera (PAN), que se unió una semana antes de iniciarse el certamen.

Yurisbel Gracial, Yosvani Alarcón, Alexander Ayala, Jorge Alomá y Jorge Yhonson, decepcionaron a sus hinchas, quienes esperaban un buen accionar de este quinteto de bateadores. Pero Cepeda y Danel Castro tampoco conectaron los envíos por encima de las 90 millas. Y muy bien, Vizcaíno pudo haber fungido en ese rol de bateador designado. Las palmas para los granmenses Despaigne y Lázaro Blanco, seleccionados para el equipo Todos Estrellas, en el que ocuparon los puestos de mejor jardinero izquierdo y mejor lanzador derecho, respectivamente.

Civil y el béisbol cubano no pudieron imitar la actuación de Vegueros de Pinar del Río, que en el año 2015 se alzó con el único cetro cubano después de la reincorporación de la Antilla Mayor a las Series del Caribe, en 2014. Y si me piden mi criterio, creo que este conjunto posee más calidad que ese dirigido por el avezado mentor Alfonso Urquiola hace cinco años. ¿Qué me dicen?

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