Abuelos: De la acera al quirófano

Abuelos: De la acera al quirófano
Fecha de publicación: 
21 Junio 2018
0
Imagen principal: 

Hasta al recién llegado que nunca antes había visitado La Habana le es fácil constatar cuán envejecida está su población.

Basta una mirada a vuelo de pájaro para comprobar cuántos ancianos transitan por las aceras, muchos de ellos con bastones, burritos y andadores. También abundan los que van sin estas ayudas, gracias a los ejercicios de taichí, los Círculos de Abuelos y otras alternativas, pero lo que resulta casi una generalidad es verlos andar con la jaba al hombro, usualmente cargada con alimentos y otras ayudas para el hogar.

Es sabido que, en el reparto de roles dentro de las familias, también envejecidas, han recaído como tendencia en los de más edad las complicadas cuestiones del abastecimiento. Y más complicadas se vuelven cuando uno vuelve la mirada al suelo.

Sucede que si la capital es de las provincias más ancianas del país, con el 21,3% de su población con 60 o más años —solo le antecede Villa Clara con el 23,4%—, el municipio Plaza de la Revolución sí es el más envejecido de toda Cuba: el 27,6% de sus habitantes suma seis décadas y más.

alt

Y es precisamente en esta porción del territorio nacional donde esta redactora ha sido testigo de lo que —a falta de información, porque ninguna se ha brindado a los pobladores públicamente— pudiera calificarse de sinsentido.

No hace mucho, a una panadería en Nuevo Vedado le levantaron un muro perimetral de aproximadamente 1.80 metros de altura, con el consiguiente gasto de materiales de construcción. Ello, mientras las aceras que la circundan se encuentran en pésimo estado. ¿No hubiera sido mejor dedicar esa inversión y esfuerzos humanos a mejorar en algo el tránsito de tanto viejito?

Ahora se les dificulta un poco más el acceso a la panadería, a la vez que sigue haciéndoseles un viacrucis acceder al lugar por las roturas y desniveles de las aceras.

Es un ejemplo puntual, muy específico, pero habla a las claras de lo que no debería suceder; y es probable que no sea el único de este tipo. Quizás existan razones de gran peso para haber actuado así, pero tampoco estas se han puesto en conocimiento de los lugareños.

Sin dudas, resulta bien costosa la reparación de aceras y calles; de seguro, el bloqueo impuesto a nuestro país asoma también su oreja peluda en esta faceta. Pero habría que sacar lápiz y papel, que echar mano a las calculadoras, para conocer si requiere más inversiones el arreglo de aceras que las que implica la atención médica, incluida la hospitalización, de tanto anciano accidentado por culpa de las aceras en mal estado. Eso, sin contar las afectaciones que implica para la familia del viejito y que también se traduce en gastos.

Pero mientras las aceras continúan tendiéndole trampas a los ancianos, a ese andar accidentado de los cubanos de la tercera edad se ha sumado últimamente otro escollo más que conspira contra su calidad de vida.

En muchos territorios del país se han ido cerrando los kioscos (contenedores) para la venta en moneda convertible. Esos pequeños establecimientos —nada bonitos, es cierto— acercaban a los pobladores la venta de productos de primera necesidad que no se adquieren de manera normada. Ahora han desaparecido, alargando así las distancias que deben andar los abuelos para sus compras.

De manera parcial, se ha dado a conocer por medios de prensa que tales cierres de pequeños establecimientos para ventas minoristas de distintas cadenas son debidos a un proceso de reordenamiento. El periódico 5 de Septiembre, por ejemplo, informaba a mediados del pasado año que “No debemos hablar de cierre de kioscos, sino de una política de reordenamiento de la red comercial”.

Así afirmaba entonces Damián Ruiz Ponce, director general de la división territorial TRD Caribe Cienfuegos, quien agregaba que esa decisión descansaba, entre otros elementos, en la cercanía geográfica de un conjunto de estructuras que compiten, y en la parte logística, porque duplica gastos e impide concentrar los esfuerzos.

A unos 200 kilómetros de Cienfuegos, en Artemisa, Alberto Meireles, director general de la División en Artemisa, explicaba, según publicó Cubadebate, que la estrategia perseguía la sustitución de los kioscos más apartados y vulnerables. Aseguraba, además, que los gobiernos locales, así como la Asamblea y la Administración Provincial, trabajan de conjunto con TRD, en la búsqueda de locales subutilizados para convertirlos en pequeñas tiendas que posean mejores condiciones.

De seguro, aparecerán los nuevos locales, asomarán mejores soluciones, pero mientras ello sucede, los cubanos de la tercera edad deberán seguir caminando sobre aceras rotas y ahora, distancias más largas.

alt


Números con canas

Precisamente este mes, el sitio web de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) hacía público su informe “El Envejecimiento de la Población Cubana. Cuba y sus Territorios 2017” en www.onei.cu.

En ese valioso documento, el más actual sobre el tema, se ratifica que en Cuba, debido a que la fecundidad se ubica por debajo del nivel de reemplazo –menos de una hija por mujer- desde 1978, la población de 0 a 14 años ha ido disminuyendo con respecto al total, a la vez que se registra una disminución en los niveles de mortalidad, y ello ha producido un aumento en la proporción de personas de 60 años y más.

Dicho proceso de asocia con la denominada transición demográfica, y Cuba se ubica en la última etapa de esa transición, aunque algunos expertos refieren que ya nos encontramos en la etapa post-transicional.

De acuerdo con las últimas estadísticas dadas a conocer por la ONEI, aun cuando existe una relativa homogeneidad territorial en cuanto a fecundidad y mortalidad, existen diferencias entre los territorios y también atendiendo al sexo.

En consecuencia, mientras Plaza es el territorio más envejecido de toda Cuba –como arriba se anunciaba-, el municipio Yateras, en Guantánamo, es el menos viejo, con solo un 13,4 % del total de su población sumando o rebasando los 60 años; le siguen Placetas y Unión de Reyes, con el 25,2% y 25% por ciento, respectivamente.

Peina canas, con seis décadas o más, el 20,1% del total de la población cubana. A Villa Clara, la provincia con más pobladores viejos, y a La Habana, pisándole los talones, les continúa Pinar del Río, con un 20,8% de sus pobladores inscritos en la llamada tercera edad.

En la actualidad, de acuerdo con el reporte de la ONEI, las llamadas personas mayores en esta Isla suman los 2 millones 251 mil 930. Es una cifra mayor a la de la población adolescente entre 10 y 19 años. Como tendencia, los abuelos seguirán incrementándose ininterrumpidamente, mientras la población joven, y dentro de ella la adolescente, tenderá al decrecimiento.

Según estimaciones de la División de Población de las Naciones Unidas, Barbados y Cuba serán los países mas envejecidos de América Latina en la perspectiva inmediata.

No hacen poco las ciencias sociales en nuestro país para ayudar a trazar políticas y, dentro de ellas, a las ciencias demográficas, representadas, en este caso, por la ONEI, habría que reconocerles su significativo aporte.

Sobre lo importante que puede resultar el apoyo del quehacer científico, se pronunciaba en marzo último el entonces primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, hoy presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez: “La investigación científica y la innovación deben ponerse más al servicio del desarrollo del país”. Así subrayó durante el Balance de los Objetivos del año 2017 del Ministerio de Educación Superior, donde destacó que toda investigación debe dar solución a un problema específico de la realidad.

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
Esta pregunta es para comprobar si usted es un visitante humano y prevenir envíos de spam automatizado.
CAPTCHA de imagen
Introduzca los caracteres mostrados en la imagen.