Eusebio Leal: «A Martí hay que acercarse sin tijeras»
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Uno no se cansa de escuchar a Eusebio Leal Spengler. El historiador de La Habana vive días particularmente intensos ahora mismo. El próximo 28 de enero se inaugurará oficialmente la estatua ecuestre de José Martí en la avenida de las Misiones, reproducción de la que se erige en el Parque Central de Nueva York. Ese ha sido uno de los más caros empeños de Leal en los últimos años. Por si fuera poco, le dedicarán la Feria Internacional del Libro 2018. Y el año que viene, la ciudad a la que le ha dedicado su vida celebrará su aniversario 500. Sobre estos temas, el destacado intelectual cubano conversó con CubaSí.
—La develación de esta escultura ecuestre de Martí es un viejo sueño suyo. ¿Por qué precisamente esa estatua? ¿Cómo se concretó el empeño?
—La estatua ya es un hecho. Veintidós años después de haber comenzado gestiones que se dilataron en el tiempo, por diversas razones, políticas, de comunicación, porque pasaba de una autoridad a otra la responsabilidad de decidir, de aprobar que la estatua pudiera venir a Cuba, se logró finalmente.
«La obra, extraordinariamente bella, reproducción fiel, al detalle, de la original, se hizo posible gracias al desarrollo de la tecnología. Uno de los requerimientos era que no se podía tocar la estatua.
«Y efectivamente, pudimos hacer toda la investigación documental en la Biblioteca de Siracusa, donde está todo el legado de los Huntington, también en la Sociedad Hispanoamericana de Nueva York, que fue su legado cultural más importante.
Foto: Yuris Nórido/ CubaSí
«Se pudo ver toda la obra de la artista, de Anna Hyatt Huntington, todo lo que ella pensó sobre Martí, sus motivaciones. La Oficina del Historiador tiene hoy una documentación sólida sobre ese acontecimiento.
«Lograr los fondos necesarios fue otro debate. Lograrlos, aprovechando el momento preciso, ni antes ni después. Contribuyeron instituciones culturales norteamericanas, cubanos en la emigración patriótica, contamos con una importante contribución de una dama mexicana que siempre ha querido permanecer en el anonimato, pero que vincula también a México al hecho histórico en la fundición.
«Y desde luego, es importante la evocación de una mujer que exaltó el género, que casi a los ochenta años enfrentó el desafío de hacer una obra monumental, que estudió la vida de José Martí, que se inspiró en el amor y el sacrificio de Martí, apóstol y también Mayor General. En Martí confluyen su destino político como creador de un Partido para dirigir la lucha armada por la liberación de una nación colonizada y al mismo tiempo, su carácter como soldado, que evoca aquello de que la mejor forma de no temer al soldado es serlo.
«Él lo fue en el momento mismo en que se involucra en la guerra que él había convocado, y en el momento en que Máximo Gómez, la figura más excelsa de aquella gesta, junto a Antonio Maceo, lo acogen como guía y director máximo de ese proyecto.
«El momento de su muerte está evocado poéticamente en este monumento. Lo hermoso de es que generalmente la escultura monumental, cuando se refiere a grandes héroes de la historia, los evoca casi siempre en un papel triunfante, pero aquí está evocado en el momento de dar su vida por la causa a la que se había consagrado.
«El emplazamiento es mucho mejor que el de la ciudad de Nueva York, porque le permite ser visto en una plaza, en un paseo de gran magnitud. Se ha plantado allí una naturaleza que evoca los viajes de Martí: allí están los olivos del Mediterráneo, las araucarias de Centroamérica, las palmas de Cuba…
«La base granítica es impresionante. Y como la escultura es de gran volumen, cuando te acercas a ella quedas deslumbrado por su belleza.
«Quedará inaugurada oficialmente el 28 de enero, coincidiendo con un aniversario de José Martí, de cara la Iglesia del Santo Ángel, la iglesia castrense donde fue bautizado (en la misma iglesia en que lo fue el padre Varela), en La Habana, la ciudad donde vino al mundo, que pronto cumplirá 500 años.
