JÓVENES Y ARTISTAS: Nacidas para el teatro

JÓVENES Y ARTISTAS: Nacidas para el teatro
Fecha de publicación: 
18 Noviembre 2017
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Bárbara Rodríguez, Laura Hernández y Beatriz García estudiaron hasta el curso pasado en la Escuela Nacional de Teatro. Como se ha hecho tradición, hicieron su tesis de graduación bajo la tutela de Carlos Díaz. Y la obra con la que se graduaron gustó tanto, que el director cubano decidió incluirla en el repertorio de su compañía Teatro El Público.

Se trata de Así que pasen cinco años, puesta de Díaz  que se presenta por estos días en la sala Raquel Revuelta, a partir del texto homónimo de Federico García Lorca. Pero el director y el dramaturgo con el que trabajó, Fabián Suárez, fueron más allá de lo escrito. El resultado es un homenaje al Lorca más surrealista... y al Lorca más raigal, el que murió asesinado por los fascistas.

Bárbara, Laura y Beatriz interpretan en este espectáculo personajes de gran carga simbólica, que exigen de las jóvenes actrices un particular compromiso. Conversamos con ellas.

Hizo teatro antes de ver teatro

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Bárbara Rodríguez Menéndez vivía en San Juan y Martínez, Pinar del Río, un pueblo en el que raramente hay presentaciones escénicas. «Así que yo hice teatro sin haber visto nunca teatro. Fue un impulso y una necesidad. Tuvo mucho de intuición y de atrevimiento». Sucedió cuando vino a estudiar a la Escuela Nacional de Arte, que fue para ella el descubrimiento de un mundo que ahora la apasiona.

«Yo no sé muy bien por qué escogí esta profesión. Yo solo sé que los actores tenemos mucha suerte: podemos vivir muy intensamente. Cada actor tiene sus peculiaridades, y hay mil maneras de asumir un mismo personaje. Eso es mágico, ver todos los caminos que van hacia un mismo objetivo».

La primera obra de Teatro El Público que vio Bárbara fue Ana en el trópico. «Me resultaba muy raro todo lo que pasaba sobre el escenario. No comprendía algunas cosas. Pero yo estaba muy concentrada en las actuaciones. Fue maravilloso. Me vi sobre ese escenario».

A ella le interesa mucho el proceso de construcción de un personaje. «Es muy importante. Yo me implico mucho con los roles que me tocan, trato de entender motivaciones y antecedentes».

En Así que pasen cinco años interpreta un personaje de gran calado metafórico: el maniquí. Asume un largo monólogo, de enfático lirismo. Y lo dice prácticamente sin moverse: toda la emoción por dentro. «No fue fácil, pero creo que ya lo tengo. Aprendí muchísimo en el montaje. Carlos Díaz es un maestro. Es más que eso: ¡es una escuela!»

Quiere actuar y cantar

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Laura Hernández vio Calígula, en la versión de Carlos Díaz para Teatro El Público, y soñó con estar sobre el escenario, actuando. Ese ha sido el sueño de decenas de actores y aspirantes a actores. «La sala estaba llena, había una energía maravillosa; me encantó la manera de hacer el teatro; me vi queriendo formar parte de esa magia».

Soñar para conseguirlo. Unos años despúes se graduó en la Escuela Nacional de Teatro precisamente con un montaje de Carlos Díaz. Allí interpreta al Niño muerto, un pequeño gran rol: poco tiempo en escena, pero minutos de gran intensidad. «Al principio fue difícil encontrar el personaje, pero poco a poco fue apareciendo. Llegó el momento en que pude comprender las referencias y las implicaciones».

Ella siempre quiso cantar, pero estudió actuación para librarse de una timidez casi patológica. «Eso ha hecho el teatro conmigo: me ha ayudado a descubrirme. Ha sido como una explosión en mi vida».

Pero Laura quiere llevar dos carreras a la vez: la actuación y el canto. «Ojalá pudiera. Me encantaría hacer teatro musical, sería la fórmula ideal. Yo quiero ser una actriz que cante».

Mucha personalidad

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Beatriz García Barrera es una actriz con mucha personalidad. Eso dicen de las actrices que imponen por su presencia escénica, por su poderoso aparato vocal, por la fuerza de su proyección. Es el caso. En Así que pasen cinco años ella interpreta a la Criada. Según Carlos Díaz, las criadas están entre los mejores personajes del teatro. Beatriz lo sabe y lo demuestra.

«De niña yo nunca pensé ser actriz, quería ser doctora. Pero la vida dio muchas vueltas y entré a la escuela de teatro. Incluso, allí al principio no tenía claro si quería dedicarme a la actuación, pero en determinado momento, como ejercicio de clase, me montaron la Amanda de Zoológico de cristal. Y ese fue el momento. Lo amé. Supe que ese iba a ser mi futuro».

Como Bárbara, Beatriz le da mucha importancia a los procesos de montaje. «Construir un personaje es maquinar. Hay que buscar en la vida para construirlo. No se trata de llevar al personaje a la vida, sino de sacarlo de la vida misma».

Nunca imaginó integrar Teatro El Público. «Te confieso que antes de conocerlo no me simpatizaba Carlos. Pero mi opinión cambió radicalmente desde que comencé a trabajar con él. Es maravillosa esa manera de entregarse al trabajo. Es una verdadera escuela. No solo te muestra los caminos para entender un personaje, sino que también te ayuda a conocerte a ti misma».

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