Se graba una telenovela (y necesitamos más)

Se graba una telenovela (y necesitamos más)
Fecha de publicación: 
27 Abril 2017
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En un restaurante privado de Nuevo Vedado se están grabando por estos días algunas escenas de una de las telenovelas cubanas en producción: Más allá del límite, escrita por Yoel Monzón y dirigida por Miguel Brito.

Producir una telenovela no es cuestión de coser y cantar. Más allá del límite tiene previsto su estreno para finales de 2018, si todo sale como está planificado… y ya se sabe que en la Televisión Cubana los planes pueden cambiar de un momento para otro.

Pero en esta locación todo parece fluir. Las escenas se graban en el tiempo previsto, no hay regodeos estériles. Los actores vienen con los textos bien aprendidos. El equipo técnico sabe muy bien lo que tiene que hacer. Las indicaciones son precisas.

«A las cuatro de la tarde ya hemos terminado el trabajo del día —asegura Brito. Eso es importante, porque si por problemas organizativos se atrasa todo, ya el actor no te rinde lo mismo a las siete de la noche. Si se va temprano, descansa, y viene con mejor disposición al otro día».

Es temprano por la mañana y la verdad es que los protagonistas de esta historia lucen dispuestos.

 

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«Un actor que se respete —dice Fernando Hechevarría, que es uno de los “villanos” de la historia— tiene que tenerse bien estudiado su personaje antes de empezar a grabar. Y los actores de aquí nos respetamos mucho».

Del dicho al hecho. El director hace un pequeño ensayo, se ajustan las luces y los encuadres, y se da la orden de grabar. Casi nunca hay que repetir una escena por errores o imprecisiones.

«Aquí se trabaja así, este es un equipo muy profesional» —comenta Monzón, el escritor.

Que es un escritor asista a la grabación de su telenovela, que comparta con los actores y los realizadores, que se involucre de alguna manera con la producción… no es habitual en nuestra televisión.

«Pero la verdad es que ese diálogo es fundamental —afirma el director. En nuestro caso pudimos sentarnos a hablar y organizar desde el principio. Todo se pensó desde el punto de vista productivo desde el momento mismo de escribir las escenas».

Está claro, para el espectador, más que el empeño vale el desempeño. Y una telenovela es un trabajo de equipo: si un eslabón falla, se resiente toda la armazón.

«Aquí navegamos con bastante suerte —insiste Brito. Contamos con gente capaz, que resuelve los problemas puntuales, que inventa, que busca cuando no hay… Es un personal con buena calidad humana. Pero desgraciadamente desde otros puntos de vista (los recursos para producción, la escenografía, la tecnología…) tienes que jugar con lo que tienes… y lo que tienes no es mucho».

La piedra en el camino

«Nuestros mecanismos de producción son obsoletos» —se lamenta Fernando Hechevarría. Sabe lo que dice; ha trabajado en muchas telenovelas cubanas y está al tanto de los esquemas de producción de las “de afuera”.

«Afuera se va escribiendo contra rating. Aquí se hace una historia de cien capítulos de un tirón. Se revisa una y otra vez, se aprueba su factibilidad, se graba… Pasan dos años… Y esa realidad que recreó el escritor ya no es necesariamente lo que era».

He ahí un problema que la telenovela cubana no ha podido resolver: la inmediata retroalimentación con el público.

«Si una subtrama no funciona, no se puede quitar, o minimizar, hay que arrastrarla hasta el final. Y si un personaje gusta mucho, no lo puedes potenciar más» —dice la actriz Yazmín Gómez.

Con esos bueyes hay que arar. Ahora mismo no se vislumbran soluciones: habría que cambiar muchas concepciones y maneras de hacer, que están estrechamente ligadas a las actuales condiciones económicas.

