Te voy a dar una galleta

Te voy a dar una galleta
Fecha de publicación: 
22 Enero 2018
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Pero también hay otras galletas, cuyo solo anuncio igual puede poner a correr. Porque, aunque no te dejarán un colora’o en el cachete, probablemente acabarán con tu buen humor, tu paciencia y, lo más lamentable, con tu dentadura.

Hablo de esas que vienen en nylon y cuestan 25 pesos. A diferencia de las de soda, son redondeadas y se les llama galletas de sal.

Pero no estoy segura de que su distintivo más relevante sea la sal. No sé si entre sus componentes esté el cemento PP 350 o polvo de piedra. Lo cierto es que para comerlas hay que convertir la boca en una especie de concretera donde la dichosa galleta da vueltas y vueltas hasta convertirse en una mezcla medianamente digerible.

Hay quien decide freírlas, meterlas en el horno o ablandarlas echándolas en el café con leche. Pero las galletas son hechas para comer como galletas, no fritas, ni horneadas ni convertidas en pasta adentro del jarrito del desayuno.

No entiendo por qué, si en esta geografía caribeña se hacen buenas galletas que se venden en cuc, no son también buenas las que se venden en cup. ¿Será porque, si un cuc equivale a 25 pesos, entonces la galleta en pesos cubanos tiene que ser 25 veces más mala?

Es el mismo modus operandi seguido con el pan: el que se vende en los Sylvain, en el Pain de París, en los timbiriches particulares, por lo regular es 25 veces mejor que el de la libreta o el liberado de la Cadena del pan.

Pudiera pensarse que los elaboradores de galletas y panes destinados al mercado en moneda nacional no son cubanos, o cobran en cuc, porque a nadie que usted estime realmente debiera brindarle o venderle esas mercancías.

¿Será que el cubano no estima al cubano? ¿O estima más a su billetera que al prójimo? Porque sí, queda claro que les falta «algo» a esas galletas de sal, durísimas, blancuzas o requemadas, pegadas de a dos o de a tres como siamesas fatales, insípidas, sin sal. Se ha justificado con el deterioro de las bandas transportadoras, con el estado de las tarteras…, pero no pocos aseguran que salen así al mercado porque no se confeccionan con todos y la cantidad de los ingredientes que deben llevar.

Dichos ingredientes luego se emplean para hacer más producción que se vende «por la izquierda» o, sencillamente, se venden como materia prima a dulceros y panaderos que luego confeccionarán deliciosas galletas, panes y dulces en cuc.

Confiemos en que, más temprano que tarde, se unifiquen las dichosas monedas, se replanteen salarios, precios, y, en consecuencia, las galleticas salgan mejores, comestibles; porque la prensa, a pesar de haber comentado sobre el asunto en varias ocasiones, poco ha podido resolver.

Mientras tanto, cuando alguien le anuncie que le va a dar una galleta —no un golpe en la cara, sino de esas de las que aquí se ha hablado—, tómelo igual como una amenaza.

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