Matrimonio igualitario: Mitos y más mitos (+ DOSSIER)

Matrimonio igualitario: Mitos y más mitos (+ DOSSIER)
Fecha de publicación: 
10 Septiembre 2018
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Han sido muchos los mitos en torno a las parejas homosexuales, pero uno de los principales es que se trata de una relación basada más en lo sexual que en lo afectivo.

Otro, de los más traídos y llevados por estos días, es el relacionado con el matrimonio igualitario y, por ende, el derecho a tener descendencia, criar y convivir con los hijos.

El Proyecto de Constitución lo deja claramente explicitado y para una mejor comprensión del asunto —que ha causado gran polémica en la población cubana— el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) presentó a los diputados el dossier Deconstruyendo mitos en torno a las parejas del mismo género, el cual explica, sobre la base de investigaciones científicas, que es posible alcanzar este logro en materia de derechos humanos.

Con el objetivo de esclarecer algunas dudas al respecto, CubaSí dialogó con Alain Darcout Rodríguez, psicólogo, Máster en Sexualidad, especialista de docencia e investigación de esa institución y coautor de este esclarecedor documento.

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Alain Darcout Rodríguez. (Foto: Raiza Arango, cortesía Cenesex)

Acercamiento imprescindible

“La homosexualidad fue una realidad incomprendida y poco estudiada, hasta que en el siglo XVIII la ciencia comenzó a desarrollarse y aquello que durante muchos años se había nombrado como perversiones y pecados, empezó a llamarse aberraciones y trastornos”.

“Al margen de los acercamientos para comprenderla hay una serie de prejuicios que se mantienen en el imaginario social, relacionados con que se trata de una enfermedad que se puede trasmitir y contagiar.

“Durante mucho tiempo fue considerado un trastorno de la salud mental, incluso aparecía recogido en el Manual de Diagnóstico de los trastornos mentales, hasta que a mediados de los años 70`del siglo pasado, la Asociación Americana de Psiquiatría la desclasificó como tal.

De todos esos estudios se derivó la comprensión de que no era un trastorno, que se trataba de personas totalmente indistinguibles desde el punto de vista psicológico, biológico, endocrinológico, del cumplimiento de sus funciones sociales.

“Sin embargo, queda también en el imaginario social que eran enfermos mentales, individuos que tendían a padecer trastornos de salud mental en una mayor proporción que el resto de la población.

“En realidad si existieran afectaciones de la salud mental en lesbianas, gay y transexuales ello se debería a una disforia, al malestar de otros trastornos causados por la ansiedad, la depresión, la irritabilidad, provocados por el rechazo, por las difíciles condiciones de vida, de adaptación, de la realidad en que han vivido en los ámbitos, familiar, escolar.

“¡Imaginemos a una persona que es rechazada en la casa, en la escuela, a quien no se le brinda el afecto necesario, acosada en el centro laboral por ser diferente, no bien recibida socialmente en algunos lugares!

“O sea, han sido muchos los mitos que han existido alrededor de la homosexualidad, porque al no comprender la realidad, no estudiarla, ni acercarse a ella se le atribuyó cualquier significado para explicarla. Y desde aquí se derivan los prejuicios, ya no solo hacia las orientaciones erótico-afectivas, sino hacia las relaciones de familia que las parejas pudieran establecer”.

Una mirada necesaria a la familia monoparental

Una arista importante para entender muchos de los tabúes y prejuicios en relación con el matrimonio igualitario, formar y convivir en familia, es acercarnos al núcleo monoparental, el que por determinadas situaciones solo cuenta con la madre o con el padre.

“Las familias monoparentales vinieron un poco a cuestionarnos la existencia de esa rigidez en cuanto a la división de los roles maternales-paternales, puesto que en ese caso era una sola persona la que los estaba asumiendo. Incluso se dice que si es formada por una mujer, ella podrá representar mejor las funciones maternales y no las relacionadas con la paternidad. Podría asumirlas, pero no sería igual.

“En cambio, si está constituida por un hombre, ya sea porque él quedó viudo o producto de una separación permaneció al cuidado de los hijos, pues entonces podrá desempeñar mejor los roles de proveedor y no así las funciones asistenciales y de cuidado.

“Entonces queda claro que esas funciones y roles que al interior de la familia son esenciales —como pueden ser el cuidado, la atención, el proporcionar afecto, seguridad, la preocupación por las tareas de la educación— no tienen por qué estar divididas entre hombres y mujeres, sino que cualquier persona con un mínimo de interés, amor, compromiso y responsabilidad en función de ese proyecto, puede asumirlas. Ello hace que se comprenda mejor la existencia de la familia homoparental.

“Esos mitos, prejuicios y creencias han estado asociados al desconocimiento de la realidad de las personas lesbianas y gays, en sentido general; a los propios vacíos en cuanto a formación, conocimiento; a posiciones que en ocasiones fueron sostenidas por la ciencia y después resultaron superadas tras años de estudios.

“Es decir, hay una tradición, normas presentes en el imaginario social las cuales se han trasmitido de generación a generación a través de la cultura y otras instancias socializadoras, como la familia, la escuela y los medios de comunicación”.

