Hacen falta más locos como Víctor Mesa

Hacen falta más locos como Víctor Mesa
Fecha de publicación: 
29 Febrero 2016
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Víctor Mesa anunció que se alejaba de las Series Nacionales cubanas como mánager y rápidamente la noticia se hizo “viral”, cada cubano tenía una opinión o una teoría, casi nadie podía esperar la entrevista con el periodista Michel Contreras, era más fácil hacer juicios basados en rumores y especulaciones.

Afortunadamente, la nota informativa en Cubadebate y la prometida entrevista en el propio sitio llegaron rápido. Sobre la primera no hay mucho que comentar, describe hechos supuestamente muy bien esclarecidos ya por la policía, que es a quien le tocaba hacerlo. Pero de la entrevista… ahí sí hay tela por donde cortar.

Claro, sincero y sin miedo, el actual director del equipo de Matanzas le explicó a la gente que lo sigue su decisión. El hecho en sí ya es un acto de respeto a la afición que muchos no han tenido, simplemente se “ponen bravos”, echan a andar comentarios de toda clase y nunca dan la cara, usted y yo sabemos que eso pulula.

Entre sus razones está el hecho de que lleva años siendo ofendido y agredido verbalmente, esa es una verdad que podemos corroborar. Desde este mismo sitio hemos tenido que moderar cuidadosamente los comentarios a cada material que se publica sobre él, pues aparece en el foro toda clase de insultos, escritos en los términos más vulgares, y mucho más cercanos a las ofensas personales que a la sana rivalidad del deporte.

Por otro lado, expresó su inconformidad con determinados procederes de un directivo del béisbol en Cuba, pero no utilizó “plural de modestia” ni ese secretismo que se ha vuelto manía, fue muy específico sobre de qué y de quién estaba hablando, de forma que el margen a la manipulación es mínimo.

Del mismo modo habló en Miami, cuando trataron de exprimirle algún resentimiento por la repentina revocación de su nombramiento como director del equipo nacional para varios años, pero “el loco” fue absolutamente consecuente consigo mismo y con Cuba, esas cuatro letras que ha defendido toda la vida en el terreno —y allí tuvo ocasión de demostrarlo—, a las que es absolutamente fiel.

Si es loco, vengan más de esa clase, llenen todos los espacios posibles de la producción, la intelectualidad, el arte, el deporte… cada sector de este país avanzaría más con este tipo de locura: la de los que se atreven, los que creen y trabajan, los que se ponen metas aparentemente imposibles para convertirlas en hechos.

Soy matancera y eso me parcializa, lo reconozco, no puedo evitar agradecerle a Víctor Mesa el aliento de vida que le dio a la pelota de mi terruño, ya lo he dicho y no me cuesta repetirlo. Tuve que escuchar muchas veces un argumento aplastante en medio de mis discusiones sobre béisbol en la universidad: ¡ah, ustedes los matanceros quieren vivir de la historia! Era cierto. Pero hace cuatro años Víctor llegó a nuestro equipo y lo catapultó desde los tres últimos hasta los tres primeros. Ahora los matanceros podemos defender un presente y aspirar, soñar con un futuro que le haga justicia a la historia del sitio donde por primera vez se jugó pelota oficialmente en Cuba.

Además, he tenido la suerte de entrevistarlo dos veces, ambas en un ambiente de absoluta franqueza y amabilidad. Es el único entrevistado al que le he tenido que preguntar “¿usted está seguro?”. Y advertirle: “voy a escribir todo eso que me dice”. Pero él siempre está seguro y si no, no habla. Cuando se expresa, está dispuesto a asumir las consecuencias de sus palabras, se hace responsable por cada una de ellas tanto como por sus actos. En nuestras conversaciones he visto a un hombre inteligente, apasionado, capaz, un tipo con el béisbol hirviéndole en la sangre y un cubano orgulloso y comprometido.

También me ha dicho que no, se ha negado algunas veces a mi petición de entrevistarlo, pero siempre en el mismo tono cortés, generalmente con una sugerencia incluida: “habla con los muchachos”. Habrá quien diga que he tenido suerte. Yo pienso que me abrió las puertas el respeto personal y profesional con que llegué hasta él desde el primer intento.

Puede que Víctor Mesa deje definitivamente las Series Nacionales y no faltará quien se alegre, pero yo me pregunto quién gana con eso, pues lo que sí veo claramente es quién pierde. Matanzas, en primer lugar. No solo el deporte, el pueblo de una provincia que se ha movido, se ha motivado; una ciudad que se despierta de su aparente letargo para ir al Victoria de Girón y que ha reconectado los resortes del sentido de pertenencia a partir de la pelota.

Pierde el béisbol cubano. Mi colega Lemay Padrón, que sí es un especialista —yo no paso de una aficionada atrevida—, explicó recientemente en esta misma página cuánto pierde la pelota cubana con este hombre que desde cada rol, primero como jugador y ahora como mánager, representa lo mejor del espectáculo y la vitalidad en un terreno de pelota.

¿El loco? Puede ser, pero en ese caso, los resultados en su trabajo y en su vida le dan la razón a Silvio Rodríguez: “hay locuras que no vale la pena curar”. No te cures, Víctor. Quédate, que hacen falta de a miles los locos como tú…

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