Los famosos y las redes sociales

Ocurría un concierto, una exposición o un descubrimiento científico y allá iban los periodistas, para además de cubrir un acontecimiento, sacarle al famoso alguna que otra declaración sobre algún tema fuera de su alcance, de política casi siempre, que estuviera por supuesto en línea con la política editorial del medio al que perteneciera el entrevistador.

Hoy con la aparición de las redes sociales ya no es tan así y los famosos no tienen que esperar porque los periodistas vayan en su busca. Ahí están Facebook, Instagram, los blog, twitter y Youtube. Un buen ejemplo a lo que nos referimos es el del actual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quien, acosado constantemente por la prensa tradicional, la cual según él solo produce fake news, ha convertido la red social Twitter en su medio favorito para comunicarse con el mundo.

Antológicos, por cierto, son sus errores en Twitter, y fuera de el, porque la fama que le da su cargo como nuevo "emperador" simplemente no le autoriza para dirigir el mundo con los mismos métodos mafiosos con que se dirige una cadena de hoteles.

Aunque todo el mundo sabe de pelota, los famosos deberían opinar de lo que realmente conocen, si son políticos de política, si son pintores de pintura, si son músicos de tal materia  y si son dueños de hoteles, de turismo. Pero al parecer tal lógica parece muy complicada para algunos sobre todo en estos tiempos de enredos en las redes.

Además de Trump hay algunos por ahí de ego algo inflamado, a quienes no le basta con la fama que han alcanzado por su talento en determinado campo y se lanzan a incursionar en el del periodismo. Lo que en buen castellano podría llamarse intrusismo profesional.

El semiólogo y novelista italiano Umberto Eco: "Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos rápidamente eran silenciados, pero ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles".

Por fácil que parezca, el periodismo es una ciencia que tiene sus reglas y una de las más importantes es la de la responsabilidad. Un famoso que todavía no haya perdido la cabeza debería pensársela muy bien antes de emitir o amplificar juicios sobre los que en realidad no tiene la menor idea, por lo menos, mientras tanto no se pruebe lo contrario.

La personalidad debería tener conciencia de que una opinión errada suya puede influir en miles o millones de esos fans que se creen a pie juntillas que la fama por si sola autoriza al famoso a abordar cualquier tema.  

Pero eso no es lo peor del asunto. Lo peor es que las redes sociales se han convertido en un caldo de cultivo de nuevos famosos. Cualquier simpático que no tiene la menor idea de lo que está diciendo puede coleccionar en las redes una legión de seguidores solo por tener la cara bonita.

Así ahora en las redes hay expertos en todo tipo de materias. Si Arquímedes viviera en estos tiempos habría dicho: “Dénme un celular y moveré el mundo”.

La fórmula del reggaetón es un ejemplo indiscutible. Con un ritmo computarizado, una buena antología de las llamadas malas palabras y una voz sintetizada, cualquiera se puede convertir en otra estrella lanzadora de disparates a diestra y siniestra en las redes.

Pero no todo está perdido. Por suerte las aplicaciones de las redes sociales aún no permiten la realización de cirugías vía internet porque en estos tiempos tecnológicos seguramente aspirantes a cirujanos tampoco faltarían. Ojalá y a nadie se le ocurra la idea porque pueden estar seguros que la matanza sería indiscriminada ...