VERANO EN LA TV: Dos meses que no valen diez

VERANO EN LA TV: Dos meses que no valen diez
Fecha de publicación: 
4 Septiembre 2017
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Recuerdo con cariño mis programaciones de verano infantiles. Eran los 80 y la TV mínima: de 6 a 12, las mañanas hasta las 10 y media hora de noticiero a la 1.
 
La hora habitual de muñequitos se multiplicaba y aparecían a las 9 am Dartacán y los tres mosqueperros, David el gnomo, El pequeño Cid, Brujilda, Banner y Flappy y muchas otras que mi mente descartó, pero que me tenían clavado ante el televisor desde temprano. También las aventuras que seguían a eso de las 10. Y luego ¿el cierre de la planta? hasta las 12. Creo que sí.
 
De las tardes casi no tengo memoria. Sólo a partir de los 90. Pero no puedo olvidar Prismas bajo el sol invariable sinónimo de etapa estival.
 
Era también la época de las novelas brasileñas veraniegas (así empezaron, como oferta especial y se quedaron). Doña Beija, Derecho de amar, Roque Santeiro.

De las grandes tiradas de Opina, con una variedad de información envidiable para entonces, incluso hoy que la televisión no recibe cobertura y hay Internet.

Todo ello era síntoma de una programación literalmente especial que compensaba los meses previos de ayuno audiovisual.

Hoy en día la programación de verano ha perdido sentido, entre otras cosas, porque la TV cubre el día entero y muy pocas, pero pocas ofertas clasifican como algo digno de una temporada exclusiva de emisiones.
 
Hace un tiempo vengo preguntándome ¿por qué concentrar todos los esfuerzos en dos meses, cada vez menos decisivos en el entretenimiento de la masa, cuando el resto del año la TV anda tan coja?
 
No es secreto que en el mundo el verano es tiempo muerto y la mayoría de los canales reservan los estrenos para septiembre (o el mes que abra del otoño austral).
 
Obvio: hacer dos, es más fácil que hacer diez. Y que los mil problemas de producción no pueden garantizar plazos fijos. Menos en tiradas largas.

Pero el esquema se tiene que invertir y hay que empezar a trabajar ‘dos meses’ para garantizar el año entero, no trabajar el año entero para garantizar dos meses.
 
Más cuando no hay sustantiva diferencia ni con respecto a veranos previos, decepcionantes, por lo general, ni a la programación habitual. Como es el caso.

La actual, para variar, se inició con perfil bajo. Se entiende. No había mucho qué anunciar. Muy a pesar de la favorable estadística.

Mi primera impresión cuando encaré la cartelera fue de reguero y saturación.
 
Nada nuevo, si vemos los esquemas de Cuba y Multivisión.

Pero ahora, con la programación ‘adornada’, la dispersión se hacía más aguda.

El desbalance entre tardes y noches era tan notable como la paradoja mayor: no había espacio para los programas. El jueves, por ejemplo, salían ¡ocho! en el lapso de dos horas. Las tardes de CV, sin embargo, estaban desiertas.

Al menos, para el público adulto, que fue marginado so pretexto que, por los ‘hábitos de consumo’, levantados por el CIS*, las tardes son horario para adolescentes, que vuelven de la playa y esperan para volver a salir de noche.
 
No tengo las estadísticas, pero dudo que hubiera muchos jóvenes sentados ante sus televisores viendo El circo, el programa que lo antecedió en julio o Paso libre a las 2 pm.
 
Lo digo a ojo de buen cubero, con mi sociología diletante y de barrio, que me permite hacer algunas observaciones y sacar mis conclusiones.
 
Tampoco viendo cuentos… (¡qué sí son cuentos! ¿dónde sacarán estos títulos?), los investigadores, que volvieron a pasar por la manteca los mismos detectives que han transitado, textualmente, por todos los canales y todas las horas.
 
Al punto de de abrir con la misma Miss Marple de Agatha Christie que esa semana se estrenaba en MV a las 3 pm, al que también le ‘escamotearon’ al inspector Maigret o al siempre disfrutable Montalbano, hoy dado a cuentagotas por las pugnas económicas entre la RAI y Luca Zingaretti. Dicen.
   
