Para Afganistán: La “solución” de Trump

Para Afganistán: La “solución” de Trump
Fecha de publicación: 
10 Diciembre 2018
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Cuando ascendió al poder, el presidente norteamericano, Donald Trump, criticó la política bélica de sus antecesores hacia Afganistán , principalmente de Barack Obama, y mientras algunos se hacían eco del posible inicio de una real retirada de las tropas estadounidenses de ocupación, lo cierto es que se aumentó su presencia de diversas maneras, con el apoyo de sus principales aliados europeos y la utilización de modernos armamentos, como una superbomba lanzada en las cercanías de la frontera con Afganistán y drones que han acabado con cientos de combatientes talibanes y civiles en la más reciente semana.

Así, el Pentágono ha hecho fiel propaganda de este último instrumento con videos que muestran más de la crueldad ocupante y su irrespeto por la vida, al tiempo que su prensa trata de hacer olvidar los espeluznantes crímenes de la soldadesca que los presenta como valiosos trofeos.

La jefatura militar de los agresores evitan ahora por todos los medios no de que ocurran, sino que llegue a conocerse la aberración de soldados que disfrutan con mutilar a cadáveres de afganos, combatientes o no, tal como presentó la revista alemana Der Spiegel, al publicar tres fotos de civiles (se comprobó que no eran combatientes) muertos a manos de un grupo de soldados de EE.UU.

Dos de las tres fotos muestran a dos soldados de EE.UU. posando junto a un cadáver parcialmente desnudo y manchado de sangre. La víctima es Gul Mudin en el pueblo de La Mohammed Kalay. Uno de los militares sonreía a la cámara, mientras sujetaba la cabeza de Gul Mudin. La tercera foto muestra dos cadáveres ensangrentados, sentados uno junto al otro, con las manos atadas. Der Spiegel asegura que tiene otras ¡3 997! Imágenes similares

Además, miles de prisioneros en 25 centros de detención en Afganistán, víctimas de continuadas torturas, no ayudan a despejar las expectativas y hunden aún más al ejército norteamericano en el creciente pantano moral del suelo árido de Afganistán.

Si en Iraq la brutalidad ocupante, como la demostrada en Fallujah, no ayudó a ganar una guerra, en Afganistán se está comenzando a perder.

Este es el fruto de una agresión que comenzó hace 17 años, en represalia por los atentados del 11 de septiembre del 2001, aún no totalmente aclarados y en los que se puede vislumbrar un autoatentado con la participación de los servicios secretos del propio Estados Unidos e Israel, quizás el mayor implicado.

Así, fue derrotado el régimen del Talibán en una de las naciones más atrasadas y pobres del planeta, pero que nunca conquistador alguno ha podido domar por completo.

La ocupación ha traído como consecuencia la muerte de un número incalculable de afganos, el éxodo de muchos y el constante desplazamiento de otros, en una situación en la que EE.UU. sólo ha podido colocar a algunos regímenes de turno que les son generalmente complacientes y lograr el aumento de la producción de heroína, la mayor en el mundo, de la que saca provecho.

Pero como sucede en Siria, donde Rusia ayudó solidariamente a proteger al legítimo gobierno de Damasco, Estados Unidos se revuelve en su derrota con hacer caer lo que va quedando en pie. Es decir, una solución a lo Trump: destruir lo que no se pueda ocupar, lo cual hace mantener perennemente una agresión que cuesta mucho dinero, pero fortalece a la industria armamentística del Imperio.

De todas maneras, notas sesgadas, a veces difíciles de encontrar en Internet, ya que el propio EE.UU., las desaparece, hacen saber de descalabros norteamericanos y del ejército local en gran parte del país, los atentados en Kabul, las bombas hechas estallar en las cercanías de la embajada estadounidense y en el palacio de gobierno, todo como respuesta a la ocupación que permanece y cuya retirada parece ya no estar en la agenda presidencial estadounidense.

Lo triste de esto son las muchas vidas que se pierden en esta guerra en la que se destruye a una nación digna de mejor suerte, y todo por el capricho de Washington de no ceder ante la realidad de que está perdiendo la batalla en Afganistán, donde la mitad del país ha sido liberado, pese a los desmanes y la técnica al servicio de la muerte del Imperio.

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