El especialista del Cenesex precisó, además, la necesidad de hablar de género y no de sexo. “Esa es una de las cuestiones que estamos tratando de eliminar en el Proyecto de Constitución. Cuando se habla de hombres y mujeres no podemos ceñirnos a que el hombre tiene pene, porque entonces ¿dónde queda la realidad transexual?

“Debemos tener presente que hay hombres concebidos como identidad que, sin embargo, nacen con genitales ambiguos, con una vulva u otros son biológicamente mujeres y, sin embargo, son hombres en su concepción de la identidad. Por eso, actualmente la ciencia prefiere decir biohombres para referirse a los que son hombres desde el punto de vista biológico, cromosómico, celular. En su categoría más amplia, hombres puede incluir los biológicos o los no biológicos. Por eso desde ese punto de vista preferimos utilizar la categoría género”.

¿Integración o inclusión?

“El mundo científico tiene dos miradas en cuanto a esto, una refiere la integración de las personas a los ámbitos sociales tradicionales y la otra defiende la idea de la inclusión social.

“Hablar de integración implica la creación de determinadas condiciones en el medio y en la propia persona para que ello ocurra. Eso es una cuestión que parece hipócrita, porque si realmente es la sociedad, los grupos, las instituciones, quienes están generando las condiciones para la no integración, pues son ellos quienes deben cambiar para que ese individuo se sienta en condiciones de ser parte, sin tener que integrarse, pasar cursos para superar no sé qué, ir al psicólogo o al servicio de salud mental.

“En tanto, la mirada desde la inclusión social plantea que si es la sociedad la que está generando el daño a la salud por ese rechazo, pues ella debe cambiar para que todas las personas puedan encontrar un cupo dentro de esa organización social.

“Hay otros mitos, por ejemplo, que señalan que madres y padres homosexuales no tienen la misma capacidad de ejercer la maternidad o la paternidad que los padres heterosexuales, y se basan en determinadas cuestiones que atribuyen al estilo de vida.

“Recordemos que uno de los grandes prejuicios sobre la homosexualidad es que es una cuestión más sexual que afectiva. Se reconoce poco que estas personas son capaces de vivir el amor romántico, llevar una vida de pareja con pasión, entrega, responsabilidad y compromiso durante toda la vida. Lo que pasa es que otra vez son los obstáculos sociales los que impiden que tales relaciones no sean todo lo llevaderas que pudieran ser.

“Si una pareja no tiene cabida en la familia de origen y con frecuencia está siendo hostigada, rechazada en el barrio donde vive, entonces esas son cuestiones que conspiran, que la hacen vulnerable.

“Otros estereotipos —basados en la idea de que los homosexuales tienden más a lo sexual y al erotismo— llevan a pensar que ellos dedican menos tiempo a los hijos y, por tanto, poseen una capacidad inferior para para ser madres o padres.

“Esto, igualmente, está negado por la ciencia. No hay diferencia alguna en cuanto a la dedicación, al cuidado y al apoyo que dedican a los hijos las parejas homosexuales en relación con las heterosexuales. Ellas también asumen compromiso y responsabilidad en torno a la descendencia.

“Existen creencias relacionadas, incluso, con el hecho de que los hijos de las familias homoparentales pudieran tener mayor riesgo de exponerse a abusos sexuales que los hijos de las parejas de las familias tradicionales. Lo cual es incierto.

“Parte también de un falso criterio de que los homosexuales son seres perversos, que están de forma permanente a la conquista, a la caza para convertir a personas que no lo son. La ciencia ha demostrado que los seres humanos no desarrollan una orientación sexual diferente a la que tienen como identidad. Si resulta imposible convertir un homosexual en heterosexual, al contrario, también funciona.

“Asimismo, resulta erróneo pensar que ellos son los que cometen con mayor frecuencia abusos sexuales. En tales casos, las investigaciones han validado que ocurren más abusos sexuales en las familias heterosexuales, generalmente por personas que son muy cercanas a los descendientes, es decir tíos, primos, padrastros”.

La posibilidad de lograr armonía en cualquier tipo de familia

“Desde las Ciencias Psicológicas y Sociales se ha ido visibilizando que la familia tradicional ha entrado —de alguna manera— en crisis por muchas razones asociadas a la modernidad.

“Y de esa crisis económica y social, de valores, no escapa nuestro país. Por tanto, en medio de esa realidad una familia armónica implicaría que la mirada se coloque en el proyecto común, en lo que los mantiene unidos como familia, en los lazos afectivos, en el amor verdadero que exista, se cuide y cultive entre ellos.

“Vale decir que el amor no solo se protege con expresiones de afecto, sino con una comunicación clara, fluida, pues muchas veces estas dinámicas complejas, que ocurren al interior del hogar, se manifiestan con violencia. Y ello, al paso del tiempo, da al traste con el afecto que existe entre sus miembros, con el hecho de estar juntos, de cuidarnos, de protegernos y de atendernos los unos a los otros.

“El amor, el compromiso, la responsabilidad, también tienen que ver con la resiliencia de la familia, con la capacidad de resolver conflictos, con la forma en que se actúa ante la presencia de problemas que deben solucionarse de manera inmediata o a largo plazo. Pese a todo, es posible lograr la armonía en cualesquiera de las familias”.

Leer: Folleto Deconstruyendo mitos en torno a las parejas del mismo género

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