Al más juvenil de todos, Pensando en tres D, le falta y, al mismo tiempo le sobra, una de estas. Saque Ud. la conclusión ¿cuál?
 
El resto era, palabras más, palabras menos lo que ocupa esas horas en semanas normales, Nota a nota inclusive, o cosas que no captan la atención dispersa y urgida de fuertes estímulos de los jóvenes de hoy. Una calle mil caminos. Quizás.
 
O sea, no sólo era el grueso del diseño usual de transmisiones, sino sus espectadores que, lo más seguro, se mantuvieron fieles… por inercia.
 
A Multivisión le tocaría asumir al público adulto. Pero incluso aquí hubo baches.

A mí, que veía las tiras humorísticas de la tarde y la novela, sencillamente, me desconectó. Desde que se acabó Sos mi hombre, novela no hay. Y soy novelero.

La japonesa Comer es vivir, perfecta para las tardes (que no para las 10 pm) es demasiado ‘blanca’ para mi gusto.
 
Si bien le reconozco el mérito de aproximarnos a otra cultura y otro temperamento en que la ética y la formalidad reinan, veo su perfección con recelo: cuando una sociedad insiste en presentarse en tonos tan ideales, mucho esconderán sus entretelas… acuérdense del dicho de las aguas mansas.
     
Me rescató la radio. Y en particular Joaquín Cuartas con su novelón de campeonato. Crónica social, en nueva versión de Radio Arte, es escuela del dramatizado radial también en crisis. Ahora crónica.
 
La TVC se mostró operativa. Ajustó su sobrecargado jueves, que admitía, además, algunas supresiones. No entiendo las duplicaciones de frecuencia en detrimento de espacios propios mal ubicados.
 
El absurdo fue tal que el arcaico De la gran escena rozó la medianoche.  ‘Gracias a Dios’ ‘mejoró’ su horario. Pero las viejitas seguirían reclamando…

Las series de martes y jueves fueron empujadas a la madrugada por el mismo exceso, en que se incluyeron los unitarios hechos en Cuba. La gran mayoría de repetición, pienso, para justificar la emisión del único estreno: Pareja abierta.

De éste hablamos aquí hace unos días. Léalo.
 
¿Cómo pretenden que el pueblo aprenda algo de Atila, el huno, o descubra las trapisondas de la tele-realidad con Irreal, si no sólo los horarios son prohibitivos, sino la calidad de sus videos no soporta la mínima crítica de una TV profesional?
   
Mal que de cuando en cuando alcanza a la novela brasileña. Incomprensible, siendo un programa importado directamente y habiendo ¿ya? un máster digital.
 
Hablando de Lado a lado, aunque lejos está de suceder, si se quisiera encontrar un espacio para emitirla a diario, en un horario alternativo a la cubana, simplemente, no lo hallaría ¡pues sin haber programas, hay demasiados!

El mismo vicio se volvió contra una iniciativa al que el programador apostó fuerte: los musicales después de las 10 pm.

Otra vez les debo el dato exacto, pero conociendo esos mismos ‘hábitos de consumo’ que lo justifican todo y palpando la expectativa cultural del espectador de modo empírico, puedo apostar que Nuevo día, Encuentros o la inexplicable Noche con Lucas, pasaron sin pena ni gloria.
 
De los musicales y otros espacios de los Educativos ni hablo. Aunque ambos canales merecen una salva de aplausos por la renovación de su imagen. Palidecen ante ellas las de CV o el NTV. Incluso del Canal Caribe. Por su importancia, merecían más empeño.
 
Cubanizado, a despecho de su ‘objeto social’ (la programación foránea), MV cayó en el maratón de películas y series. Estas últimas en inglés. Siempre en inglés. Menos Zoológico (que obviamente no cabe en su parilla, como no caben los documentales del sábado o la revista de la TV Serrana).
 
Y de nuevo una paradoja: los seriados concebidos para una frecuencia semanal, se emiten a diario, mientras que la novela a la que por estructura le tocan los cinco días, viene en la incómoda y, sobre todo, rechazada variante alterna.
 
