Un día, un nombre: Richer, nuestro Fílípides

Un día, un nombre: Richer, nuestro Fílípides
Fecha de publicación: 
26 Julio 2015
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La historia del maratón ha tenido muchos héroes, desde Filípides hasta el cubano Richer Pérez. Y este último es quizás el héroe más inesperado, el más solitario de los héroes, pero que también llevaba un mensaje a entregar como Filípides en la antigua Grecia. “Soy campeón de los Juegos Panamericanos, soy la maratón, soy Cuba”, dijo al cruzar la meta el medallista número 32 de la delegación cubana en Toronto.

 

Y es que lo conquistado por el maratonista puede clasificar, sin discusión, como el título sorpresa de los Juegos, pues nadie colocó a Richer nunca en un pronóstico de podio y mucho menos a horas del cierre, a pesar de que el joven habanero había dado clarinadas con cuatro victorias en los Marabana y fue el primero de esta agotadora prueba en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz 2014.

 

Desde la arrancada, el cubano no rompió su estrategia. Las pocas imágenes de la carrera lo muestran detrás del pelotón una buena cantidad de kilómetros, hasta que vencida la mitad del trayecto decide protagonizar una ligera fuga junto al peruano Raúl Pacheco, a quien solo lo aventaja en los últimos 500 metros, cuando mira su reloj y parece sacar fuerzas de donde a esa hora resulta casi imposible sacarla para muchos.

 

Días atrás lo habíamos visto por el Malecón habanero entrenando contra el tiempo y la fatiga de una carrera como esta. Richer sabía lo que hacía. Buscaba uno de las coronas más extenuantes que pueda ganarse en el deporte, pero a la vez tan reconfortante con la condición de resistencia, sacrificio y tenacidad que todo ser humano intenta vencer ante cada prueba u obstáculo que impone la vida.

 

Por supuesto, sus primeras palabras fueron para todos los que han visto su ascenso y confiaron en que podía dar el alegrón a Cuba. “No pude hacer el tiempo de clasificación para los Juegos Olímpicos, que era mi objetivo, además de ganar. Pero la medalla tiene mucho valor, es lo que importa ahora”, declaró a uno de los colegas con la agitación física todavía de haber corrido 42 kilómetros y 195 metros en dos horas, 17 minutos y cuatro segundos (su mejor marca personal).

 

Cuentan que Guanabacoa despertó diferente en la mañana de este 25 de julio con la noticia dorada de uno de sus hijos más jóvenes e incansables. Vendrá muy pronto el recibimiento, las anécdotas, los abrazos y también más entrenamiento por sus calles y barrios, donde ya no será un maratonista solitario y desconocido para la gente porque Richer es hoy nuestro Filípides, con la salvedad histórica de que muchas más hazañas podrá contar y no morirá al entregar su mensaje como lo hizo el mítico héroe griego.

 

Fue esta jornada de Richer la última para Cuba en estos XVII Juegos Panamericanos. Tres boxeadores más y la heptalonista elevaron el botín final hasta las 36 diademas, que bastaron para un cuarto lugar en la tabla de medallas, inexplicable solo para quienes creyeron en un triunfalismo vitalicio y desconocieron el contexto del continente en el ámbito deportivo, en especial de los anfitriones canadienses y los pujantes brasileños, quienes recibirán los Juegos Olímpicos en apenas 12 meses.

 

Muchos comentarios e interpretaciones habrá que hacer sin justificar ni sobredimensionar lo sucedido. Una cita como esta es para disfrutar, pelear cada actuación y hermanar hombres y mujeres por la causa deportiva. ¿Qué hubiéramos querido más? Es cierto, pero ahora, con el mismo coraje que mostró Richer Pérez en esa maratón mágica, lancémonos a revolucionar lo que merece ser revolucionado en nuestro movimiento deportivo.

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