ARCHIVOS PARLANCHINES: El guararey de Pastorita

ARCHIVOS PARLANCHINES: El guararey de Pastorita
Fecha de publicación: 
4 Noviembre 2018
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El changüí-shake «Guararey de Pastora», hecho un himno por la orquesta Van Van en las pistas de baile de Cuba y varios países del mundo en la década de los 70, junto al baile del «Buey cansa’o», «Sandunguera» y «La Habana no aguanta más», no ha dejado nunca de estar en el centro de la polémica en lo que se refiere a su autor. Algunos le atribuyen la pieza al maestro Juan Formell, y varios sellos discográficos y órganos de prensa han asegurado durante años que el éxito, en realidad, pertenece a un músico guantanamero llamado Pedro Speck. No faltan, incluso, los que ven a la tal Pastora como uno de los tantos personajes del imaginario popular, al estilo de Chencha la Gambá, Rita la Caimana y La Mateodora...
 

Pastorita tiene guararey conmigo / Yo no sé por qué será / Yo nunca le he hecho nada / Ella es mi amiga del alma / La llevo con el corazón...
 

El tema, lleno de color local y picardía, tiene entre sus protagonistas a su creador, al changüisero Roberto Baute Sagarra, oriundo también de Guantánamo, y a Pastora Yuani Sayús, su musa, situada en la misma dimensión que la Longina de Corona o la Yolanda, de Pablo Milanés, integrantes de la memoria histórica de la mejor música popular cubana.
 

Descubierta por el periodista Pablo Soroa Fernández en el 2003, Pastorita, una morena residente al final de su vida en la comunidad de Uveral, distante a 15 kilómetros de la Villa del Guaso, es entrevistada por Juventud Rebelde en el 2009 y, con su carácter campechano y jacarandoso, nos regala un testimonio rico en anécdotas:
 

«Baute y yo teníamos una buena amistad. Mi familia iba a El Sigual, donde él vivía, y nos conocimos en las fiestas de changüí que se hacían allí. Con el tiempo, él se enamoró de mi hija Petronila y tuvieron dos niñas.
 

«En un inicio no estuve de acuerdo, porque él era casado y, además, le llevaba 20 años. Un día me fui a recoger café a Monte Verde, Yateras, y cuando regresé ya estaban de novios. No pude decirles nada, ambos eran adultos, pero eso me incomodó mucho, pues no estaba de acuerdo con su relación. Aunque eso fue al principio, después la acepté.
 

«Él halaba unas cuerdas endemoniadas y con su pico de oro era capaz de seducir a cualquier mujer. Compuso la canción para hacerme sentir bien, y con el tiempo me gustó tanto, que la bailé muchísimo. Por cierto, Guararey significa en estos campos mal humor, y él tenía razón… ¡Yo estaba que ardía!».
 

Sobre la vida personal de Baute se conoce muy poco. Además del «Guararey de Pastora», atribuido a él luego de un sonado litigio judicial en 1976, nos deja obras como «No quiero que me celes más», «Ponte en la línea» y «Siguakará». Tras ser apadrinado por el famoso tresero José Mosqueda, se pasó casi toda su vida recorriendo con sus melodías los centrales azucareros y las zonas rurales de la Isla hasta su muerte ocurrida en 1991, a los 86 años.
 

Por su parte, Pastorita, nacida en Boquerón de Yateras en 1916, es en su juventud una gran bailadora de changüí, el tradicional ritmo campesino guantanamero. A los reporteros del diario de la juventud cubana, les confiesa:
 

«Yo, cuando había fiesta, ni comía ni dormía. Era una locura: mientras más bailaba, más ganas me daban de seguir. El hombre que estaba conmigo no me soltaba. Cuando me enteraba de alguna rumba en El Sigual, Beltrán... o en los rincones de las lomas de Yateras, donde nací y me crié, para allá iba».
 

Juan Formell entra en contacto con el changüí durante su paso por el conjunto de Elio Revé. Y no mucho después escucha el «Guararey de Pastora» interpretado por el grupo de Pedro Speck durante una gala en la capital. Entonces, sin pensarlo mucho, anota la letra con un lápiz que alguien le presta y realiza la orquestación poco antes de fundar los Van Van en 1969.
 

Pastorita, quien no tiene nada que ver con Pastora Núñez, la promotora de los repartos Pastorita de los inicios de la Revolución, fallece en 2013, a los 97 años de edad, con la nostalgia y el orgullo de haber puesto a bailar a miles de personas. El «Guararey de Pastora», junto a la «Guajira Guantanamera», de Joseíto Fernández, cierra una de las páginas más reveladoras de la sandunga y la idiosincrasia criolla en la tierra oriental, y le da estatura a una música montuna capaz de moverse al compás de unos tiempos que ya se nos antojan eternos.

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