 

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«Puede que el escritor sea muy lúcido —acota Hechevarría mientras señala a Yoel—, pero las transformaciones que permanentemente vivimos en nuestro país pueden jugarle algunas malas pasadas. Esta telenovela habla de la emigración; ¿puede alguien asegurarme que dentro de dos años la situación sea exactamente como la de ahora?»

Quizás sería más fácil si se hiciera lo que se suele hacer en otros países: desentenderse en buena medida del contexto.

 «De hecho, hay dos tendencias a la hora de escribir una telenovela —afirma la asesora Margarita Ruiz. De un lado, la telenovela más centrada en el ser humano, en los dilemas personales de sus protagonistas; del otro, la obra con una vocación más social. Son dos visiones válidas. Pero la verdad es que nunca se lo podrá dar la espalda del todo al contexto. Esa es la simbiosis que ha defendido la telenovela cubana de los últimos tiempos».

Yazmín Gómez lo tiene claro:

«Una telenovela es mucho más rica si sus personajes tienen diferentes procedencias. Por eso es importante ubicar bien al personaje en su contexto, aunque ese contexto sea feo. Ahora bien, eso no significa que se puedan traicionar o ignorar los códigos de la telenovela, que no son los de otros dramatizados».

Lo cierto es que el público en Cuba se ha acostumbrado a que las telenovelas asuman en hasta cierto punto el rol del periodismo.

«Es natural. Yo creo que es la plataforma ideal para tocar algunos aspectos polémicos de la realidad, para hablar del cubano de a pie» —asegura Fernando Hechevarría.

Pero eso implica algunos riesgos.

«Cuando nosotros recreamos esa realidad, a veces a la gente no le gusta, porque puede ser un poquito fea… Aunque también tiene cosas muy lindas. Pero la verdad es que nos cuesta equilibrar eso. ¿O será que sencillamente no sabemos equilibrarlo?» —se pregunta Yazmín.

¿Para qué hace falta una telenovela?

«La gente siempre reclama su telenovela, la telenovela hecha en Cuba —afirma Margarita Ruiz. Primero que todo hay una necesidad del público. En segundo lugar: una necesidad de los autores. No podemos renunciar a nuestras producciones».

El director agrega: «La telenovela es uno de los pocos productos que puede todavía paralizar en un horario específico al país. Lo más importante es que la gente se vea, se reconozca en esos actores, en esas historias. Tenemos que hacer al público partícipe».

Es un reto. Pero para Yazmín Gómez el reto mayor sigue siendo saber contar:

«Creo que lo esencial es la trama. Cuando hay una buena historia, que esté bien contada, se garantizan muchas cosas. La gente no se fija mucho en lo demás. Hay mucha mojigatería con este género. Hay prejuicios. Y hay creadores que lo menosprecian porque creen que los van a subvalorar. Algunas de nuestras más populares telenovelas de los últimos años no eran perfectas desde el punto de vista de la puesta, pero la gente no se fijó mucho en los decorados, en el vestuario, en la iluminación, porque quedó cautivada con las historias».

 

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Fernando Hechevarría, no obstante, cree que no bastan buenos guiones:

«Hay una razón de fondo que define la calidad: los directores. Y más allá, los que deciden quiénes son los directores. Hay gente que no sabe trabajar con los actores, no sabe nada de producción, no sabe guiar un colectivo… pero aparentemente “termina” una novela en determinado tiempo, con determinado reconocimiento público… ¡y le vuelven a dar otra telenovela! ¿Cómo es posible que nadie entre los directivos se dé cuenta?

«Mirta González me enseñó que la televisión puede ser arte. Estoy convencido, la vida lo ha demostrado. Pero si no dirige la persona adecuada, el resultado no puede ser bueno, aunque uno se reviente como actor, aunque ponga todo su empeño.

«Tú puedes poner todos los recursos del mundo —los que tiene Brasil, por ejemplo—, los mejores actores, los mejores libretos… Pero si eso no lo dirige alguien capacitado, no llegamos a ningún lado».

Todos los actores aplauden el discurso. Aquí hay material para otros reportajes.

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