Afganistán: Ni jaque y mucho menos mate

Afganistán: Ni jaque y mucho menos mate
Fecha de publicación: 
13 Marzo 2016
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Quizá no parezca una noticia del momento, con tantos problemas mundiales y la ofensiva ultraderechista contra la izquierda latinoamericana, pero Afganistán se vuelve a complicar en la agenda de Estados Unidos, en la que el heredero del entuerto, Barack Obama, intentando cumplir sus promesas antiguerreristas, solo atina a proponer la eliminación de la prisión en el ocupado ilegalmente territorio cubano de Guantánamo y mantener fuerzas especiales que protejan los intereses geoestratégicos de EE.UU.

Bajo el pretexto de resguardar al régimen de Kabul, Estados Unidos ha mantenido un número indeterminado de efectivos, se dice que ya ascienden a 10 000, luego de una retirada que no comprendió bases y el búnker en Kabul, la capital, solo superada en amplitud por la Zona Verde iraquí en Bagdad.

La prensa estadounidense afirma que existen divisiones entre los talibanes, pero solo es en la forma en que deben enfrentar una agresión e invasión que dura 15 años y que no ha podido doblegar la resistencia, luego de haber depuesto al régimen de uno de los países más atrasados del mundo, al que había ayudado a entrenar y armar, a fin de que combatiera en su momento a las tropas soviéticas.

Recuerdo aquellos talibanes que no se atrevieron a atacar a la embajada cubana en Kabul, de donde solo tomaron posteriormente algunos comestibles y cajas con jugos Taoro, pero que también allanaron la sede de las Naciones Unidas y, aprovechando el miedo de sus funcionarios, secuestraron al presidente Najibullah, a quien  ahorcaron en una plaza pública y luego ultrajaron su cadáver.

Pese a lo grotesco que pudiera parecer lo anterior –porque lo es, realmente-, los afganos han demostrado en todo momento su aversión a la invasión extranjera, incluso cuando se trata de aliados, por lo que los soldados norteamericanos han sufrido decenas de agresiones por quienes debían ser su apoyo.

Por ello, y a pesar de haber practicado una política de tierra arrasada, con miles de muertos civiles, muchos de ellos asesinados mientras asistían a bodas, no se ha podido eliminar a una resistencia, encabezada por el Talibán, que hoy intensifica una ofensiva en diversos terrenos, que ha hecho imposible la retirada de las tropas de ocupación, pretexto que es válido ante la indefensión, deserción y falta de convencimiento y moral de los militares locales.

Tablero quebrado

Es decir, EE.UU. no ha podido dar jaque y mucho menos mate en el juego que preconizaba el ex secretario norteamericano de Estado Zibniew Brzezinski en su libro “El nuevo tablero mundial”, en el que afirma que los Balcanes europeos representan una de las “cabezas del puente” que Estados Unidos debía consolidar para dominar a los “Balcanes asiáticos”.

La puesta en marcha de la estrategia debía buscar un motivo: después del 11 de septiembre, en el que utilizaron a Osama bin Laden como su objetivo principal en lo que denominaron, “guerra contra el terror”. ¿Dónde estaba su principal base?: Afganistán y, por más razón, ocupado por el Talibán, que ya se había convertido en una piedra dentro  del zapato imperial.

La cuestión era arrasar con Afganistán para, luego de ser vencido el Talibán, instaurar un régimen títere en nombre de la “democracia”. Bin Laden pasó a un segundo plano., por lo que después fue asesinado en circunstancias aún no esclarecidas totalmente.

Afganistán significó una lucha feroz, compleja por la fisonomía de su terreno, por lo cual, finalmente, EE.UU. no logró la totalidad de sus grandes objetivos. También fue borrado públicamente de la agenda internacional, pero esto no aguantó mucho, porque ni la retirada total se cumplió ni la resistencia pudo ser controlada ni mucho menos liquidada.

En este afán, convertido en locura, millones de afganos han tenido que emigrar del país, muchos de ellos han encontrado la muerte en el camino y otros están falleciendo en vida, debido a los secretos, ilegales y archicriminales ataques con armas químicas, algunos de ellos de estilo experimental, como hacían los alemanes en la Primera Guerra Mundial, y en mayor medida, los nazis durante la Segunda.

Mientras la situación sigue peliaguda, de tal manera que ya se rumora que lías fuerzas norteamericanas permanecerán más allá del 2017, EE.UU. ha utilizado mercenarios del Estado Islámico para combatir al Talibán, sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte admiten que no han podido hacer mucho, el régimen local no logra sentar en la mesa de conversaciones a la resistencia y las fuerzas locales no levantan cabeza, no obstante la millonaria inversión imperialista.

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