Romeo, el sapo más solo del mundo encuentra a su Julieta

Romeo, el sapo más solo del mundo encuentra a su Julieta
Fecha de publicación: 
19 Enero 2019
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Si a todos los sapos que andan buscando novia les abrieran un perfil en algún sitio de la Red de Redes, de seguro colapsaría el Ciberespacio con tanto melancólico croar.

Pero el caso de este Romeo, el sapo más solo del mundo, sí que valió la pena. Se trata probablemente del último ejemplar de su especie: Telmatobius yuracare , conocidas como ranas acuáticas de Sehuencas.

Es una especie endémica de Bolivia, que solo habitaba en localidades de Cochabamba como Sehuencas, Jatun Potrero y la Siberia; y en Karhuasi, en Santa Cruz.

Fue en 2009 cuando el herpetólogo boliviano encontró a Romeo, que así le han nombrado, entreteniéndose como podía bajo las piedras de un riachuelo en Siberia, Cochabamba.

Desde entonces, el pobre Romeo vive en total soledad en un acuario, en el Centro K´ayra del boliviano Museo de Historia Natural Alcide d’Orbigny.

Y no ha sido por desconsideración o mucho menos maldad que el desdichado sapito viva así. En los años 90 del pasado siglo era lo más cotidiano ver a sus parientes chapoteando en ríos, lagos y quebradas mientras que sus hijitos renacuajos coleteaban en los fondos o en estanques de los bosques nublados bolivianos.

Eran tan abundantes que los científicos les pasaban por al lado como si nada. Pero ya para 2008 ingresaban en el llamado Libro Rojo de la Fauna Silvestre de Vertebrados de Bolivia bajo la categoría de En Peligro de extinción.

Fue también entonces cuando la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza le colgó a la especie el cartel de “Vulnerable”.

Y tan vulnerable se volvió, que hoy parece quedar Romeo y un exiguo grupito regado por las lejanías bolivianas luchando por sobrevivir.

Los pesticidas usados en la agricultura, la pesca y el turismo fueron destruyendo el hábitat de esta especie, cuyo enemigo mayor , sin embargo, es el hongo quítrido, responsable ya de la extinciones de algunos otros anfibios en el mundo.

SOS Julieta

Al año de estar en cautiverio, Romeo empezó a emitir llamados de apareamiento, una especie de SOS tratando de encontrar pareja. Los biólogos que le estudiaban aseguraron que era “especialmente musical“.

Aunque se encontraba en lo que sería la suite de un hotel cinco estrellas, el sapito necesitaba reproducirse. No importaba que lo alimentaran cariñosa y puntualmente con sus bocadillos predilectos: caracoles, gusanos de tierra e isópodos (crustáceos), ni que el agua se la mantuvieran bien fresquita -a una temperatura más baja de lo habitual semejando su entorno natural-, y tampoco que lo pusieran a coger algo de sol, lo pesaran, midieran y le hicieran quién sabe cuántas carantoñas.

No solo de confort vive un sapo, así que Romeo siguió emitiendo sus avisos de amor, pero cada vez se hacían menos fuertes y en los últimos años habían empezado a disminuir.

Sin embargo, su llamado no se acallaba. Y al ver tanta perseverancia, los científicos cayeron en la cuenta de que si el mar no venía a la montaña, la montaña debía coger la mochila y partir a su encuentro. Decidieron salir en busca de Julieta.

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Buscando ejemplares de la rana de agua Sehuencas. / Foto: Arturo Muñoz.

Valía la pena tirarle un cabo a Romeo. No solo por él, sino por salvar a toda su especie. Y era urgente. Le quedaban unos cinco años de vida de acuerdo con la longevidad de ese tipo de anfibios.

“El tiempo se está acabando para encontrarle una pareja a Romeo”, alertaba en febrero del año pasado Arturo Muñoz, director y fundador de la Iniciativa Anfibios de Bolivia, del Museo de Historia Natural de Cochabamba.

Hasta en un sitio digital de citas en línea le hicieron un perfil buscando apoyo financiero: “En cuanto a quién estoy buscando, no soy exigente. Solo necesito otra Sehuencas como yo. De lo contrario, toda mi existencia tal cual como la conocemos ha terminado (no es gran cosa). Entonces, si estás dispuesto a ayudar a un viejo Romeo a encontrar a su única Julieta, ¡dona para mi causa para que podamos salir y comenzar la búsqueda de mi única y verdadera unión!”.

El llamado encontró oídos receptivos y junto al apoyo de entidades conservacionistas lo recaudado permitió organizar varias expediciones científicas adonde suponían podría encontrarse la tan importante y necesaria doncella.

Por meses, las expediciones científicas chapotearon entre fríos lagos y ríos, y se enfangaron recorriendo paisajes inhóspitos. Pero, finalmente, tanto trabajo valió la pena.

En vez de una, encontraron cinco ranas acuáticas de Sehuenca, tres machos y dos hembras, en un bosque nublado boliviano.

De las dos candidatas le han destinado la más vital. “Es muy enérgica, nada y come mucho, y a veces intenta escaparse", la describe Teresa Camacho Badani, bióloga del Museo de Historia Natural en Cochabamba y líder de la expedición que encontró las ranas.

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Romeo a la izquierda, y Julieta, brillándole los ojos, a la derecha. /Foto:Robin Moore, Global Wildlife Conservation

¡Pero ojo, que el sapito es tímido! Al menos de esa forma lo describe la experta boliviana y agrega que "Romeo es muy calmo y relajado y no se mueve mucho". A renglón seguido, como para que no cunda el pánico, asegura con total convencimiento que "los opuestos se atraen", lo cual, supuestamente hace extensivo también a las ranas acuáticas de Sehuencas.

¿Hasta que la muerte los separe?

El quinteto de ranitas se encuentra ahora mismo en cuarentena para prevenir en ellas una enfermedad infecciosa que puede causarles el hongo ya mencionado en este texto.

Cuando los cuarenta días de cuidados concluyan, llegará por fin a término la obligatoria soltería de Romeo y estará por ver si, a diferencia del drama de Shakespeare, el sapito y la ranita finalmente vivirán felices, comerán lombricitas y tendrán muchos renacuajitos que logren salvar a su especie de la extinción.

Pudiera terminar aquí la historia, pero son muchas otras las lecturas que de ella pueden inferirse y que apuntan a la interacción de los humanos con el planeta que habitamos.

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La bióloga Teresa Camacho Badani contempla a Julieta, futura compañera de quien pronto dejará de ser el sapito más solo del mundo./Foto:Robin Moore, Global Wildlife Conservation

La bióloga Teresa Camacho Badani, que tan de cerca sigue el caso, ha subrayado su trascendencia en tanto encierra en círculo rojo la situación grave que viven otros anfibios y muchos otros seres vivos. "Es una gran oportunidad –dijo- para entender esas amenazas y para aprovechar la fama de Romeo con el fin de ayudar a otras especies", recogió BBC Mundo.

Parodiando a García Márquez y confiando en la inteligencia del género humano, al menos esta historia de buen final permite sentenciar que las estirpes condenadas a diez años de soledad sí pueden tener una segunda oportunidad sobre la tierra.

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