Várices: La trampa azul

Várices: La trampa azul
Fecha de publicación: 
13 Julio 2018
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El tromboembolismo pulmonar, que puede derivarse, entre otras causas, del coágulo que se desprende de una vena, se apunta entre las principales causas de muerte en el mundo.

Tatiana Sardiñas llegó a la consulta porque le molestaba la várice que latía en su pierna derecha. Era un recuerdo de su embarazo hace 25 años.

Ella, que siempre había sido una gran caminadora ya no podía andar largas distancias como aquellas que recorría cuando vivía en Alamar, desde la entrada del poblado hasta Micro 10. Sentía que los zapatos cerrados le causaban incomodidad y, además, estéticamente no era lo mejor.

Pero en verdad, nunca imaginó -según refirió a Cubasí- los riesgos que podían derivarse de aquella maraña azul de venas protuberantes, que se entretejían semejando una trampa.

El angiólogo y profesor Antonio Suárez Cabrera, doctor en ciencias de la educación médica, sí que conoce de los peligros y también de los beneficios de tratar convenientemente esas várices tronculares, que aquejan usualmente las extremidades inferiores, sobre todo de mujeres.

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                                                     Tatiana Sardiñas

En general, las várices son venas dilatadas que ya no funcionan correctamente, pero una cosa son las microvárices –especie de arañitas vasculares-; otra, las várices reticulares –formadas a partir de venas colectoras de mayor calibre-, y una bien distinta las conocidas como várices tronculares, que exhiben gran tamaño y corresponden a las venas principales del sistema venoso superficial.

De tales várices tronculares puede derivarse una trombosis venosa profunda con la probabilidad de desembocar en tromboembolia pulmonar.

Esta afección suele ser mortal, pero la buena noticia es que, en casos como el de Tatiana, puede evitarla, sin necesidad de recurrir a una operación, el tratamiento de Escleroterapia con espuma.

Reclinada en una camilla de la consulta de angiología del Hospital Docente Clínico Quirúrgico Joaquín Albarrán, esta habanera licenciada en Cibernética aguarda tranquila ahora. Han transcurrido ya tres semanas luego de “inyectarse” la dichosa várice y espera por la revisión del galeno.

“El tratamiento fue ambulatorio, sin dolor ninguno, un procedimiento poco complicado y con muchas ventajas. Como usted ve, la várice desapreció por completo y sin marcas. Eso sí, he hecho mi reposo disciplinadamente y sé que pronto podré retomar mis hábitos de vida, ahora con mejores condiciones y sin el riesgo de una complicación”, comenta a la reportera.

Rodeado de estudiantes de medicina que no quitan la vista de su figura con bata blanquísima de mangas largas -que pareciera inmune al abrazador calor que reina en el local-, el doctor Suárez también ofrece sus opiniones a Cubasí:

“Parece ser que las personas aquejadas de este tipo de dolencia no perciben su gravedad. No obstante, desafortunadamente es una de las patologías más frecuentes que encontramos a diario en nuestras consultas de angiología: la presencia de una insuficiencia venosa crónica, en este caso por varices.

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“Las consultas se abarrotan de pacientes que vienen por el problema estético y sin embargo no tienen conciencia del peligro que representa para la vida una varice troncular no tratada. Una de las principales causas de muerte en Cuba y en todo el mundo es el trombo embolismo pulmonar, que puede derivarse de esta patología”, precisa el también Jefe del Departamento Docente de ese hospital capitalino.

Aunque varios estudios identifican al tromboembolismo como la segunda causa de muerte súbita, después del Infarto Agudo de Miocardio, este, amplía el angiólogo, frecuentemente es subdiagnosticado y subnotificado.

En cuanto a la várice troncular explica que “da síntomas muy vagos, es decir que no son intensos, no causa dolor. Cuando el paciente siente dolores en las piernas, generalmente no es por varices, estas duelen cuando están complicadas”.

Y tampoco duele el tratamiento de Escleroterapia con espuma. Introducido en Cuba por el doctor Suárez en el año 2006, luego de que fuera ideado por el científico español Dr. Juan Cabrera en 1996 y patentado por él en 1998, dicho proceder se anota abundantes ventajas:

“Constituye un ahorro de recursos para el país y un ahorro de molestias al paciente –indica el especialista- porque operar una varice requiere al menos de tres de días de ingreso, de anestesia... y este tratamiento, con todas las garantías, es ambulatorio”.

Cuando me dispongo a preguntarle al angiólogo por los costos al país de este tratamiento, que se aplica gratuitamente en toda la Isla, desde la puerta entreabierta se deja ver la sonrisa de Tatiana, una sonrisa confiada, agradecida. Desisto entonces de la interrogante porque, en definitiva, la vida humana no tiene precio. Eso bien lo saben los cubanos.

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