No sé qué se harán los programadores el día que los realizadores exijan derechos por sus filmes. Ninguna TV abierta del mundo coloca tantas películas como la cubana. Obvio, vivimos en otro contexto y con atenuantes dignos de considerar. Pero teniendo un caudal abierto, tanto para las series anglo, como la cinematografía internacional, no siempre vemos la crema y nata del audiovisual.

Este verano, como otros, hubo demasiadas retransmisiones (Corazón valiente vista dos veces en lapsos cortos, por CV y MV, ¿Has estado en la luna?, ídem, en el mismo MV, Los miserables, Bailamos, con Richard Geere y J.Lo, Cadena Perpetua, emitida por lo menos tres veces este año, la película de Versace, El diablo viste de Prada, deliciosa, Florence Foster Jenkins, también, son algunos títulos reiterados; los programadores hallarán más, porque muchos repitieron).
 
El cine francés estuvo de plácemes. No sé el público…

El humor siguió en veda. En humor a la verdad, originalmente pensado para el viernes, acabó el jueves, apachurrado por los mil y un programas.

No sirvió aquí el efecto sándwich, mediante el cual espacios poco vistos se benefician de la gran audiencia de otros más populares. Finalmente, lo colocaron los viernes después de la novela. ¿Alguien de Uds. lo siguió?
 
Si estaba en La Habana, lo más probable se haya decantado por Sinú y antes por sensacionalista La esclava blanca, hoy transmitida para toda Cuba a las 5:45 y 11:15. En realidad, mejor horario no merece. Esto es un bodrio a lo Telemundo.
 
La responsable de su desplazo fue Colmena TV, un programa delicioso, que si bien conforma un ciclo de shows producidos por RTV Comercial (viernes: Colmena, sábado: Somos familia, domingo: Sonando en Cuba), no parece tener su localización ideal los viernes tras el noticiero.
 
Detalle, con el cambió de Pa’ que suenes para el jueves, de miércoles a domingo, RTV Comercial ‘domina’ el horario de las 8 y 30 de la noche.

Y no es negativo. En materia de espectáculos RTV Comercial es una marca de excelencia. Al menos en Cuba.
 
Cierto que no todo lo que brilla es oro y hay más de una salvedad que hacer con Somos… y Sonando… (hoy debruzado en la baladita fácil, con tanta obra que hay en las arcas de la música cubana). Pero cumplen su función: entretener.
 
Tras la huella, padece el mismo drama. No hay día que empiece a las 10 en punto. No hace tanto sonaban las doce campanadas y el policíaco nacional no había terminado. ¿Qué decir de ‘Taladrid’? que, con inteligencia, optó por repetir programas, so pretexto del aniversario 20. Lo útil con lo agradable.
    
La programación de la TVC admite muchas racionalizaciones. Ya sea en cantidad de espacios, la calidad de sus ubicaciones e intencionalidad.

No importa cuán ‘científicos’ son los métodos que la sustentan, la grilla de la TVC, Cubavisión en particular, es incómoda y no prioriza la visión del programa.

Los hábitos de consumo estaban ajustados a una aventura a las siete y media, por ejemplo. Hace dos décadas que la aventura se esfumó (la del CE1, enlatada o de repetición, no rescata esa rutina). Otros hábitos se modulan o se modelan.

Hay que acabar de mover determinados patrones, acabar de poblar las tardes de Cubavisión, malgastadas en emisiones fantasmas; mejorar y garantizar los espacios de retransmisiones (al menos de los extranjeros que no llevan pago por exhibición), para que el público vea sus programas cuando quiera (de preferencia, no de madrugada o rondando el amanecer que es lo que pasa hoy).

Acabar de afianzar la frecuencia diaria de la novela brasileña y encontrar un espacio para la itinerante novela cubana, la única que no se puede garantizar (como ha probado la vida), debía ser otra prioridad a despecho de reparos de toda clase.
 
Dirán que sólo vimos el lado negativo. Pero tampoco vale regodearse en triunfos que no existen. El hecho de haber distribuido media docena de programas didácticos, históricos o de matiz político por la parilla, no indica eficiencia, ni una misión cumplida.
 
La misión de la TV culta, ideológicamente pertinente y entretenida aún está por germinar.
    
*Centro de investigaciones sociales del ICRT

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