Sueños olímpicos de Manrique Larduet

Sueños olímpicos de Manrique Larduet
Fecha de publicación: 
25 Febrero 2015
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Manrique Larduet mide 1,58 metros de altura y pesa 63 kilogramos de puro músculo. Dice que asume la gimnasia artística como un juego pero nadie duda que nació para campeón.

Ejecuta mortales, giros y otros saltos con la misma facilidad con que cualquier humano bebería un vaso de agua. No queda otra que admirarlo cuando hace suyos difíciles elementos en la barra fija o en las paralelas, regala acrobacias en el piso o entra de manos al caballo de salto.alt

A los 18 años es un muchacho tranquilo, de hablar bajito y repleto de sueños por cumplir en un deporte que le brinda alegrías, las más recientes en los Juegos Centroamericanos de Veracruz, donde se convirtió en máximo acumulador y “empujó” a su equipo al mejor desempeño de la última década.

Ahora tiene los Juegos Panamericanos de Toronto como su meta cercana y el deseo de lograr la corona reservada al más completo ocupa todos sus momentos, aunque también le estimula una añoranza mucho más fuerte: ser campeón olímpico.

«Yo puedo lograrlo. Ese es el objetivo, y si me dan la oportunidad de entrenar y competir, ese es el sueño, lo que uno quiere desde chiquito», dice sin faltar a la modestia que le caracteriza, pero seguro de que es posible.

Para él no hay nada difícil cuando de gimnasia se trata. El temor a un elemento complicado no existe en su vida. Disfruta escuchando hip-hop y se avergüenza porque no sabe bailar casino.

Erick López, Casimiro Suárez y Emilio Sagré son sus íconos, Randy Lerú su mejor amigo en el equipo y reconoce que la voluntad es su arma más poderosa.

Sobre esos y otros temas conversó con JIT, que acudió a su encuentro tras una sesión de entrenamiento en la Escuela Nacional que es su casa desde hace nueve años.

Llegaste a Veracruz como debutante en Juegos Centroamericanos y del Caribe. ¿Te sorprendió el resultado?

No, incluso iba por cuatro de oro y solo fueron dos porque no siempre el arbitraje me llevó bien, y nunca pensé en la medalla de anillas, ni estar en la final de arzones. Pero por lo demás creo que fue una buena competencia.

Ya había visto a muchos de los contrarios en el clasificatorio panamericano y por eso llevaba el objetivo de ganar el máximo acumulador. En aquel evento fui segundo por errores de los jueces, porque competí bien y pude ser oro.

Las exigencias serán más en los Juegos Panamericanos de Toronto. ¿La aspiración es la misma?

Quiero ganar el máximo acumulador, alcanzar medalla en libre, en salto, paralela y barra, y una buena actuación por equipos. Antes entrenamos para ser campeones centroamericanos y ahora para serlo a nivel panamericano.

¿Cuánto de complicado es ser la estrella de un equipo?

Me siento contento porque sé que cuando tengo resultados mi equipo también estará contento. No es difícil ser el centro porque cuento con mi entrenador que siempre me apoya en todo, y mis compañeros también.

Nueve años en esta escuela, a muchos kilómetros de Santiago de Cuba y los tuyos. ¿Cómo lo enfrentas?

Al principio estaba triste, porque es lejos de mi familia, y aunque siempre estuve becado, esto era algo diferente. Luego uno se va acostumbrando con los muchachos que tienen la misma edad, se hacen nuevas amistades, te vas adaptando y aprendiendo cosas.

En ocasiones solo voy en diciembre a la casa, en el último año no fui en el verano y ahora que nos estamos preparando para los panamericanos va a ser igual.

¿Por qué la gimnasia?

Empecé a los cinco años en el combinado deportivo Antonio Maceo, soy del reparto Los Pinos, en la misma ciudad de Santiago de Cuba, y según me cuenta mi papá comencé en el deporte porque era travieso y mucha gente le decía que tenía buenas posibilidades. Un vecino de mi abuela fue a la casa y me captó para la gimnasia. Ese profesor estaba convencido de que podía dar... Me hizo las pruebas y salí bien.

¿Qué es lo más difícil?

¿En la gimnasia? Nada. Me gustan todos los aparatos, incluso los arzones, que es el más flojo para mí y por lo general ha sido el de más problemas para Cuba.

¿Y el cansancio del entrenamiento día a día?

A veces uno llega sin deseos a entrenar, y eso es lo más malo. No me gusta la flexibilidad, soy como decimos, un poco “trancao”, y tampoco me agrada correr después de la preparación, aunque hay que hacerlo. Lo mejor que tengo es la voluntad, y que todo lo trabajo buscando la perfección.

El cansancio se combate con lo que uno se propone, por ejemplo si un día vengo mal me digo «Mañana tengo que cumplirlo todo», porque tiempo que pierdes no se recupera, y luego las cosas no salen en la competencia.

¿De qué manera se domina el temor a las complicaciones de determinados ejercicios?


En realidad no siento miedo. Tengo al profesor cerca para los elementos complejos, para hacerlos paso por paso, y eso me da confianza en que no me voy a golpear.

¿Cómo recuerdas tu primera competencia fuera de Cuba?

Fue el panamericano de especialidades en Puerto Rico, en el 2013, y no recuerdo haberme puesto nervioso. Tal vez comencé un poco tenso, pero me fui acostumbrando y salieron bien las cosas.

Me presiono más compitiendo en mi país, porque me da pena fallar frente a la gente que me conoce y están acostumbrados a verme trabajando al máximo, a hacer las selecciones sin caídas. Afuera no tengo compromisos con el público.

¿Qué te ha aportado la gimnasia?

Me ha abierto el camino, me ha ofrecido muchas posibilidades. La escogería siempre porque es el deporte que más me gusta, y como dice mi papá “Lo único que sé hacer”.

¿Entonces ves posible concretar el sueño de campeón olímpico?

Espero que se nos dé la oportunidad de participar más en el mundial que viene y buscar asistir a Río de Janeiro con más de un atleta. Y claro que puedo ser campeón allí.

 

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