EN CARTELERA DE TEATRO: Mecánica

EN CARTELERA DE TEATRO: Mecánica
Fecha de publicación: 
20 Junio 2015
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Algo llama la atención siempre en las puestas de Carlos Celdrán para Argos Teatro: la limpieza, la esencialidad del entramado. Nada falta, nada sobra.

Todo forma parte de un mecanismo de relojería eficaz, perfectamente funcional, muy bien engranado. Eso no significa que falte emoción, matices, claroscuros… Pero están perfectamente dosificados, sin excesos, en su justa medida. Cuando uno ve una puesta de Carlos Celdrán, asume siempre que está cuidadosamente pensada. Arte desde el corazón, pero también con la cabeza.

En Mecánica, la más reciente propuesta de la compañía, todo transcurre con una tranquilidad engañosa, porque en realidad al personaje principal le están pasando cosas tremendas. Ahí radica uno de los mayores atractivos del espectáculo: el entorno minimalista y elegante, básico en su concreción escenográfica, no ofrece distracciones fútiles. Toda la atención se centra en las peripecias, narradas con un realismo decidido. Cuando se toma cerveza, se toma cerveza. Cuando se pica un pepino, se pica un pepino de verdad. Por eso los actores defienden sus personajes desde la naturalidad, sin poses tremendistas. El público debe identificarse con esos conflictos, asumirlos como posibilidad cierta. Hay una cuarta pared, sí, pero es endeble, incitante.

mecanica argos 2

Abel González Melo, el autor del texto, más que versionar al celebérrimo Ibsen de Casa de muñecas, ha pretendido ponerlo a dialogar con nuestras circunstancias. O sea, la recontextualización no tiene medias tintas. Lo que sucede, sucede en Cuba, sucede ahora. Y el cambio de roles (ahora la muñeca es el hombre) está perfectamente sustentado. No nos pongamos exquisitos: puede que la recreación del entorno (un hotel en Varadero, las intrigas ocultas de una empresa, el sistema de relaciones) tenga algo de imaginación. O puede que no. Lo que importa es que resulta verosímil y pone el dedo en muchas llagas de nuestra contemporaneidad.

Mecánica, en su dimensión más superficial, subvierte un clásico. Pero en el fondo le sigue tributando. El final es contundente, estremecedor.

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