Ni tan juntos ni tan revueltos

Ni tan juntos ni tan revueltos
Fecha de publicación: 
12 Septiembre 2016
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Dentro de 15 años aumentará el número de hogares en Cuba y más de la mitad de estos tendrán una mujer a la cabeza.

Así ha dado a conocer este mes la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) en un novedoso ejercicio experimental como le han llamado, que avizora tendencias para el período 2015 –2030.

Constituye, indica la propia Oficina, un aporte cubano a la metodología de las proyecciones demográficas, en particular, para las proyecciones de hogares, y resulta una novedad desde el punto de vista científico, así como del servicio estadístico que ofrece.

Aun cuando se trata de un estudio de tendencias, no de la lectura del tarot u otras prácticas adivinatorias, constituye desde ya un valioso instrumento para investigadores sociales y también para los decisores de políticas y estrategias económicas pues permite acercarse a las demandas de vivienda a 30 años vista.

Menos en la mesa del domingo

La indagación llevada a cabo por la ONEI apunta a que de casi 3,9 millones existentes en 2015, llegarán a 4,2 millones en 2030.  Lo cual significa un crecimiento neto de más de 302 mil hogares en 15 años.  Prevén un incremento medio anual de poco más de 20 mil por año. Y así será en todas las provincias, incluidas aquellas que decrecen poblacionalmente.

Pero habría que leer despacio estos numeritos porque tal aumento de hogares no es sinónimo de un crecimiento poblacional ni de un llamativo aumento de la tasa de natalidad. Por ahí no parecen ir los tiros. La cosa está en que se espera ocurra una disminución del promedio de personas por hogar.

Es decir, que aquello de “juntos pero no revueltos”, comenzará a traducirse en ni tan juntos para estar aun menos revueltos. El año pasado, conformaban cada hogar cubano unas 2,91 personas y la tendencia enfila a que sean unas 2,7 para dentro de 15 años.

Habría que tener en cuenta que vivienda no es sinónimo de hogar a los efectos de la ONEI. Esta define  Hogar Censal (recuérdese que los censos de población y vivienda son los principales referentes) como la persona o grupo de personas, con o sin vínculo de parentesco, que tienen un presupuesto común, cocinan para el conjunto y conviven de forma habitual, ocupando una vivienda o parte de ella. Los hogares censales se clasifican de acuerdo al tipo de alojamiento donde residen: Viviendas Particulares, Colectividades y Locales de Trabajo.

Atendiendo a este aporte de los estadísticos,  dentro de 15 años aumentará la proporción de hogares con uno y dos miembros. Les siguen los de tres miembros, pero su proporción disminuye hasta un 24 por ciento.

La mortalidad, la baja tasa de fecundidad así como las migraciones externas pudieran estar poniendo su granito de arena en este movimiento del dominó. Sin tampoco descontar, aunque estas son solo apreciaciones sin un real fundamento estadístico, que las nuevas dinámicas familiares y formas de encontrar el sustento, a partir del despliegue del trabajo por cuenta propia, entrada de remesas y otras variantes, también podrían estar influyendo en el panorama puertas adentro de cada casa.

Si se analizan los indicadores de nupcialidad y divorcialidad, tampoco este avistamiento del panorama hogareño de la Cuba de 2030 pareciera estar relacionado con un incremento de los matrimonios, al menos los oficializados, los de papeles. Pero tal vez si pudiera tener algún contacto con el incremento de uniones consensuales, efímeras o duraderas.

Ya es reflejo de esto último el incremento de la convivencia entre personas jóvenes, estudiantes a veces, que años antes no era tan visible, ni permisible por los adultos de casa.

Matriarcado encanecido

Debería encerrarse  en un círculo fosforescente –para no perderla de vista- otra de las revelaciones de este estudio: Habrá un predominio de hogares con jefatura del sexo femenino.

Y por jefatura del hogar se entiende, según estos expertos, la persona residente en la vivienda considerada y reconocida como tal por los demás miembros del hogar. Aquella a la que todos consultan las decisiones a tomar o que mayor peso tiene en las mismas. El Jefe de Hogar no tiene necesariamente que ser aquel que mayores ingresos o recursos económicos aporte, y tampoco el que aparece como Jefe de Núcleo en la Libreta de Abastecimientos, ni el  propietario legal de la vivienda.

 

El año pasado, el 53,8 por ciento de los hogares cubanos tenía como timonel a un hombre. Pero los estimados advierten que esa proyección irá disminuyendo en el transcurso de los próximos 15 años. Al punto de que para el 2022, será un 50,8 por ciento, dos años más tarde quedará prácticamente igualada la proporción, y, siguiendo ese ritmo ascendente,  ya en 2030 Ellas predominarán como jefas en un 52,5 por ciento de los hogares.

