El Kimbo, un líder de la sociedad civil cubana

El Kimbo, un líder de la sociedad civil cubana
Fecha de publicación: 
2 Julio 2015
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Hace poco, conversando sobre la sociedad civil en Cuba y el buen negocio que han hecho muchos fingiendo serlo, mi vecino el Kimbo, un negro abakuá y santero que lleva alrededor de quince años trabajando para rescatar tradiciones y abrir oportunidades a su barrio, me dio una clase magistral sobre el tema, más ilustrativa que las definiciones de cualquier diccionario:

«A mí me ha llevado a donde estoy el pueblo que me ha seguido. Un canadiense y un norteamericano me preguntaron hace poco en un evento que si en Cuba existía una escuela para ser líder y que cómo yo me había hecho líder, y yo les respondí que escuela para ser líder no existe en Cuba y cómo yo me hice líder, bueno, yo me entero ahora que soy líder, ¿a qué ustedes le llaman líder?, ¿a ser humilde y entregar su corazón?, ¿a trabajar para el pueblo? Yo no sé qué cosa es ser líder, ahora, el respeto gana respeto, que fue lo que yo siempre aprendí en ese barrio humilde, de un nivel bajo, pero lo que aprendí de ellos fue a respetarlos para que ellos me respeten a mí».

El Kimbo es miembro del grupo coordinador del Proyecto Identidad y Barrio, de la comunidad matancera de La Marina, pero su trayectoria como líder popular comenzó con un trabajo anterior, acompañado por el Centro Memorial Martin Luther King y gestionado desde la propia comunidad. Raúl Domínguez, el Kimbo, nos contó su historia.

¿Quién era el Kimbo antes del proyecto de La Marina?

«Yo era un simple jinetero de la calle, en el sentido de que jineteaba en el parque con los extranjeros llevándolos a una paladar, a una casa particular, haciendo de guía turístico dentro de Matanzas, y cada cinco minutos estaba la policía detrás de uno…»

¿Y cómo te incorporaste al proyecto?

«Yo jugaba pelota desde chiquitico y un buen día hicieron en el barrio un equipo y faltaba el short stop, yo jugaba esa posición, entonces me fueron a buscar y cuando llego, me encuentro que había una reunión; estaba Samuel, de la Iglesia Bautista; Laydis y Magaly, que eran educadoras populares, y un grupo de gente de La Marina: Héctor Julio, Taimí, Alexis, Juan Carlos, Boris… Yo voy y en la reunión me dicen: mira, esto es un proyecto comunitario, que mira, que está la gente de la iglesia y no sé qué más. Yo primero pensé: ¿qué tiene que ver la gente de la iglesia con nosotros?, nosotros no creemos en eso, somos de otras ramas, pero bueno, vamos para allá, para jugar pelota.

«Después empezaron a hacer talleres, debates, me invitaron para un taller de género, que yo no sabía ni qué cosa era género, otro taller de familia, otro de comunicación, un taller de educación popular, y realmente eso no estaba en mí, pero le cogí el juego y empecé a participar en esos talleres. Ahí empezamos a hacer un taller que llamamos Mirándonos para el 2000. Ya yo estaba prácticamente metido adentro de lo que era el Proyecto de La Marina. Ahí en ese taller se empezaron a definir ámbitos, el de familia, de tradiciones, deportivamente, comenzó el organopónico y yo me quedé con el ámbito de tradiciones, ahí estaba también mi esposa, nos metimos en el barrio a hacer un diagnóstico participativo a ver qué era lo que quería el barrio, y una de las primeras cosas es que ellos añoraban la comparsa de Las Imalianas, una de las comparsas más viejas que hay aquí en la provincia de Matanzas, que es del año 1942».

La Comparsa volvió a la calle y se ha mantenido, con premios incluso en las fiestas populares. Además, el Proyecto rescató las celebraciones del San Juan en Matanzas, entre otros espacios tradicionales del barrio. ¿Qué ganas con todo ese trabajo?

«Con este trabajo yo no gano nada, porque en este trabajo no se gana nada material, lo que se gana es corazón, gente que llegas a su casa y si tienes hambre, te brindan el plato de comida. Hace unos días me sentí mal y más de cuarenta o cincuenta personas pasaron por mi casa porque se enteraron de que me había dado un dolor en la pierna, eso es lo que yo gano, pero dinero no, nunca me han pagado en estos proyectos, lo que gano es eso, gente también como el Reverendo Raúl Suárez y su hijo, que me han ayudado cuando lo he necesitado».

¿Pero a quién te subordinas: al gobierno, a alguna organización cubana o extranjera…?

«Yo trabajo por el barrio, hoy por hoy te digo que yo respeto más al barrio que a cualquier institución, yo por arriba de la palabra del barrio no me voy. Hace años viajé a México a un evento de líderes, donde presenté mi ponencia y me presentan como líder latinoamericano. Cuando llego aquí, le pregunto a Raúl Suárez y a Joel: ¿esto qué cosa es? Y me responden: “Ya usted es un líder latinoamericano, porque ya usted ha defendido los intereses de este país, y lo ha hecho en un barrio humilde, y usted es de pueblo”.