«¿Qué mejor que conmemorar el acontecimiento del nacimiento de Martí cuando faltan pocos meses para que su ciudad celebre cinco siglos?»
—¿Cómo acercarse a José Martí en estos tiempos?
—Ni con tijeras ni con gomas. No nos podemos acercar a Martí recortando. Hay a ver a un Martí global. Lo que sí se puede hacer es acercarse por los disímiles caminos que nos legó y nos propone: su correspondencia, preciosa; sus versos de amor, sus versos libres; el universo de su literatura periodística; nos ofrece su acción política… por todas esas vías se llega de pronto a un Martí absoluto, a un Martí que requerirá la interpretación personal de cada uno.
Foto: Yuris Nórido/ CubaSí
«Hay una amplísima bibliografía de su dimensión política y moral (Ezequiel Martínez Estrada, Cintio Vitier, Fina García Marruz, Gonzalo de Quezada); hay un Martí en la visión política continental (Mañach y tantos otros)… pero lo más importante que construyamos nuestro propio Martí a partir del conocimiento que tengamos de él.
«Hay que acercarse a él, dialogar con él. Es muy buenos extraer exergos, sacar fragmentos de su obra, pensamientos… pero lo bello, lo importante es insertar esos pensamientos en la obra completa».
—La XXVII Feria Internacional del Libro estará dedicada a su obra. ¿Cómo asumió esa noticia?
—Estoy profundamente agradecido al Instituto Cubano del Libro, al Ministerio de Cultura, a la intelectualidad y al pueblo cubano. Han sido muy generosos. No porque yo venga a hacer la representación de decir «no merezco esto o aquello», porque sería no solamente imprudente, sino también ofensivo para los que han hecho esa concesión.
«Pero siempre he considerado que hice poco por construir una obra que me llevara al escritorio, a la consulta necesaria y paciente de los papeles. La vida me llevó a levantar piedras y cal, a conservar fuentes, rescatar libros, a buscar documentos, a preservar colecciones. Me llevó al culto de la palabra, no como un ejercicio superficial (la palabra hueca, la que nada dice, la retórica maniquea), sino como el vehículo para expresar sentimientos tales como el amor a la Patria, la conciencia de que al amarla, sentimos un amor por lo otro, por lo que nos rodea, el mundo americano, por todos los que sufren y lloran, por todos los que padecen…
Foto: Jorge Luis Sánchez/ para CubaSí
«También por Cuba en cuanto a la acumulación de pensamiento, de ideas, de belleza que este país ha aportado a la historia de la América y del mundo; por los cubanos, de los que siempre me he sentido parte inseparable, parte de ese pueblo, con sus virtudes y sus defectos, que son los míos; con sus luces y sombras, que son las mías…
«Al mirar todo eso, considero que he hecho algo, hubiera querido hacer más; una y varias veces dije que necesitaría un préstamo de una vida, otra más, para poder realizar lo que quiero, con el mismo empeño, como cuando subía escaleras de tres en tres, como cuando recorría diariamente distancias enormes para llegar a los lugares.
«Recuerdo que una vez se me presentó un anciano, llegó quizás en un momento oportuno de mi vida y me dijo: “oiga, yo conozco una técnica que usted quizás recordará de su infancia: las madres solían conservar los zapaticos del primer año convertidos en metal: yo soy el poseedor de esa técnica; pero yo me voy y no tengo ni familia ni a nadie a quien dejársela; yo no vengo a darle el secreto de mi trabajo; yo vengo a pedirle que me dé sus zapatos, con los que usted ha andado La Habana”.
«Le entregué los zapatos. Y cuando me los devolvió (están bien guardados), me di cuenta de que esa etapa de mi vida había concluido, que había que comenzar otra.
«De pronto comenzaron a aparecer niños, jóvenes… Incluso, en una reunión de intelectuales, Fidel me dijo: “Hay un niño aquí, hijo de una amiga nuestra, Katiuska Blanco, que me ha dicho cuando le he preguntado qué quiere ser me ha respondido que quiere ser el sucesor de Eusebio Leal”.
«Me consoló que ese niño, otro u otros, ya estén caminando por las calles. Ya no tendré necesidad de otra vida.
