Hernández en Honduras: Puntal antivenezolano

Como está “de moda” que los entes de derecha conspiren contra el legítimo gobierno venezolano, no creo los rumores de que Estados Unidos “sacrificará” a un aliado como el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, para acallar las crecientes manifestaciones de protesta de los más variados sectores sociales, por sus escándalos de corrupción, vínculos con el narcotráfico y complicidad con el Imperio en la política migratoria.

Hernández ha insistido en que ha habido progresos en el área económica y también en seguridad, con el combate al narcotráfico y los pandilleros, y afirmó que hubo una baja del 6% en los asesinatos el pasado año, pero tal disminución estuvo en duda, y se sabe que 3 310 personas perecieron a causa de la violencia entre enero y noviembre.

Elementos nada sospechosos de progresistas admiten que en estos momentos hay hondureños que están muriendo de hambre, no tienen empleos, ni casa, y huyen con sus familias hacia Estados Unidos, tratando de buscar migajas del lugar desde donde nace la política de explotación que tiene sumido en el mayor atraso a su país, entre tantos otros.

Especial víctima de esta política inmisericorde que practica el reelecto Hernández es la mujer, muchas de las cuales son obligadas a prostituirse y otras perecen en otros actos de violencia contra su persona.

En este contexto AFP reportaba una manifestación en Tegucigalpa, la capital, en la que se exhibían como banderas pares de zapatos que simbolizaban a las 5 929 mujeres asesinadas durante los últimos tiempos, sin que se haga justicia.

PALMEROLA

El actual mandatario ha ofrecido aún más facilidades para las tropas norteamericanas que se encuentran en la base de Palmerola, uno de los principales puntales bélicos para promover la caída del presidente venezolano, Nicolás Maduro.

La base de Palmerola empezó como un bastión imperialista norteamericano de la Guerra Fría y hoy es una Base Militar Logística y Estratégica de Estados Unidos.

El gobierno de Julio Lozano Díaz autorizó su establecimiento, al firmar el 20 de mayo de 1954 el Convenio Bilateral de Ayuda Militar con EE.UU., a tono con el Tratado Interamericano de Ayuda Recíproca.

El Convenio se firmó con Estados Unidos a menos de un mes del derrocamiento, organizado por la CIA, de Jacobo Arbenz, democráticamente electo presidente de Guatemala, “de tendencias izquierdistas”. Lo firmado se considera un acuerdo que no se puede eludir, por supuesto, por la parte hondureña.

En su texto, el Convenio compromete a los Estados firmantes a actuar en favor de cualquier Estado del continente que fuera víctima de un ataque armado y, además, actuar conjuntamente en la defensa común, en el mantenimiento de la paz y de la seguridad del Hemisferio Occidental.

Texto propio de la Guerra Fría, análogo al de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), cuyos orígenes se remontan a 1947, con la formación de la Alianza Atlántica, integrada por los franceses y los británicos.

El Convenio firmado en 1954 por Honduras y EE.UU. relativo a la base, es parte del primer período de la Guerra Fría, comprendido desde la muerte de Josef Stalin en 1953 hasta la crisis de los misiles en Cuba en 1962.

La base militar entró en operaciones en 1981, cuando la Guerra Fría estaba en su apogeo en la región centroamericana. Ese año fue utilizada por el coronel Oliver North como centro de operaciones de la “contra” -fuerzas paramilitares entrenadas y financiadas por la CIA- para derrocar al Gobierno Sandinista de Nicaragua, que había llegado al poder en julio de 1979.

El derrocamiento por los Sandinistas del somocismo en Nicaragua, que siempre tuvo el apoyo de las empresas norteamericanas operando en ese país, “rompió el balance tradicional de los poderes en la región”, estimó EE.UU.

Entre 1984 y 1985, el Pentágono cambió el quehacer de la base. Reemplazó lo hecho hasta la fecha, por una fuerza militar de respuesta rápida, de tierra, aire y mar, compuesta por 250 soldados, con el nombre de “Fuerza de Tarea Conjunta Bravo” (US military´s Joint Task Force Bravo – JTF-B), que centra supuestamente sus actividades en el combate al narcotráfico y en ayudar en los desastres naturales que ocurrieran en la región.

También se ocupa “del aseguramiento de las fronteras”, pues cuenta con tecnología y recursos para monitorear la migración, luchar contra el terrorismo y contra el tráfico ilegal de armas y de personas, y brinda sus servicios para cualquier acción contra el enemigo, que en este caso se puede presuponer que tiene como objetivo Venezuela.