Tres décadas atrás, un doblete histórico

Tres décadas atrás, un doblete histórico
Fecha de publicación: 
30 Abril 2016
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Nadie lo logró antes, y parece difícil que alguien lo repita, pero una de las hazañas más difíciles de la historia olímpica la posee un cubano: Alberto Juantorena. El reto de doblar en 400 y 800 metros planos es tan complejo que los grandes especialistas en ambas distancias ni siquiera se lo han planteado en serio.

 

Se trata de la última carrera de velocidad y la primera de fondo, la última donde casi no hay tiempo para pensar y la primera donde la táctica se vuelve fundamental, un coctel explosivo que muy pocos se aventuran a probar.

 

El mundo estuvo a punto de perdérsela, porque Juantorena pensaba más en el baloncesto que en el atletismo hasta 1971, cuando se mudó para La Habana y comenzó a correr bajo la tutela del entrenador polaco Zygmunt Zabierzowski. En pocos meses hacía 48.20 segundos en los 400 metros planos, y su progreso fue tal que terminó quinto en las semifinales de los Juegos Olímpicos de Múnich-1972 en esa distancia, con apenas 22 años.

 

Comenzó a llamar la atención planetaria un año después, al imponerse en los Juegos Mundiales Universitarios de Moscú, y ya en 1974 lideraba el ranking del orbe con los 44.70 que marcó en Turín, Italia, el 24 de julio. En 1975 hizo el segundo mejor tiempo del año (44.80) al terminar segundo en los Juegos Panamericanos de México.

 

Sorprendió a medio mundo cuando su entrenador decidió inscribirlo en los 400 y los 800 metros planos para los Olímpicos de Montreal-1976. En la primera distancia, no había dudas de que era el candidato al oro, pero en las dos vueltas al óvalo, sólo el polaco Zabierzowski estaba seguro de su triunfo, pues apenas en ese propio año comenzó a correr la distancia, con registros de 1:46.9 y 1:46.1 a inicios de temporada en Cuba, y luego un impresionante 1:45.2 en Italia, poco antes de la cita estival.

 

En esa carrera, celebrada en la localidad de Formia, su entrenador le había pedido que corriera las dos vueltas para ayudar a dos compañeros que buscaban los tiempos necesarios para clasificar a los Juegos, y por eso Juantorena aceptó, pensando que abandonaría antes de terminar. Sin embargo, como contó después, el polaco tenía otra idea en mente: “Luego me dijo que sabía que yo encontraría la primera vuelta tan fácil, que seguiría hasta el final”, señaló el multicampeón.

 

Tras ese resultado, el norteamericano Rick Wolhutter, quien poseía el mejor registro del año y era el favorito para imponerse en la cita cuatrienal, restó importancia al hecho y manifestó que creía imposible que Juantorena fuera capaz de correr así luego de efectuar tres carreras de clasificación en 400 y la semifinal de los 800. Sin embargo, unas semanas después pudo comprobar cuán lejos estaba de la verdad.

 

En la histórica final, Juantorena rápidamente comenzó a marcar el paso (hizo los primeros 400 metros en 50.85 segundos), recibió presión cuando se cumplían los 600, pero apretó el paso y entró triunfante, dejando para la historia un nuevo registro planetario, para convertirse en el primer campeón olímpico de la distancia procedente de un país de habla no inglesa. Tres décadas han pasado, pero el recuerdo no se borra.

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