MIRAR(NOS): Placer sexual... dejándonos domesticar

MIRAR(NOS): Placer sexual... dejándonos domesticar
Fecha de publicación: 
20 Marzo 2015
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Mi abuela comenzó a trabajar con menos de 12 años en la Cuba republicana de los distintos gobiernos entreguistas. Durmió por primera vez en una cama a los 16. Independientemente del estrato social, en su época el sueño preconfigurado para las señoritas era el de acabar bien casadas, por lo menos casadas.

 

Enraizados modelos patriarcales dejaban en planos subterráneos los criterios de las féminas. Sus tareas se circunscribían a atender la casa, los hijos y al marido (aunque no específicamente en ese orden). El hostil contexto me hace suponer que para las mujeres también el placer sexual quedara relegado a planos de desconocimiento.

 

Debido a que mis congéneres debían callar siempre… no las veo encontrando el instante propicio para decir a su hombre que, en efecto, habían llegado al clímax. Tampoco visualizo hombres enfocados en “hacer tocar el cielo” a sus compañeras.

 

El concepto de placer, entonces y ahora, sigue aludiendo a los mismos términos: sensaciones o emociones agradables que se sienten cuando se satisface una necesidad orgánica. A las fuentes de placer que constituyen el tacto, el oído, el olfato y la vista se les denomina placeres sensoriales y, como es de suponer, provienen de las distintas sensaciones que nos llegan a través de los cinco sentidos.

 

Otras de las fuentes de placer, lógicamente, son los órganos sexuales y el único requisito para “degustarlo” es poseer una mente y un cuerpo sano.

 

Placer sexual generalmente se hace acompañar por el amor y el sexo (el segundo en mayor escala que el primero). No sé cuál sea el modus operandi extraterrestre, pero  nadie me podrá enjuiciar porque escriba aquí que para los terrícolas existe el placer por placer y el resultado no es simplemente placer al cuadrado.

 

Generalmente, las personas que se concentran en la suprema búsqueda de simplemente diversión cuando se van a la cama digo, lo hacen sin sentimentalismos de por medio; previendo tanto como les es posible que no se les domestique, como diría El Principito.

 
Domesticar por esta vez alude a crear ligaduras, a crear lazos de compromiso que no tienen cabida en las “descargas”.

 

“Descargas” fue uno de los conceptos nuevos que me tuve que aprender (y aprehender) cuando llegué a esta convulsa ciudad de semáforos apresurados. De modo que independientemente de pasarme casi 30 minutos en cruzar la Vía Blanca de sopetón me “golpearon” en la cara  distintas concepciones que, inevitablemente, tuvieron que acomodarse lo mejor que pudieron junto a mis enseñanzas de la aldea.

 

Porque hasta entonces para mí “descarga” tenía que ver con una fiestecita preparada sin mucha antelación, como de corre corre para sorprender gratamente al agasajado. Fiesta era en efecto, porque desorden y adrenalina también embadurnan los instantes de sexo donde te acuestas con este y luego si te he visto ni me acuerdo.

 

Antes de que los más conservadores apedreen a esta redactora, les comento que no he podido dejar de lado las enseñanzas de mi niñez. Hoy, como cuando llegué a la capital, mis conceptos a la hora de irme a la cama (no precisamente para dormir sino para estar bien despierta) siguen siendo los mismos.

 

No crucifico al que se concentre en el incremento de su listado pero para mí el sexo involucra mucho más: entregar la totalidad de mi persona a la otra parte, sin reservas ni segundas lecturas aunque ese no sea un garante de recibir lo mismo.

 

Sin complejos señores, es que uno no es neurona de nadie, y por lo mismo es tarea imposible saber qué piensa el otro.

 

Lo bueno del sexo, y lo sé ahora, es que resulta recargable. No mire esta crónica con cara de pescado en tarima, el sexo no se agota aunque nos agote. Es absolutamente natural e intrínseco: en definitiva algo que siempre sabes, muy en el fondo tuyo aunque evaluadores (oras) de pacotilla insistan en calificarnos.

 

En próximas crónicas abordaremos el placer sexual en sentido genérico. ¿Cuáles son las principales diferencias?

 

Cubasí ofrece la oportunidad de que envíen sugerencias sobre los temas que más les inquieten. A quiénes nos leen cada viernes agradecemos sus comentarios y recordamos que este segmento lejos de ser una Biblia del sexo o algún discurso panfletario es el pretexto justo para Mira(nos).

 

Columnas anteriores: Fantasías sexuales... cada loco con su tema  
                               

                                  En CubaSi: Hablemos de sexualidad 

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