CRÓNICAS BIEN CORTAS: ¡A la Feria!
Una de mis vecinas toma cada febrero su carrito de compras, el mismo que usa para las papas y los mandados de la bodega, y se va rumbo a la fortaleza de La Cabaña para llenarlo de libros. «La Feria es mi fiesta mayor, me paso meses ahorrando para poder comprar los libros que me leeré durante todo el año».
Así ha sido año tras año, desde que la conozco.
Mi vecina es la concreción feliz de las aspiraciones institucionales: que todos los cubanos tengan pleno acceso a la literatura, y que aprovechen bien ese acceso.
A otro de mis vecinos, mucho más joven, también le encanta la Feria del Libro, pero no precisamente por los libros. «A mí lo que me gusta es ir a montar los aparatos del parque de diversiones».
—Pero bueno, al menos algún libro habrás comprado alguna vez…
—Nunca en la vida. Yo, para libros, tengo los de la escuela.
Mi vecino es la infeliz concreción de los temores institucionales: gente que no se leerá nunca ni el primer capítulo de una novela.
Añadir nuevo comentario