Rusia 2018: La maldición del campeón despidió a Alemania

Rusia 2018: La maldición del campeón despidió a Alemania
Fecha de publicación: 
27 Junio 2018
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Alemania nuevamente, como frente a Suecia e incluso contra México, salió a buscar el partido arriba, con el control del esférico, en tanto Sudcorea, fieles a su disciplina táctica acostumbrada, y propia de los onces asiáticos, esperando errores de los germanos para contragolpear.

De nuevo se cumplió la maldición del campeón, esa que le impide avanzar a los octavos de final en la edición siguiente. Con anterioridad la sufrieron, Francia, Italia, España y ahora la tropa de Joachim Löw.

Adentrándonos en el partido, ya habíamos cuestionado la capacidad definidora de este elenco alemán, necesitado de 34 remates a puerta para anidar su primer gol, antes del choque frente a los sudcoreanos, en el cual dispararon otras 28 veces, con seis entre los tres palos, pero sin anidar Telstar-18 alguna en Kazán, donde poco a poco se fueron ahogando los cánticos de buena parte de los 41 835 hinchas congregados.

Hablamos de ese último toque quirúrgico, luego de los múltiples desbordes por los laterales de Jonas Hector y especialmente Kimmich por el corredor derecho.

Había decidido Löw modificar ante la urgencia, la alineación titular. Dos cambios fueron por obligación y tres por decisión técnica: entraron Özil, Goretzka, Khedira, Hummels y Süle por Müller, Draxler, Rudy, Boateng y Rüdiger, respectivamente.

En cuanto al gol, no lo concretó Mario Gómez después de su entrada en el 58 por Kedhira. Ni su testa ni sus piernas pudieron mandarla a guardar al fondo de las redes, tampoco Werner, Reus ni los prodigiosos botines de Toni Kroos pudieron hacer el milagro esta vez.
Ciertamente la cancha parecía inclinada, los alemanes regenteaban en el medio campo y llegaban a tres cuartos de cancha con facilidad, pero justo ahí se diluían ante una línea infranqueable de piernas sudcoreanas. A tal punto, que el meta Hyeon- Woo, tuvo menos intervenciones o atajadas de las que él mismo hubiese pensado.

Del otro lado, la velocidad sudcoreana en los contraataques hizo mella en la zaga teutona. Ganaron varios balones, crearon peligro y Neuer se vio obligado a intervenir. Agonizaba el partido cuando tras un tiro de esquina, cobraron tres los asiáticos por nueve los bávaros, llegó la primera anotación, obra de Kim Young-Won al 92, mientras el tiro de gracia al 96, derivado de un contragolpe, lo puso Son Heung-Min.

Así, con la pólvora por tercera ocasión humedecida, cayó Alemania, por primera vez y no menos inédita, derrotada por Sudcorea.

Una ranchera de agradecimiento y el pragmatismo sueco

Sucedió el milagro o lo indecible en Kazán, con reflejo en Ekaterimburgo y una ranchera de clasificación cantada por los aztecas, aún cuando bajaron en su rendimiento y sufrieron las consecuencias hasta el último minuto de la goleada 0-3 que les propinara Suecia.

Suecia dominó toda la ruta, siendo justos en lo apreciado. Incluso hasta en la actitud con que se desempeñaron sobre la grama. Pudo ser más, solo que los mexicanos nuevamente tuvieron en Memo Ochoa a una figura clave, quizás la única, además de no cobrar el árbitro una mano de Javier el Chicharito Hernández en el área.

La clave de la debacle de los de Osorio fue su desacierto en defensa, expresado fundamentalmente en el performance de Edson Álvarez, autor incluso de un gol en propia meta.

Perdieron casi todo, en el marcador reflejado en la pizarra, en la batalla física, en la guerra de contención en el medio campo, donde se comienza a gestar el ataque. Los suecos se anticiparon casi en todo momento, provocaron imprecisiones en los pases de los cuates y el mayor orden en sus salidas los hacía muy peligrosos.

Por si eso no bastara la insistencia del Tri en atacar por el centro les pasó factura. Esporádicamente se encontraron, lograron conectar pero ya casi había caído la primera media hora de juego. Sin embargo el medio tiempo se hizo presente con abrazo a cero en el pizarrón.

Se volcaron al ataque los mariachis en el complementario, pero descuidaron sus blancos defensivos, lo que devino fatal.
Al minuto 50 un rebote en el área tomó descolocado a Edson Álvarez, y Augustinsson toma de volea el balón, suelta un zapatazo y la anida a la izquierda de Ochoa.

Este tanto sembró el desconcierto en las filas mexicanas al punto de carecer de engrane y coherencia en lo adelante. Las contras suecas cargaban velocidad e irreverencia, como si enfrente tuviesen a una selección adolescente, inexperta.

Así llegó la acción del segundo gol. Marcus Berg penetra por el centro y Héctor Moreno lo barre. Pitana no duda y dicta la pena máxima. Granqvist cobró impecable: obús colocado arriba a la derecha, sencillamente imparable.

Ya con el mal hecho cayó el tercer tanto sueco, el telón del choque y el Tri, haciendo aguas se coló en octavos. Lo aguarda Samara, y su rival de esa instancia.

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