Plaza de la Marqueta, donde el tiempo se detuvo

Plaza de la Marqueta, donde el tiempo se detuvo
Fecha de publicación: 
9 Septiembre 2011
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Fotos: Juan Pablo Carreras, Especial de la AIN  para CUBASI

La Plaza de la Marqueta, un espacio mágico y divino, como la describió el narrador Pedro Ortiz, está ubicada en el centro histórico de la ciudad de Holguín y en ella el tiempo parece detenerse.

Sus paredes resuman humedad y muestran sus grietas como tatuajes del paso de los años, imagen de casi 160 años de existencia, en los cuales ha sido el primer mercado de la entonces villa y ahora centro histórico donde se rescata la memoria. Plaza-Marqueta2_JPC_04
 
Inaugurada el 19 de mayo de 1848 como la entonces Plaza del mercado O´Donell, su emplazamiento generó numerosas inquietudes entre los habitantes por su cercanía al campo santo y por haberse sido instalada antes allí una picota pública.
 
La historiadora Ángela Peña Obregón relata que el proyecto original consistió en una gran nave edificada en madera con cubierta de tejas sobre una base de mampostería, rodeada por galerías de pies derechos de madera y una puerta principal rematada por un frontón.Plaza-Marqueta_JPC_04
 
En su libro "La Ciudad de los Parques", la investigadora señala que esta fue la única plaza edificada y cerrada fuera del sistema de parques que corren a lo largo de las céntricas calles Maceo y Libertad, ejes fundamentales de la oriental urbe.
  
A la edificación original la sustituyó en 1918 un Mercado Modelo, de estilo ecléctico, con cuatro puertas de acceso y galerías perimetrales, narra la autora, quien destaca el creciente auge comercial que adquirió esa zona al crecer las actividades gastronómicas, las ventas de animales, productos y la prestación de distintos servicios.

Hoy la Plaza de la Marqueta, como se conoce, rescata su protagonismo como centro comercial y en su perímetro se ubican tiendas del Fondo Cubano de Bienes Culturales, de la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (EGREM) y la galería de Arte Génesis.

Desde allí también se gestan ideas y se trabaja para devolverle su antiguo esplendor y convertir su inmueble principal en la Sala de Conciertos de Holguín, un viejo sueño del artista de la plástica Julio Méndez Rivero, principal impulsor de un ambicioso proyecto de intervención.

El encanto de sus corredores laterales, las leyendas atrapadas en cada pared y la posibilidad de cerrar sus calles al tráfico, convierten a ese sitio en un escenario ideal para un complejo cultural que permita conocer la historia de una ciudad con casi tres siglos.
 
Así la Plaza de la Marqueta se muestra como una pequeña y antigua joya, resguardada de los vientos de la modernidad, aferrada a su eclecticismo, protegida por sus habituales bohemios o viejos que carretilla en mano aguardan, a la vieja usanza, por una carga para transportar.

También, se convierte en espacio para los románticos, para los que persiguen capiteles antiguos o buscan protegerse del sol, un sitio único en la geografía citadina donde el tiempo se detuvo y descansa entre la humedad y los resquicios de las paredes.

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