«Y si el Instituto del Libro ha querido reunir en páginas lo que dije o alguna vez escribí, y lo que han escrito o recogido de mí, y dedicarme esta Feria del Libro, ¡que para bien sea!»
—La Habana celebrará el próximo año su aniversario 500. ¿Cómo asumirá ese festejo el centro histórico de la ciudad?
—La Habana tiene muchos centros históricos. Yo ya he renunciado a hablar con sentido absoluto del centro histórico. El centro histórico es quizás un punto de partida. Pero hay muchos puntos de partida: en el Cerro, en Marianao, en Miramar, en la Víbora, en Diez de Octubre, en San Francisco de Paula.
«Cuando hablamos del aniversario no hablamos solo de aquel hecho pretérito de la ceiba: eso es muy bonito, y lo vamos a recordar: el Templete está restaurado, y las pinturas, y las columnas; y el árbol del aniversario 500 está plantado. Hace dos años, el otro árbol dio las señales de que su tiempo había terminado, debimos plantar otro. Esta mañana pasé temprano y vi que la ceiba estaba llena de sarmientos verdes.
«Sí, vamos a celebrar eso: el cabildo, la primera misa, el nacimiento de la ciudad. Pero lo más importante es que lo significa ese tiempo para una ciudad.
Foto: Annaly Sánchez/ CubaSí
«Es el tiempo de una universidad que pronto tendrá tres siglos, le corresponde a la obra ímproba de la Sociedad Económicas de Amigos del País, a la historia de la pedagogía cubana, que tiene en La Habana una parte importante, le corresponde a sus arquitectos y constructores, que hicieron una ciudad fantástica.
«Todo el que llega a La Habana dice “¡Qué maravilla! ¡Qué misterio! ¡¿Qué ciudad es esta?!” Incluso decadente, como está La Habana, cuando tú la tocas, resucita. Donde quiera que la toques, excepto lo que cae vencido, que siempre será menos de lo que se ha perdido en este continente; en aras de una modernidad mal interpretada se demolió bárbaramente.
«La Habana, por una serie de acontecimientos, ha permanecido en su urbanismo y en su esplendor, hasta hoy. Lo que hay es que tocarla con amor e impedir su “arrabalización”. Y sobre todo: hay que cuidar de los que viven en ella.
«Ser habanero no puede ser un signo de superioridad, pero para serlo (como decía Alfredo Guevara con toda razón) se necesita de cierto refinamiento, que nace de la cultura.
«Fidel decía (y no me gusta mucho estarlo citando, me gusta más seguir lo que me enseñó) que las Revoluciones eran hijas de las ideas y de la cultura. Sin cultura no hay idea, sin ideas no hay cultura: esta es una relación dialéctica y armónica.
«Hace falta que se vea lo que hace la cultura cubana desde esta ciudad. Es el aniversario 500 para un ballet, para toda la música cubana, para la poesía, para la tradición jurídica… Pero esta también es la ciudad de los alfabetizadores, la ciudad de los macheteros, las ciudad de la milicia gloriosa e irreductible, la ciudad de los estudiantes, la ciudad de los obreros, donde nacieron los movimientos políticos…
«¡Estamos hablando de algo grande! Hay que romper ese silencio sobre el aniversario 500. La Habana primigenia nació en 1514, en San Cristóbal, en la costa sur, en un punto en que los arqueólogos no han encontrado pero aparece en toda la cartografía de esa época. Se unieron en un momento oportuno, San Cristóbal y La Habana.
«En 1514 ya existía, pero en 1519, según la tradición, nació La Habana, en el año en que Magallanes le daba la vuelta al mundo, en el año en que moría Leonardo da Vinci (el genio más grande de la época), en el momento en que se encuentran, en México, Hernán Cortés y el emperador Moctezuma… En medio de un mundo cambiante nacía la capital de Cuba, la que iba a ser la capital de Cuba, la de las Declaraciones de La Habana, la de la resistencia gloriosa…
«Entonces, La Habana merece no ser denostada perennemente, como si fuera una ciudad estéril. No, esta ciudad ha dado mucho. Esa es la ciudad que celebraremos».
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