TELENOVELA CUBANA: Cuando las intenciones no alcanzan

TELENOVELA CUBANA: Cuando las intenciones no alcanzan
Fecha de publicación: 
18 Agosto 2015
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En las paradas, en las colas, en las tertulias domésticas y laborales, la gente suele decir que Cuando el amor no alcanza (Cubavisión, martes, jueves y sábados) es una mala telenovela. Sin embargo, es evidente que los que así opinan están muy al tanto de todo lo que sucede en la historia, del itinerario y las características de los personajes, de los conflictos de cada núcleo, incluso aventuran posibles desenlaces.

O sea, a pesar de que les parece una mala telenovela, la ven, la siguen, se sienten convocados. No nos parece, entonces, que Cuando el amor… sea tan terrible como la pintan. Una telenovela decididamente mala no puede mantener el interés de los televidentes por tanto tiempo. Y está claro que, de alguna manera, este producto funciona.

Resumiendo: la telenovela tiene valores, aunque también son evidentes muchos puntos débiles. Aquí pasa lo que ha pasado con tantas producciones del patio. Se narra una historia hasta cierto punto interesante, pero no se narra del todo bien. Y el problema no está ni siquiera en la estructura dramática, que me parece lo suficientemente efectiva, sino en la factura, en la concreción de la puesta.

En los treintitantos capítulos de Cuando el amor no alcanza han pasado muchas, muchísimas cosas, hasta el punto de que la crónica de acontecimientos se hace muy larga. A diferencia de otros folletines cubanos, en los que el planteamiento de los conflictos puede extenderse durante muchas semanas, aquí abundan los puntos de giro, no faltan peripecias.

Cada capítulo es una unidad funcional, con su progresión y su final bien concebido. El contexto está bien recreado: identificamos perfectamente esa Cuba que nos presentan. Obviamente, no hay énfasis marcados, no hay que pedirle a una telenovela una denuncia militante de los males de la cotidianidad. Porque aquí se habla, sobre todo, de lo que se supone que hablen todos los folletines: de los altibajos del amor y las relaciones humanas.

Eso sí, se extraña una intriga, un basamento, un punto de partida más sólido, que fuera más allá de los dimes y diretes que hilvanan buena parte de la historia.

Da la impresión de que lo que mueve al libreto son los «bretes», más o menos primarios, del edificio. Pocos conflictos trascienden la superficialidad del chisme de pasillo.

Pero convengamos que es una opción de los autores. Telenovelas atendibles también se han sustentado en conflictos menores.  

¿Qué falla, en definitiva, en Cuando el amor no alcanza? Primero que todo, la puesta en pantalla. Está claro que las telenovelas en Cuba se hacen con claras limitaciones materiales, pero el escaso vuelo de este producto llama la atención incluso del espectador que no suele detenerse en acápites como la fotografía, la dirección de arte, la escenografía, la edición…

Nada, casi nada, trasciende de una medianía que le resta empaque a la producción. La mayor parte de los decorados resultan pobres, artificiales, mal concebidos. La iluminación en interiores suele ser plana, sin matices. El sonido en exteriores es deficiente, contrasta mucho con el de los interiores en estudio.

El movimiento de los personajes en escena parece pobre, insuficiente ante las demandas del libreto. Falta belleza en todo el entramado; falta, incluso, pretensión de belleza. Y eso es algo que una telenovela no debería permitirse.
 
En segundo lugar, falla la dirección de actores. Hay un problema previo: el casting. Está bien el interés de sumar nuevos rostros, o rostros poco conocidos, a los dramatizados en Cuba… siempre y cuando esos actores estén a la altura de las demandas elementales de las historias que protagonizan.

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Aquí faltó rigor. Y la dirección de actores no logró resolver los desbalances. Aparentemente, cada uno anda por su lado, no se alcanza una intención única. Hay intérpretes en un registro francamente teatral; a otros les vendría bien un poco de énfasis.

Si bien algunos primeros actores, actores de mucha experiencia, salen airosos en sus escenas; si bien algunas jóvenes figuras muestran indudable potencial y también se las arreglan… hay una generación intermedia que parece descolocada, fuera de situación.

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Claro, hace falta mucho talento para decir con naturalidad ciertos textos. Y ahí está el tercer problema: los diálogos. Mucho acartonamiento, exceso de formalidad, cierto aire didáctico que enrarece…

Por momentos parece que estamos escuchando uno de los dramatizados educativos de la televisión: Cuando una mujer, La dosis exacta. Solo actores con muchos recursos pueden darle la vuelta a algunos bocadillos.

Hace algún tiempo hablamos en este sitio de la presentación, que tiene que ser una de las menos conseguidas de los últimos años. Uno llega a preguntarse dónde están los graduados de diseño en Cuba.

A Cuando el amor no alcanza le queda un buen trayecto en pantalla. Nada parece indicar que vaya a dar más sorpresas. La mayoría de la gente se quedará enganchada para saber quién se quedó con quién, aunque uno puede inferir esas ecuaciones. O no, a lo mejor nos sorprenden.

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