Movimiento de artistas aficionados: en busca de un sueño

Movimiento de artistas aficionados: en busca de un sueño
Fecha de publicación: 
27 Mayo 2016
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Karen y Yoana son dos jóvenes cubanas que soñaron bailar, desde niñas lo añoraron y no las salvaron  zapatillas mágicas ni súper producciones televisivas para buscar talentos, ellas encontraron a Corcel de Esperanza, un proyecto sociocultural comunitario y una Casa de Cultura, la Bonifacio Byrne de Matanzas, donde encauzar y, al fin, hacer realidad la ilusión de la infancia.

Ambas se presentaron a las pruebas de aptitud en la especialidad de danza folclórica sin haber cursado los niveles elemental y medio, al principio llegaron “tímidas, asustadas”, cuentan, pero creyeron en su talento y lo lograron. Hoy agradecen al movimiento de aficionados que las ayudó a convertirse en artistas, mientras recuerdan cuándo decidieron que bailar era algo serio y definitivo pare ellas.

“Desde chiquitica yo estoy bailando, a los siete años comencé en el Proyecto y ahora me he dado cuenta de que no sé hacer más nada que bailar, ni cocinar…” confiesa Yoana, mientras Karen rememora: “cuando entré en pre escolar empecé a pintar, mi mamá me decía “ay qué lindo dibujas” y yo decía “ay sí, me gusta mucho, pero también me gusta bailar” y al final me incliné más por la danza, estoy en Corcel desde los nueve años”.

Sobre le ha aportado el Proyecto comentó Yoana: “mucho, porque para tú presentarte a una prueba de aptitud no puedes tener pena, ni miedo y el Proyecto nos ayudó bastante, tenemos un concurso en el que nosotros mismos somos los coreógrafos y presentamos nuestras propias obras, así que nos permite desarrollar también la creatividad, que es muy importante, además de la interpretación.”

Karen era muy tímida y el Proyecto le permitió desinhibirse y “desarrollar la expresión corporal, el sentido de la escenografía, ahí aprendí lo fundamental, lo básico, esa fue la escuela que yo tuve, ahí nosotros bailamos de todo, desde danzas populares cubanas hasta internacionales… Este tipo de espacios son muy importantes, porque no todos tienen la oportunidad de pasar un nivel elemental o un nivel medio, entonces lo que pueden hacer es buscar los proyectos, las compañías de aficionados, espacios donde puedan agruparse y hacer lo que les gusta.”

Ahora, este par de muchachas perseverantes, aconsejan a sus compañeros de Corcel y a todos los que tengan, como ellas, un sueño: “Nadie se puede dar por vencido, todo se trata de ser perseverante y de luchar por lo que uno quiere”, les dice Karen y Yoana, muy segura, agrega: “Al que de verdad le guste, que vaya para adelante, que lo que se quiere se logra.”

Las dos comparten ahora un nuevo propósito: “llegar a ser maestras, enseñar a bailar a mucha gente, es una forma de devolver todo lo que nuestras profesoras Marlén Romero y su hija Maidelis hicieron por nosotras.”

Corcel resultó para Karen y Yoana la oportunidad, como lo fue en su momento para Silvio Rodríguez el Movimieno de Artistas Aficionados de las FAR o para Luis Silva los festivales de la FEU, donde nació su popular Pánfilo, por solo  citar dos ejemplos bastante conocidos y diferentes entre sí. Pareciera como si una y otra vez la vida nos quisiera dejar claro que el arte y la cultura necesitan de la academia, pero no se reducen a ella.

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