«Pánfilo es un símbolo de este pueblo»

«Pánfilo es un símbolo de este pueblo»
Fecha de publicación: 
12 Enero 2015
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Vivir del cuento es, ahora mismo, el programa más popular de la Televisión Cubana. Lunes tras lunes, millones de televidentes sintonizan Cubavisión, justo después del Noticiero Nacional, para disfrutar de las cotidianas aventuras de un anciano un poco cascarrabias, hilarante muy a su pesar y optimista, a pesar de los golpes de la vida.

Pánfilo, interpretado por el muy popular Luis Silva, deviene retrato divertido —y hasta cierto punto, resignado— de toda una generación: los que eran muy jóvenes a principios de la Revolución, se sumaron con toda su energía al proceso, vivieron (protagonizaron) los grandes acontecimientos, y hoy mantienen sus valores, a pesar de los retos de la cotidianidad.

El director de esta singular comedia de situaciones, Ignacio Nachi Hernández, acepta la invitación de CubaSí:

—El eje de Vivir del cuento, a todas luces, es su personaje protagonista. ¿Quién es Pánfilo?

—Pánfilo es símbolo de este pueblo. Es un anciano que defiende sus valores en medio de muchas dificultades. Asume las nuevas formas de ser, los cambios que vivimos cada día, sin perder la fe, con todo el entusiasmo del mundo. Los contextos lo ponen siempre a prueba, pero él siempre intenta hacer lo correcto. Se enfrenta a lo mal hecho, resiste ciertas tentaciones…

 

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«La gente se identifica con él porque hay muchos Pánfilos por ahí. El resto de los personajes redondean el retrato de una sociedad, con todos sus matices. Pero siempre se impone el orgullo de ser cubano. Pánfilo puede ir por la vida con una jaba de saco, pero siente ese orgullo por encima de todo».

—En un país que cambia, el personaje de Silva es mucho más que una metáfora. Se erige también en conciencia crítica, algo que el público agradece y pide, siempre ávido de una mirada cuestionadora de su entorno. ¿Dónde está el límite?

—El límite está en el respeto con que se aborden los aspectos polémicos. No tenemos temas tabúes. Se puede hablar de todo, con responsabilidad y compromiso. Hacemos humor, pero siempre con mucha sensatez. En un chiste, de apenas unos segundos, podemos estar trabajando más de media hora. Podríamos hacerlo de una manera directa, pero preferimos que además de reír, haga pensar.

«Hay que tener sentido de la pertinencia, tampoco podemos permitirnos ofender a nadie. Hemos sido consecuentes, y la clave está precisamente en la seriedad con que asumimos los guiones».

—¿Cómo garantizar un programa divertido todas las semanas? ¿Cómo es el trabajo con los guiones?

—Este tipo de programas, en el extranjero, lo escribe casi siempre un equipo de guionistas que trabajan en conjunto. Sin contar que muchas veces, las comedias de situaciones se producen por temporadas, nuestro reto es cubrir todo el año. Contar con un equipo estable de libretistas sería una de nuestras aspiraciones. Por el momento, hemos contado con varios guionistas independientes, que han trabajado con mucha responsabilidad y empeño. Pero es normal que la gente se agote, y algunos incluso han tenido que tomarse un descanso.

 

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«De cualquier forma, el trabajo con los libretos es esencial. Hay guionistas muy celosos con su trabajo, les cuesta aceptar modificaciones. Pero para nosotros los guiones siempre están abiertos, es el mejor camino. Dejamos un margen importante para la improvisación de los actores. Para mí sería mucho más fácil contar con un guion de hierro, pasaría mucho menos trabajo. Pero nuestros actores son casi todos humoristas muy espontáneos, muy ingeniosos, cerrarles el guion implicaría perder chistes muy graciosos, situaciones no calculadas. Por norma, cuando hay un accidente o un imprevisto que no pone en riesgo la historia, no cortamos».

—De acuerdo, Pánfilo es el centro de todo, pero sin los demás personajes no hubiera programa…

—Por supuesto. Nosotros insistimos en crear personajes bien definidos, apostando por la caracterización efectiva, por el rol de cada uno en el contexto. Ha sido cuestión de tiempo, de ir probando. Muchos de los actores comenzaron haciendo roles menores, hasta que poco a poco fueron apareciendo los personajes definitivos.

«Siempre hemos confiado en el talento que no siempre encuentra cauces para desarrollarse. En Vivir del cuento hay muchos ejemplos, gente que siempre soñó hacer humor y no había tenido la oportunidad: Aris Teresa (Evarista) es maestra, era directora de escuela, y ahora es una de las actrices más populares. Andy Vázquez (Facundo, Aguaje...) había trabajado en teatros, centros nocturnos y programas de televisión, pero con el programa ha podido desarrollar excelentes personajes.

 

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«Mario Sardiñas, nuestro Chequera, es un personaje importantísimo, es la típica contrafigura. Algunos televidentes no lo comprenden, pero si se detuvieran a pensarlo, se dieran cuenta de que él es el detonante de las ocurrencias y las aventuras de Pánfilo. Tienes razón, está claro que Pánfilo es el centro de todo. Pero sin los demás no hubiera peripecias».

Vivir del cuento está en su mejor momento. Obviamente, no hay programas eternos, pero a juzgar por los índices de audiencia y gusto, a este le queda mucho camino por recorrer…

—A nosotros no nos han regalado nada, todo lo hemos conseguido con mucho trabajo. Pudiera parecer que es fácil hacer cada programa, pero yo te aseguro que producirlos puede llegar a ser una odisea. Los productores pudieran hablarte de eso. Pero estamos muy comprometidos con el espacio. Y ahora mismo hay un diálogo respetuoso y efectivo con las instituciones, con el ICRT.

«Recibimos constantemente muestras de retroalimentación. La científica, que son los estudios y encuestas del Centro de Investigaciones Sociales del ICRT. Mis inicios fueron ahí, así que siempre he aprovechado las informaciones del Centro, he tomado determinaciones a partir de trabajos conjuntos con ellos, como se supone que deba ser.

 

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«Y también contamos con la retroalimentación más directa, que es el apoyo y el cariño de la gente en la calle. Una grabación en exteriores puede convertirse en un fenómeno de público, a veces la Policía ha tenido que cerrar el tránsito. Siempre dejamos tiempo para que la gente interactúe con los actores, para que se hagan fotos con ellos, para que los saluden. A veces los tiempos de grabación de exceden, pero no importa, tenemos bien claro que nos debemos al público. ¿Qué sería de Vivir del cuento sin ese pueblo?»

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