DE CINE EN CINE: Yuli, una historia de amor y sacrificio

DE CINE EN CINE: Yuli, una historia de amor y sacrificio
Fecha de publicación: 
11 Diciembre 2018
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Todo el mundo quiere ver “la película de Carlos Acosta” porque la admiración por este artista es grande en este país, y porque su historia (el triunfo, a partir del talento y el sacrificio) es incentivo para muchos. Yuli no es filme de “pasar la mano” y “aguar” el drama para hacerlo potable. El gran mérito de Carlos Acosta aquí, como actor e inspiración, es ser franco hasta el dolor. Nuestras historias personales son la mezcla perfecta de realidad e invención, pero no significa que no se asienten en una verdad esencial.

En una narración que toma elementos del documental para articular las tramas, y que inserta una pauta coreográfica casi como historia paralela, pero perfectamente ensamblada al conjunto, se develan claves de un itinerario arduo, duro… y también (a su manera) romántico. El devenir de Carlos Acosta, desde su entorno pobre, casi marginal, hasta los grandes teatros del mundo, no es un colchón de flores: tiene más espinas que pétalos… pero es la metáfora de un pueblo que lucha contra las dificultades con determinación y al mismo tiempo, con cierta resignación: hay que ser cubano para entenderlo cabalmente. Por eso a los realizadores, extranjeros, hay que aplaudirles el interesante y sensible acercamiento a nuestras circunstancias.

En otro lugar lo más probable es que un niño como el que fue Carlos Acosta no hubiera podido hacer esta espectacular carrera: esta película “explica” el milagro cubano del ballet… pero que se abran esas puertas no significa que sea fácil franquearlas.

La historia de Carlos Acosta articula el guion, pero el gran personaje de esta película es su padre (maravillosamente defendido por Santiago Alfonso), un hombre pletórico de matices y contradicciones, empeñado en que su hijo cumpliera un destino: aprovechar al máximo su talento, en contra de todos los pronósticos. Esta es una película, en definitiva, sobre el amor y el sacrificio… y en ese sentido es un documento inspirador. Carlos Acosta logró ser uno de los más grandes bailarines del mundo. Pero también es una película dolorosa: el propio protagonista lo confiesa: hay heridas que no van a sanar nunca.

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