Arabia Saudita: A golpe de sable

Arabia Saudita: A golpe de sable
Fecha de publicación: 
22 Abril 2016
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Informes recientes y no muy divulgados dan cuenta de que un número indeterminado de personas fueron decapitadas en Arabia Saudita, que se suman a las 47 ejecutadas a principios de enero –que incluyó un clérigo chiíta- y a las 157 reconocidas el pasado año, lo cual, aunque se estima es superior, constituye un récord en ese lapso.

Cualquier pretexto real o no es bueno para eliminar a la población molesta a Riad: por comunista, pro-iraní, pro-siria, supuestamente ladrona, o homosexual, o adúltera, o crítica del wahabismo (la vertiente oficial del islamismo), etcétera.

Ello ha llegado a tal extremo que sus aliados occidentales se sumaron tibiamente a la condena de la comunidad internacional, e incluso desató un conflicto diplomático con Irán, que rompió las relaciones diplomáticas.

Muchos indicaron la poca fuerza de la crítica estadounidense, lo cual se comprobó con el retiro de un proyecto legislativo que pedía se investigara la relación de la monarquía saudita con los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001, en los que también hay sospechas –tampoco se investigará- de la participación de Israel.

Arabia Saudita amenazó con liquidar unos 750 000 millones de dólares en activos norteamericanos, si el Congreso de EE.UU. aprobaba la ley, por lo cual la administración de Obama presionó para que no se hiciera, advirtiendo de consecuencias diplomáticas y económicas, y agregó que se pondría también a los norteamericanos en el extranjero en una situación de “riesgo legal”.

El antiguo senador y gobernador de Florida, Bob Graham, dijo en una entrevista con el programa “60 Minutos”, de la Columbia Broadcasting System que se debería desclasificar el informe que podría implicar a Arabia Saudí en los ataques y demostrar que “existió algún apoyo desde dentro de EE.UU.”.

Según Graham, el informe prueba que funcionarios y agentes de inteligencia de Riad ayudaron a dos ciudadanos sauditas que participaron en los atentados. Cabe señalar que 15 de los 19 terroristas eran sauditas.

La amenaza saudita irritó  sobre todo a los miles de norteamericanos que han perdido a sus seres queridos en los ataques. Jim Riches, segundo jefe retirado de los bomberos de Nueva York, cuyo hijo murió entre los restos del World Trade Center, expresó: “Dejen que se guarden su dinero. No queremos su dinero. No vale la vida de 3 000 vidas norteamericanas. Pongámosles en evidencia”. Además, algunas familias culpan también al gobierno de apoyar al reino saudita en lugar de a sus ciudadanos.

Mirada al wahabismo

Arabia Saudita es la única nación del mundo en la que las mujeres tienen prohibido conducir, y un sistema de tutela las obliga a pedir consentimiento para todo a los hombres.

Esto tiene que ver con el wahabismo, una forma estricta y conservadora del islamismo, hoy en día la religión oficial de Arabia Saudita que algunos afirman es "el padre ideológico" del Estado Islámico y, previamente, de al Qaeda.

Algunos recordamos como en las décadas de 1960 y 1970 los dirigentes sauditas invirtieron millones de dólares en campañas educativas, construyeron miles de mezquitas, imprimieron millones de ejemplares del Corán para distribuir gratuitamente y establecieron la Universidad de Al Nadina. Así, estudiantes becarios de todo el mundo pudieron estudiar religión, después regresaron a sus países y promovieron el wahabismo en el mundo, lo cual ayudó a conseguir reclutas para el Estado Islámico y al Qaeda.

Pero esto no es motivo para que Washington deje de apoyar a tan importante aliado en el Medio Oriente, condición que surgió desde la Segunda Guerra Mundial.

Hay que considerar que Arabia Saudita ha sido durante décadas el principal exportador mundial de crudos, riqueza que le convirtiera en un gran inversor en los principales centros financieros del mundo, lo cual acarreó un fuerte clientelismo en ese sector, además de que es uno de los máximos compradores de armamento en el mundo, tanto de Estados Unidos como de Europa Occidental.

Además, se ha convertido en una gran fuente de oportunidades para los inversores internacionales, al promover la construcción de grandes infraestructuras en su territorio, con impuestos bajos y una mano de obra barata que no se puede sindicalizar, so pena de que se aplique desde la expulsión hasta la decapitación.

Sería interminable citar los casos de violaciones en ese país árabe, así como la historia de crímenes bajo el pretexto de la implantación forzada del wahabismo, pero basta recopilar algunas de ellas: Aplicación de la pena de muerte y otras crueles e inhumanas, persecución a activistas de derechos humanos, prohibición absoluta de concentraciones públicas, discriminación sistemática contra la mujer, tortura sistemática a los detenidos y deportaciones masivas de trabajadores inmigrantes.

Y así, a golpe de sable, uno de los grandes violadores de los derechos humanos en el mundo solo recibe el regaño benevolente de sus aliados occidentales, entre ellos, por supuesto, el principal depredador de la humanidad, Estados Unidos.

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