Inconclusa puñalada a Lula
Nunca una violación de tal magnitud se había ejecutado con tanta frivolidad y cínico proceder amparada en una frágil hoja de parra judicial.
Pero el gobierno de Estados Unidos había dado una orden inapelable: Lula no puede ser candidato y mucho menos ganar esas elecciones.
Para ello cumplieron al pie de la letra un axioma que reza, no importan los medios para llegar a un fin.
Fue así que convirtieron en cenizas el término decencia.
A manera de vulgares asaltadores de caminos no tomaron en cuenta el arrollador saldo de las encuestas que en su casi totalidad daban el triunfo a Lula.
Bloquearon su acceso a los medios de difusión masiva y limitaron drásticamente sus nexos con la realidad exterior.
Desde una pequeña celda tuvo el líder del pueblo brasileño que comunicarse con este.
Pocos presos políticos, como Lula, han sido sometidos a tantas presiones, calumnias y vejaciones.
He ahí la venganza por su fidelidad a los pobres de su nación y de la Tierra.
Sin embargo, el último capítulo de la injusticia contra Lula no ha sido escrito, lo harán las brasileñas y los brasileños de a pie.
O sea, los mismos a quienes redujo el pesado fardo del desempleo, alivió los sufrimientos de los Sin Tierra y como Jesucristo, se inclinó por su filiación junto a los menesterosos.
Ese gran “pecado” de Lula no lo perdonan el corrupto Michel Temer y mucho menos sus verdaderos amos que radican en Estados Unidos.
La historia jamás los absolverá.
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