Colombia: Piedad, extremadamente valiente

Colombia: Piedad, extremadamente valiente
Fecha de publicación: 
30 Enero 2018
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Pocas horas antes de que el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, se entrevistara con el mandatario de Colombia, Juan Manuel Santos, en un esfuerzo por salvar el maltrecho proceso de paz en la nación suramericana, la exsenadora Piedad Córdoba entregaba cerca de dos millones de firmas como aval para legalizar su candidatura a la presidencia en las venideras elecciones generales.

Piedad desafiaba así todo tipo de amenazas de muerte para que no diera tal paso, procedentes de aquellos responsables de la eliminación física por el ejército y sus protegidos paramilitares de centenares de activistas sindicales y campesinos, e instrumentos del latifundio y narcotráfico que sostienen una economía de por sí rica y que no le hacen falta elementos tan espúreos.

Asimismo, de la entrega de la soberanía nacional a Estados Unidos mediante bases militares y el asfixiante Plan Colombia; y, por supuesto, del posible inminente fracaso del acuerdo de paz logrado entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y que parecía el instrumento eficaz para poner a una guerra interna de más de medio siglo.

La endeblez oficial ante el acuerdo de paz y los caprichos de la cúpula militar y de los jefes paramilitares que se mantienen asolando las áreas dejadas por las FARC, es también responsable de anteriores políticas que hayan mantenido el hambre y la desnutrición en amplias capas de la población.

Cada muerte por desnutrición es indignante para ese país y es una mancha para el actual gobierno, y actualmente es un dolor permanente para los habitantes de zonas rurales envueltas en hambruna permanente.

En La Guajira, por ejemplo, el médico pediatra Abdul Dasuki afirmó que la hambruna en esa región del país es crónica y que proviene de años atrás. Lamentó que la desnutrición crónica severa, pérdida de masa muscular, poco cabello y retardo global del desarrollo sean los casos que tenga que atender durante su jornada de trabajo.

"Los médicos que los atendemos estamos cansados de ver a tantos niños morir por hambre; estamos cansados de ver a tantos niños que necesitan y que piden a gritos protección del Estado. Queremos que se respeten los derechos de los niños en La Guajira y en todo el país", demanda.

La congresista del partido Alianza Verde, Claudia López, atribuyó al gobierno la responsabilidad del problema de hambre y sed que padecen los habitantes de La Guajira colombiana, puesto que han promovido la corrupción y el beneficio de "sus amigos terratenientes y socios políticos".

A juicio de la parlamentaria, la negligencia de gobernantes como Álvaro Uribe (ahora senador de la República y que aspira nuevamente a la presidencia) y el actual mandatario, Juan Manuel Santos, han causado la muerte de miles de niños en esa región.

"El señor Uribe va de visita a La Guajira, ¿por qué no fue cuando desvió el río Ranchería y los dejó sin agua para darle agua a terratenientes amigos suyos en el (departamento) Cesar? Ahí sí no fue. Ahora el señor Santos, quien ha sido socio a través de Cambio Radical y su vicepresidente con (Juan Francisco) 'Kiko' Gómez --ex gobernador del departamento de La Guajira--, y toda su ralea de políticos corruptos, se toma foto con el ellos y se sorprende de que se roben la plata, pues es obvio que se roban la plata", consideró.

Todo esto ha dificultado la implementación del acuerdo de paz que, se afirma por optimistas, es del 18%, y por pesimistas, no llega al 6%.

Y es que con la proximidad de las elecciones se hace más difícil al gobierno jugar, aunque sea precariamente, al logro del importante convenio, que tanta esperanza dio al pueblo colombiano y al mundo en general, que lo llegó  a señalar como un ejemplo a seguir.

Lo cierto es que en el contexto actual se hace difícil actuar contra aquellos que controlan verdaderamente el poder en la nación suramericana, y están muy estrechamente ligado a multimillonaros intereses ligados a la familia Rockefeller.

Otro “cerebro” también tristemente célebre y ligado a la familia, Henry Kissinger, ha sido el autor intelectual de tantas fechorías, como el procedimiento para asesinar al presidente Salvador Allende y la parafernalia genocida posterior en el mismo año del golpe fascista en Chile, 1973, reflejado en mayor dimensión en estas líneas que hablan del quehacer “rockefeliano”, mediante sus testaferros, en Colombia: “Controla los alimentos y controlarás a la gente. Controla el petróleo y controlarás a las naciones. Controla el dinero y controlarás el mundo”.

Muchos podrían pensar que si se eliminaran a los Rockefeller, las cosas se arreglarían, pero no es así, porque la cadena delincuencial es larga, y así se demostró con el caso de los alimentos transgénicos, sobre los cuales se hace muy difícil legislar, porque legisladores y leguleyos defienden los intereses de la minoría propietaria.

Si algún elemento progresista llegara al poder en Colombia, se le haría muy difícil luchar contra cuerpos colegiados que crean privilegios, imponer papeles a individuos específicos y generan consecuencias no anticipadas, con resultados peores ante los fenómenos que se esperaba resolver y, en muchos casos, creando nuevos problemas.

Y es que en Colombia se considera que la ley es todo lo que producen los congresistas, en tanto los magistrados de la Corte Constitucional, quiénes deben velar por que las sentencias judiciales estén en consonancia con lo prescrito por la legislación, tienen incentivos para avanzar también sus propios intereses, aprovechándose de los mandatos (porque no son leyes) existentes.

El derecho en Colombia, desde hace mucho, se convirtió en una forma de crear privilegios y repartir cargos según los valores e intereses de quienes toman las decisiones
Así no es fácil gobernar, además de que todo candidato o gobernante que resulte molesto a quienes integran el real círculo de poder, puede ser hecho desparecer de la vida pública con un simple pistoletazo, tal como le sucedió a un candidato de la izquierda a quien entrevisté en La Habana, y a su regreso fue muerto a balazos en el aeropuerto de Bogotá por un adolescente de 15 años.

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