Ese horizonte necesariamente no es sinónimo de que crecerá  proporcionalmente el número de mujeres. Pero sí podría indicar, entre otras cosas,  un mayor empoderamiento de la mujer, mayor reconocimiento de su autoridad y capacidades.

Aunque, ojo, serán más las mujeres jefas de hogar, pero también serán más viejas. Y como la edad de jubilación se extendió, una parte de ellas serán, además, trabajadoras. Por tanto, habría que concentrarse de una vez en asegurar redes de apoyo y una mayor infraestructura para el funcionamiento de los hogares: lavatines o lavadoras a mejores precios, comidas pre elaboradas  en más variedad y al alcance de más bolsillos, y también  aumento del número de cuidadores estatales o por cuenta propia, porque por lo regular –y no tendría que ser así- son Ellas las encargadas de atender a los parientes envejecidos y/o discapacitados.

Y como de proyecciones se habla –necesidades a mediano plazo, no sueños- sería conveniente incentivar un crecimiento en el número de mensajeros, de personas que por cuenta propia trabajen en los quehaceres domésticos…

Vale subrayar que ser jefa del hogar no es igual a cargar con todas las tareas del hogar porque, de hecho, los hombres que hoy son considerados jefes de hogar no lo hacen. Por tanto, este cambio en los roles puertas adentro de casa, también deberá ir acompañado de variaciones en el reparto de tareas a la vez que vayan desdibujándose estereotipos y prejuicios varios.

El Centro de Estudios de Población y Desarrollo de la ONEI en su publicación “La jefatura de hogar en Cuba y América Latina. Un acercamiento a las desigualdades y de género”, comentaba ya en 2009 cómo en la mayor de las Antillas, al igual que en la generalidad de los países, el reconocimiento de la mujer como jefa de hogar ha estado en ascenso en los últimos años, y ha alcanzado niveles que la distinguen de otros contextos latinoamericanos”.

El Informe Regional sobre Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe 2016: “Progreso multidimensional: bienestar más allá del ingreso”, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), indica que en esa región, Chile encabeza la estadística con un 42 por ciento hogares con jefatura femenina, seguido por  Uruguay con un 39,4; Nicaragua con un 38,7; El Salvador con 37,1; Venezuela con 35,4; Argentina con 34,5; República Dominicana con 34,4%; Costa Rica con 34,1; Honduras con 33,6; y Paraguay con 33,1 por ciento.

Es usual que en abundantes latitudes del orbe  la mujer se considera jefa de familia cuando no hay hombres en el hogar, a Cuba la distingue que Ella es considerada jefa aun existiendo un cónyuge o pareja en casa. “La explicación de este patrón puede estar en las particularidades de la economía y la historia sociopolítica de la Cuba contemporánea, que no es compartida por ningún otro país latinoamericano, o en la alta participación económica femenina, o en reales cambios hacia relaciones de género más igualitarias”, acota la publicación citada.

En el continente europeo, España, por ejemplo, exhibía en 2011 a dos de cada cinco hogares con una mujer como cabeza de familia, y los otros países de la región no parecen distar mucho de esas cifras.

Pero es la jefatura femenina en Cuba es un fenómeno interesante a estudiar de manera perspectiva porque el panorama doméstico de esta Isla dista mucho de los hogares primer mundistas. Bien lo pueden demostrar desde su día a día cada una de las cubanas. Proponga usted a una española, holandesa, suiza o a una francesa, fajarse con una jaba traída del agromercado cargada de boniatos llenos de tierra. Solo eso y no es de los ejemplos más duros a los que las mujeres, también jefas de hogar, deben enfrentarse en lo cotidiano.

El más reciente estudio de la ONEI revela también que, como tendencia,  para dentro de quince años nos tropezaremos con un mayor número de personas de más edad –lo mismo mujeres que hombres- al frente de los hogares.

Ello, como es sabido, es consecuencia directa del acelerado envejecimiento de la población cubana.  También es probable que el hecho que los cabeza de hogar para 2013 sumen no pocos calendarios en su haber, esté por otra parte relacionado con el número de personas jóvenes y de mediana edad que deciden radicarse fuera de Cuba. Los de la tercera edad son quienes menos lo hacen.

Lo dicho sobre asegurar condiciones a la mujer jefa de hogar, igual es extensivo a este otro asunto de timoneles encanecidos, cuya calidad de vida puede verse perjudicada si, además de cargar con todo lo que implica llevar las riendas de un hogar, no disponen, al menos, de algunas ayudas elementales para mejor hacerlo.

Este ejercicio experimental de la ONEI, el cual podría ser considerado un aporte por resultar casi inexistentes las proyecciones de hogares en Latinoamérica y el Caribe, es muy  importante para proyectar planes y estrategias en que todos debiéramos tomar parte como decisores y ejecutores porque a todos nos conciernen, en el sentimiento y en la concreta,  el hogar y la familia, refugios a los que no renunciamos los cubanos.

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