El béisbol cubano sigue sin rumbo

En la justa holandesa el equipo Cuba, llamémosle B, solamente pudo ganar dos de siete partidos, ante –léase bien- Italia y Alemania. A esto súmese que entre las derrotas, además de las supuestamente lógicas contra Japón, Taipei u Holanda, se incluyó una ante Alemania y otra ante la misma Italia. O sea, que ganaron ante quienes ya previamente habían perdido.

Luego de terminar con cinco derrotas en la fase preliminar, el equipo comandado por Víctor Figueroa venció en los cruces y pudo finalizar en el cuarto puesto, mejor de lo que se presagiaba.

Y mejor se presagiaba también lo que podía ocurrir en Barranquilla, a pesar de los sustos para ganar los dos primeros partidos, pero Puerto Rico desnudó las carencias del combinado cubano. Esta vez no aguantó el pitcheo abridor y se mantuvo la abulia ofensiva, por lo que Cuba perdió por primera vez en citas centrocaribeñas luego de 36 años invicto.

En la justa regional el pitcheo estuvo casi perfecto en los primeros encuentros, pero nuevamente madero en ristre nuestros toleteros han dejado que desear. También considero que hubo jugadas cuestionables como la de tocar bola con Yurisbel Gracial cuando había hombre en primera y segunda abriendo entrada en el segundo choque, pero más allá de esa jugada puntual no me parece achacable a la dirección lo sucedido hasta ahora.

De hecho, el alto mando se arriesgó a improvisar con Alexander Ayala en sustitución de un Guillermo Avilés completamente perdido, pero nada ha podido corregir el tiro.

A lo mejor esta derrota levanta el orgullo y endereza el rumbo, pero eso está perdido hace tiempo en el béisbol cubano, donde no se han tomado las mejores decisiones en los últimos años, no solo en la categoría elite, sino también en las menores.

Los fracasos se han sucedido uno tras otro -actualmente solamente somos campeones precisamente en los Centroamericanos-, pero no se ven los cambios necesarios para retomar la gloria vivida décadas atrás.