Carlos Díaz: “Yo no provoco, yo divierto”

Carlos Díaz: “Yo no provoco, yo divierto”
Fecha de publicación: 
27 Junio 2013
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La lista de éxitos de Teatro El Público ya es muy larga. Éxitos de público y crítica, a veces más de público, a veces más de crítica. Eso sí, ninguno de los espectáculos de la compañía habanera pasa inadvertido. Buena parte de ese crédito se lo lleva Carlos Díaz, un hombre que lleva más de veinte años dirigiendo la agrupación. Lo entrevistamos, después de un ensayo…

 

¿Hasta qué punto se parece esta compañía a la que imaginó hace veinte años?

 

Comenzamos como un proyecto eventual en el Teatro Nacional de Cuba. Pero creo que desde el inicio teníamos muy claro lo que queríamos hacer.

 

carlos diaz¿Es una compañía de autor?

 

Sí. Es la compañía de Carlos Díaz y también de los autores que hemos asumido, no soy solo yo “el autor”. Pero sí, de alguna manera he querido ser en estos 20 años como la Madre Coraje y sus hijos en esta historia del teatro. Es arrastrar un carretón para llegar a lo que tenemos hoy.

 

 

 

Pero ha abierto las puertas de la compañía a otros directores…

 

Por la compañía han pasado muchos directores. He incluso, han salido directores de la compañía: Lester Hamlet, Quique Álvarez, Alexis Díaz de Villegas, Amaury González… Hay espacio para todos. Siempre en El Público hemos tenido un buen material: actores, producción, ímpetu, deseo…

 

¿Con qué autores le interesa trabajar?

 

A mí me gustan los buenos autores. Y eso influye solo en el éxito de una puesta sino también en el disfrute del proceso de trabajo. Me quedan muchas obras por hacer, pero hasta el momento creo que he sido muy atinado con la selección.

 

Hay un predominio de autores extranjeros…

 

Sí, y me parece que es algo importante. No todos los buenos autores están en Cuba. Somos solo una Isla. No se puede ser chovinista en ese sentido y obrar solo en base de la dramaturgia nacional. De cualquier forma somos muchos los directores, muchas las miradas…

 

La suya es una mirada que privilegia lo universal…

 

Más que privilegiar una mirada se trata de cuidar esa mirada.

 

carlosdiaz1¿El texto es un cepo para usted?

 

El texto es un cepo que te pone el autor. Después uno tiene que entrar en una lucha con el texto, con el autor, con el elenco, con el punto de vista que uno quiere dar, con el momento y hasta con el público para el que trabajas… Lo que sucede es que hay buenos cepos, con los que resulta maravilloso luchar.

 

En sus puestas se nota un afán casi permanente por desdramatizar…

 

Yo creo que en el mundo hay demasiado drama, un exceso de drama. Me interesa otro punto de vista para hablar de la realidad.

 

¿Es un asunto de actitud ante la vida?

 

Claro. En mi primera juventud (porque ahora estoy en la segunda), traté de ser una persona muy trágica, muy seria, muy trascendental y me di cuenta de hasta donde estaba cayendo en el ridículo…

 

¿Y ese regusto por la espectacularidad?

 

Es que el mundo es un espectáculo. Para bien o para mal. De eso da fe mi teatro. Y el público, por otra parte, necesita del espectáculo.

 

En una entrevista que le hicimos hace algunos años…

 

No tantos…

 

usted apostaba por “la belleza, aunque cueste caro”. ¿Sigue siendo ese un presupuesto de la compañía?

 

Sí. Aunque en estos tiempos hablar de “presupuesto”, en su otra acepción, puede ser complicado… Es más, si puedes, quítale lo de “caro” y deja solo lo de belleza. Seguimos luchando por lo bello, por construir cosas que sean hermosas…

 

¿Cuánto tiene su teatro de provocación?

 

Yo no creo que yo provoque. Más bien quiero pensar que divierto. Quiero que la gente sea feliz. Y hasta desde la angustia puede uno divertir. (Siempre que se trate del arte, del teatro, por supuesto que no me refiero a la angustia de la guerra). Creo que cuando uno divierte al público, de alguna manera también lo puede educar.

 

¿Qué ha significado dirigir a tantos buenos actores?

 

Dirigir es aprender, es conocer al otro, es regodearte en el talento del otro…

 

¿En qué momento es más feliz?

 

Sobre todo en el proceso de montaje. Concebir los espacios, afinar los detalles de producción, trabajar con el actor… Esa es la zona más proteica del teatro.

 

¿Y cuándo la obra sube a escena?

 

Esa es, de alguna forma, la muerte del director. Porque a partir de ahí el espectáculo depende de los actores y el público. Si no lo hiciste bien hasta ese punto, si no lo “criaste” bien, poco se puede hacer… Aunque yo, después de todo, creo que he concebido buenas criaturas en el teatro.

 

¿Y cómo lleva las que no cree que sean tan buenas?

 

¿Cuáles? Todas mis obras son buenas. Hasta los hijos más feos de uno, son de uno. Y si hay que cuestionarlos, pues eso se lo dejo a los críticos, a los funcionarios, al público… Yo he aprendido a querer mucho todo lo que he hecho.

 

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