«Mantengo mi relación con el barrio, mi gran apoyo es el barrio y el compromiso mío es con el barrio La Marina, que hoy por hoy para mí es la escuela de la verdad. Me ayudaron mucho los pobladores de este barrio, que siempre han dicho que es un barrio malo y no tiene nada de malo; es un barrio humilde, eso sí, pero de trabajadores, porque en La Marina hay doctores, ingenieros, hay policías, hay de todo…»

Kimbo
En esa oportunidad que saliste de Cuba, ¿por qué regresaste?

«Te digo por qué: primeramente porque había un compromiso en el barrio, llegar al barrio con las herramientas que pude traer de esa experiencia en México; además, hice el compromiso en México de sacar mi doce grado… Y con esa pregunta me reía porque en el barrio nadie me esperaba, todo el mundo decía: “él no va a venir”. Y yo regresé calladito, estuve 45 días fuera de Cuba y regresé y aquí estoy…

«Yo estoy orgulloso de haber nacido en Cuba y quiero morirme aquí. Me tocó una juventud amarga, muy amarga, dentro de mi seno familiar. Desde los 16 años yo me encaminé y empecé solo; tengo una familia, una hija de 24 años, un hijo de 13 años, una nieta de dos años. Yo te digo que ya conocí el capitalismo, siempre mi sueño fue conocerlo y lo conocí, y he dado mucho consejo, porque eso no tiene nada que ver con Cuba, en lo absoluto el capitalismo tiene que ver con Cuba.

«Aquí hay muchos problemas, pero yo vi allá miles de niños y niñas en la calle, que los cogían tanto mujeres como hombres y los utilizaban por un plato de comida; niños trabajando, que no tienen para ir a un hospital, no tienen para ir a una escuela. Con eso hay que tener mucho cuidado, hay que tener mucho cuidado en algún día pensar en un capitalismo en Cuba. Si pensamos en un capitalismo en Cuba, eso va a ser una cosa muy, muy, muy dura, porque en Cuba no hay analfabetos, porque primeramente aquí la educación es gratuita y aparte de que es gratuita, hay que ir obligatoriamente a la escuela. Yo me atrevo a decir que uno de los países más inteligentes del mundo es Cuba, porque el cubano piensa desde que se levanta, sabe qué está bien, qué está mal, aquí a nadie se le vaya a ocurrir dar 200 pesos para que maten a otro, eso aquí no existe, eso lo vi yo en México, que por 200 dólares matan a un tipo, y son muchas cosas... Cuando tú ves de un capitalismo a un socialismo, va mucho».

Además del rescate de tradiciones, ¿qué otro impacto ha tenido el trabajo en La Marina?

«Mucho antes de que yo naciera se hablaba del barrio de La Marina, que era un barrio de prostitución, de negocios, de marihuana, de drogas. Ya no es así, fíjate que en el índice de peligrosidad, hoy por hoy, en la ciudad prácticamente no aparece; de como era a como es, no aparece nada ya en Matanzas, y lo sé porque yo siempre estoy al tanto y hablo mucho con los delegados: cómo anda La Marina, cómo está, cómo se encuentra, en qué nivel está, cómo anda el alcoholismo, la prostitución, porque no es estar en un barrio por estar, se trata de trabajar con el ser humano, porque tienes que ser prácticamente para ellos la misma familia, entregarles a ellos tu corazón, que ellos te entregan el suyo.

«Hoy por hoy para mí es un orgullo ver La Marina como estaba en el año 99 a como está en el 2015, como todos los habitantes han buscado la forma de tener su fachada arregladita, de vivir un poco más amplios dentro de su ciudadela... Con el Gobierno y con el Partido hicimos un trabajo muy bueno con respecto al alumbrado, al problema del muro del malecón…»

Te he escuchado decir varias veces que tu papá es Fidel, ¿cómo es eso?

«Así mismo, yo siempre le digo a la gente —cuando no entiende las cosas que queremos lograr en el barrio, o se ponen con burocratismo, o no les interesa—: mira, yo voy a tener que hablar con mi papá, porque yo estoy haciendo lo que mi papá me dijo, ¿tú sabes quién es mi papá? Fidel. Ante todo yo lo digo, yo soy fidelista y digo que los contrarrevolucionarios y los traidores son los incapaces. Nosotros lo que estamos haciendo es un trabajo social para el pueblo, hay quien dice que si uno está loco, no, locos están los que no piensan en el pueblo y no hacen por el pueblo, esos son los que le hacen daño a esta Revolución».

El Kimbo cumplió su compromiso con el Reverendo Raúl Suárez: terminó su doce grado… y sobrecumplió: se hizo promotor cultural. En estos momentos, anda y desanda de La Marina a Simpson movilizando voluntades, juntando a los vecinos para transformar sus propias vidas; no es delegado de circunscripción, ni presidente de los CDR, ni funcionario de ningún organismo, ni mercenario a sueldo de nadie: es la viva estampa de esa sociedad civil que existe en Cuba, aunque algunos, muchos, no quieran verla.

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