Yordan O’Farrill: Sin mucho ruido, enfila sus pinchos a Río 2016

Yordan O’Farrill es uno de eso atletas que aún no ha podido asestarle una estocada de renombre al pedigrí. Por estos días la vida, si se quiere, lo ha vuelto a colocar en una encrucijada.

Por un lado emergió en calidad de primer clasificado del campo y pista a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Por el otro, sabe que dicha cita devendrá crucial en su afán de continuar la estela de sus predecesores Anier García y Dayron Robles bajo los cinco aros, además de la posibilidad de reencontrarse con la gloria, tras la escena polémica de Londres 2012.

Los 13.40 segundos del camagüeyano nacido el 9 de febrero de 1993 en el Mitin Internacional de Guadalupe lo condujeron a la tercera posición detrás del estadounidense Aleec Harris (13.18) y el francés Wilhem Belocian (13.30), este último actual recordista universal juvenil gracias a sus 12.99 de Eugene, Oregón, 2014. en cambio le bastaron para superar los 13.47 de cota mínima exigidos por la IAAF de cara a la fiesta multideportiva carioca.

Con 1.83 metros de estatura y 73 kilogramos de peso O’Farrill captó la atención de todos en el certamen del orbe juvenil de Barcelona 2012, cuando con primacía de 13.18 para ese tipo de justa (los obstáculos tienen una altura de 99 centímetros por 1.0667 metros para los mayores) se tituló.

Para él significó además en lo personal sacudirse de la espina de los I Juegos Olímpicos de la juventud de Singapur 2010, donde luego de ajustarse los pinchos con cartel de favorito defraudó con el quinto escaño y apenas 13.69.

Un dato curioso: De los 20 monarcas con que cuenta Cuba en Mundiales Junior, (posee además 25 preseas de plata y 18 de bronce) seis corresponden a vallistas: Emilio Valle con sus 50.02 dorados en los 400 en 1986; Reinaldo Quintero (13.71) y Aliuska López (13.23) en 1988; Yoel Hernández (13.83) en 1996; Yuniel Hernández (13.60) en el 2000, y Anay Tejeda (12.81) en el 2002.

Entre sus virtudes el agramontino, quien inició hace casi 13 años movido pos su padre, quien practicó fútbol y lo inclinó hacia el campo y pista, en Santa Marta, municipio Santa Cruz del Sur, Camagüey.

Casta desbordaba, en su familia poseía dos tíos campeones mundiales juveniles de béisbol y una que llegó hasta el equipo nacional de atletismo en medio fondo. Así comenzó en eventos combinados, como sucede con muchos muchachos en sus inicios, hasta que se decidió por los 110 metros con vallas, aunque confiesa que no era muy rápido, algo que ha superado con el decursar de los años.

¿Principales virtudes? Buena técnica, la que ha logrado pulir expresada en registros como el 13.19 del 9 de junio del 2014 en Praga, República Checa, que de paso constituye su tope personal en la categoría élite. Es potente en la segunda mitad de carrera y el remate, características que históricamente han encumbrado a los exponentes antillanos de esa modalidad. Posee buena técnica de ataque a los obstáculos y constantemente se le ve enfrascado en perfeccionarla.

¿Lados flacos? La reacción en la arrancada, y los pasos hasta el primer obstáculo, confiesa que la ha ido mejorando, pero aún le falta. Y algo que debe solucionar en función de aumentar la potencia física: su peso corporal. Si bien ha ganado algo en volumen muscular, aún le resta elevar más sus parámetros de fuerza.

Si los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro se hubiesen celebrado el pasado año O’Farrill con sus 13.19 hubiese recalado en la décima plaza, el jamaicano Hansle Parchment (12.94) se hubiese proclamado monarca y el también hijo de la Mayor de las Antillas, Orlando Ortega (13.01) hubiese coqueteado con el podio, amparado por el cuarto mejor crono del ranking universal.

Ese es el panorama. Río espera, samba, salsa, gracia y explosividad tendrá que ponerlas a prueba antes O’Farrill en Toronto y Beijing, escenarios que albergarán los Juegos Panamericanos y el Mundial del Deporte Rey, por ese orden.