Tope Cuba-USA: Añorando a una estrella

Tope Cuba-USA: Añorando a una estrella
Fecha de publicación: 
23 Julio 2013
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El cuarto juego de la serie amistosa entre Cuba y Estados Unidos, perdido con pizarra de 3 carreras por 2, certificó con toda crudeza el precio que se paga por las malas decisiones al armar un equipo de beisbol y sobre todo si se improvisa en una posición clave como la receptoría.

Lo vivido anoche fue verdaderamente una pesadilla. Las insuficiencias del yumurino Lázaro Herrera fueron escandalosas, costaron a la postre la cuarta derrota sucesiva ante el elenco universitario norteamericano y proyectaron una imagen deplorable de nuestra selección.

No  pocas advertencias se hicieron de una punta a la otra del país, desde que se integró el representativo cubano para el III Clásico Mundial, sobre el desatino de renunciar a la probada maestría de Pestano para los más inmediatos empeños internacionales y el tiempo transcurrido no hace sino confirmarlo con trazos inequívocos.

Si bien es cierto que en ese lapso la temeraria decisión de Víctor Mesa nunca había comportado un costo tan alto como el de anoche, también es cierto que esa oreja peluda ha asomado una y otra vez convocándonos a la nostalgia por el virtuosísmo del mítico enmascarado villaclareño quien, abrumado por la repentina exclusión, optó por colgar los arreos no sin antes dejar una impronta inolvidable en el electrizante final de la Serie Nacional 52.

Me queda claro que Pestano no puede ser eterno, pero hoy por hoy hay todavía un trecho entre los argumentos defensivos de Pestano y los que pueden exhibir el resto de los receptores del país. Al menos para la gran mayoría de seguidores de este deporte en la arena nacional esta realidad queda clarísima ¿cómo entender entonces que pase por alto para los técnicos?

Concedo la necesidad del renuevo y de someter a prueba a figuras emergentes, sobre todo abocados al nuevo ciclo que cerrará el siguiente Clásico Mundial, pero ya la insensatez tomó cuerpo en la cita ecuménica precedente, como les anticipé.

No bastan, por tanto, los arrebatos y la tendencia a romper supuestos esquemas, ese actuar irreflexivo puede volverse pernicioso si no está precedido por el análisis sereno y las conclusiones sabiamente decantadas.

El voluntarismo nos puede jugar una mala pasada y tal parece que vamos en derechura por ese rumbo infausto, atrapados en los impulsos de un timonel que tiene como brújula la pasíón más que la razón.

Hemos llegado a las puertas del último juego del tope bilateral y la amenaza cierta de sufrir una inesperada barrida vuelve a poner el dedo sobre la llaga y nos convoca a refrenar el malsano triunfalismo, endoso recurrente de una visión doméstica que nos sobredimensiona.

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