Sexo a los 50': «Acurrúcame, mi amor»

«Prefiero dos de 25 que uno de 50». Esa es su frase preferida, cuando de parejas se trata. Profesional, carismática, y a punto de llegar a los 70 años, Déborah se manifiesta de una forma tan abierta para hablar de sexo que, en ocasiones, hace sonrojar a sus interlocutores.

No tiene pudor para piropearlos, y cuando alguien le atrae (casi siempre jóvenes), se lo hace saber sin prejuicio alguno. «Niño, te llevaría para mi casa, si no tuvieras quien te cuidara» o «con una noche me conformo», son frases que le he escuchado decir alguna que otra vez.

Con siete décadas de vida, Déborah no ha renunciado al amor, y mucho menos al sexo. El tema es recurrente entre mujeres. ¿Es la edad una limitante?
                                

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Enviudó joven y la crianza de los hijos le hizo olvidar un tanto de sí. Mas ya han pasado muchos años y el tema dejó de ser tabú. Hoy Ileana manifiesta con absoluta sinceridad sus emociones. «Tengo deseos de tener una pareja, un hombre con quien tener sexo, conversar, pasear. La vida corre y los años se van».

Sin embargo, Ileana no toma decisiones a la ligera, y las amigas comentan que se ha vuelto un tanto exigente, por lo que le cuesta trabajo encontrar compañía. El deseo no se ha apagado, solo falta la llamita que sea capaz de despertar cuanto de pasión y de sensibilidad hay en ella.

«Pienso en el sexo todos los días, pero también me preocupa cómo hacerlo, pues ya no tengo 20 años, mi cuerpo ha cambiado, y me apena desnudarme, al menos esa primera vez. Preferiría hacer el amor con la luz apagada».

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«El sexo es placentero a cualquier edad, yo diría que necesario, imprescindible. Hace años tuve una relación con un hombre mayor que yo y era encantador. En el sexo hay que dar y recibir, y las mujeres necesitamos mucho de las caricias, de la estimulación. Se dice que el clítoris de la mujer está en los oídos; lo que escuchamos —sobre todo en ese momento— es muy importante para alcanzar el clímax», dijo Elizabeth, quien no llega a los 50 años, pero cree que jamás va a renunciar a tal placer.

No son «los últimos cartuchazos», como se dice por ahí. El amor y el sexo están por encima de todo, y no hay que ir a la cama pensando en el mañana, sino en el hoy, en el presente.

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Divorciada y con un hijo ya profesional, Alejandra compara el sexo con la felicidad. «¿Se dice que a esta edad las mujeres van en declive?», la provoco.

«¡Nooo, para nada! Yo diría que es una etapa de florecimiento espiritual. Generalmente, una se ve bien físicamente, ya los hijos se desenvuelven solos, y entonces una puede actuar con mayor libertad.

«Por la edad, ya no deben haber preocupaciones por un embarazo no deseado, y los prejuicios, si alguna vez existieron, pasaron a un segundo plano. Una conoce mejor su cuerpo, sus zonas eróticas, y si la pareja nos gusta, como es mi caso, entonces hay mayor disposición para tener sexo, aunque sea una vez a la semana».

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«Es lo mejor que se ha inventado, un ejercicio indiscutible. Cuando una tiene sexo, todo lo demás se olvida. Por determinadas razones, he llevado dos parejas a la vez, y aunque desde el punto de vista espiritual no me he sentido cómoda, te puedo decir que el acto ha sido placentero, sí lo he disfrutado. Claro, siempre a una le gusta una persona más que otra», aseveró Clara, quien muy pocas veces está sola.

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Maylin tiene una pareja dispareja. ¿Cómo es eso? Sí, algunas cosas de él le gustan, otras las detesta, entonces el tener sexo se alarga y se alarga. Y hace tiempo que no llega. Esa es la vida. Una amiga le pregunta: «¿Pero tú no tienes deseos?» Ella le dice: «Sí, pero es que Roberto —vamos a llamarlo así— no se me insinúa, aunque siempre me busca y me llama por teléfono». Y no se hace esperar el  consejo: «¡Mira, acarícialo, pásale la mano, déjale saber que le haces falta!».

Esas palabras le dan vueltas en su cabeza. Las analiza una y otra vez, pero luego Roberto, con alguna acción desagradable, le «mata» los deseos. Maylin está consciente y asegura que: «tener sexo es saludable y encierra todos los adjetivos buenos que se le puedan poner, pero necesito sentirme querida, amada. Sexo por sexo, no vale la pena». Tal es su determinación.
                                       

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Si cada persona es un mundo, como dice el refrán, lo mismo pudiera decirse de este asunto. Cada cual sabe lo suyo. De pan solo no vive el hombre, como tampoco la mujer. Hace falta el amor para endulzar la vida, las caricias para sentirnos amadas, las palabras dulces para abrir los caminos del placer.  

Si los estudiosos del tema hablan de la necesidad y la importancia del sexo en la tercera edad, ¿cómo entonces pensar que a los 50' la vida en este sentido ha terminado?

Varios mitos han rondado la sexualidad durante años, sin embargo, en la actualidad se reconocen sus múltiples beneficios para la salud. Algunos especialistas no solo admiten la importancia de su práctica, sino que aseguran que existen mujeres cuyos deseos crecen en esta etapa de la vida.

La literatura especializada considera que determinados factores —aumento de la esperanza de vida, variables sociales y cambios culturales— han favorecido que el sexo en la tercera edad se practique con mayor frecuencia, no solo entre parejas casadas, sino también entre solteros y viudos.

«Acurrúcame, mi amor» —como le decía la protagonista de una película a su esposo, luego de una larga vida de matrimonio— pudiera ser el primer paso para una noche feliz.