Las cooperativas cubanas: un desafío creativo

Las cooperativas cubanas: un desafío creativo
Fecha de publicación: 
4 Julio 2013
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Esta semana comenzó en Cuba el experimento de gestionar procesos productivos y de servicios en sectores no solo agropecuarios a partir de 124 cooperativas, un tipo de organización no estatal, pero basada en la propiedad social.

El proyecto, que responde a la actualización del modelo económico socialista cubano ─puesto en marcha tras la aprobación en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba de los lineamientos generales de la política económica─ tiene el propósito de generar una mayor eficiencia, racionalidad en el empleo de los recursos y autonomía en la toma de decisiones.

Expertos cubanos en el tema le auguran éxitos al proceso de cooperativización, sobre todo, si se cumplen los principios de voluntariedad, decisión colectiva e igualdad de derecho de los socios, sustentabilidad económica y disciplina, entre otros.

Las experiencias históricas en el mundo confirman que este tipo de empresa permite a los asociados desplegar sus potencialidades creativas y promover relaciones de complementariedad y colaboración con iguales, lejos de los resortes estrictamente competitivos que alientan los negocios privados.

Para la doctora Grizel María Donéstevez Sánchez, profesora de Economía de la Universidad Central de Las Villas, debe aprovecharse la oportunidad de que la población cubana alberga sentimientos más nobles hacia las cooperativas que hacia otras formas privadas de la economía.

Sin embargo, la investigadora sugiere que sean difundidas en el país experiencias foráneas con buenos resultados para que sirvan de referentes, «no que sean copiados», enfatizó en diálogo con Cubasí.

Ante los escépticos, la profesora recuerda que las cooperativas se sustentan en un conjunto de valores identificados con la sociedad socialista: solidaridad, igualdad, ayuda mutua, honestidad, transparencia y responsabilidad social.

Sin embargo, no deben olvidarse las trabas que durante muchos años restringieron las posibilidades productivas de las cooperativas agropecuarias en Cuba.

En ese sentido resulta vital que los asociados cuenten con los mecanismos y espacios adecuados para tomar las decisiones sin intromisión de terceros que puedan lastrar la actividad económica.

Además, es imprescindible que sea respetada la voluntariedad de los miembros a integrarse para garantizar así su participación activa en la producción, distribución de ingresos, inversiones y el control sobre los recursos.

Las cooperativas, tanto las de primer grado como las de segundo (una suerte de cooperativa de cooperativas), deben generar también procesos de aprendizaje para sus socios, pues la cultura constituye un elemento estratégico para preservar la autonomía y la autogestión.  

El experimento representa un desafío creativo y confirma la voluntad política cubana para buscar caminos hacia el desarrollo sustentable, en el que coexistan varias formas de gestionar la economía, en aras de mejorar la eficiencia, la productividad y la calidad de vida de los trabajadores.

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