DIARIO DE UNA ESPERA: Mucho tiempo es una mentira

DIARIO DE UNA ESPERA: Mucho tiempo es una mentira
Fecha de publicación: 
18 Agosto 2016
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Hemos empezado a comprar las cositas para el bebé. Los exorbitantes precios sacan los colores hasta a aquellos que se les dan de más fuertes a la hora en punto de cualquier dilema. Algunas de las compras son más o menos necesarias, la mayoría ineludibles.



En la peripecia de encontrar lo que buscamos recorremos muchas tiendas hasta que terminamos haciendo hincapié más en la calidad que en el monto a desembolsar.



Mi mente por su parte no deja de hacer de las suyas. Mirando la ropita trato de imaginar la cara de mi hijo, si le asentará el azul o si será mejor el amarillo. Cierto, el azul es inevitable pero el amarillo siempre me ha gustado en los varoncitos. ¿Cuánto tiempo pasará hasta que él mismo escoja su atuendo? ¿Me pondré “ridícula” como tantas madrecitas que, intentando estar a la moda, de todas maneras rechazan algunas nuevas tendencias?



Siempre he sido desfasada también en esos asuntos e igualmente he defendido desde mi uso y razón que la ropa no determina ni puede disfrazar o esconder lo uno es, esencialmente y sin medias tintas.



No pretendo ni puedo asegurar que mi hijo será un modelo de conducta pero ya saben ustedes de mi compromiso para ver cumplida, al menos, la mitad de mi anhelo. Que sea un hombre de bien, pensándolo mejor, tampoco es algo que pueda controlar de por vida. Llegado el momento, sin remedio o con él, mi bebé se creerá hombre y tomará sus decisiones, como antes hicimos nosotros, sin consultas previas y segurísimo de estar acometiendo las formas más correctas.



Probablemente mi paciencia más de una vez se ponga a prueba, pero desde ahora afirmo que no tengo la intención de dejarlo caerse para que sepa levantarse. Al menos hoy, 18 de agosto, ese es mi pensamiento. De todo todo, lo que no quisiera es que permute su ética o que tambaleen sus convicciones debido a la influencia de compañías (que yo no podré elegir).



Sus amigos son cosa muy suya. Aunque pueda dar el pie forzado para que se decante por los hijos de mis mejores aliados, esto sé, no es justo que me inmiscuya.



En la parte que me toca quizás pueda convencerlo para que entienda la importancia de encontrar gente recíproca, no en lo material y sí en el más complicado plano de los afectos.



Mientras encargo pañales y culeros, me decanto por uno u otro color para su salida del hospital voy pensando en todas estas cosas y luego me sorprendo por la lejanía de los acontecimientos.



Pero la lejanía es retórica, pura falacia, hace unos meses yo ni pensaba escribir estas líneas y aquí me tienen, más feliz imposible. Rectifico, cuando tenga a mi hijo en mis brazos y recorra sus rasgos tan nuestros, ahí estaré más completa, más llena de paz.



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