2013: Un año de cometas

2013: Un año de cometas
Fecha de publicación: 
9 Marzo 2013
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El año 2013 parece estar destinado a ser uno en que los cometas se roben el espectáculo del cielo y mantengan interesados en la observación estelar a todos los aficionados a la astronomía. El primero que podrá ser visto, según se asegura, es el PanStarrs, descubierto en junio de 2011 por el telescopio que se encuentra en el volcán Haleakala, en Hawai.

Se espera que sea visible hacia el oeste a la hora del crepúsculo, después de la puesta de sol, más bien bajo sobre el horizonte desde el 12 hasta el 24 de marzo, y si el viento solar no le ha hecho perder ya parte de su masa, su paso por nuestras cercanías promete brindar bellas vistas.

Su mayor aproximación a la Tierra -el pasado 5 de marzo- , el cometa se ubicó a solo 100 millones de kilómetros de nuestro planeta, pero este no será el mejor momento para admirarlo.

Sólo cuando se acerque más al Sol es que el viento solar podrá arrancar más partículas de polvo y hielo del cuerpo errante para formar la larga cola que todos esperan, la cual podría extenderse por millones de kilómetros.

Todavía no hay nada seguro, como siempre ocurre con los cometas: a veces se espera una llamativa cola y sin embargo puede que no ocurra debido a la atracción gravitacional del astro rey.

Los astrónomos y aficionados esperan que si el PanStarrs nos decepciona, no ocurra así con otro cuerpo celeste similar, que se acercará a nuestra parte del sistema solar en noviembre de 2013 y puede ser visible hasta mediados de enero de 2014.

La peculiaridad es que los expertos aguardan en este caso un espectáculo de maravilla, porque se vaticina que, en sus noches de mejor visibilidad, puede ser más brillante que la Luna llena.

Se trata del cometa nombrado técnicamente como C/2012 S1, pero popularizado con el nombre de ISON, que son las siglas en inglés de la Red Internacional de Ciencia Optica.

El hallazgo de este cuerpo celeste se debe a los rusos Vitali Nevski y Novichonok Artyom, quienes lo descubrieron el pasado 21 de septiembre de 2012, hecho que fue confirmado después por la Unión Astronómica Internacional.

La órbita de este visitante ya fue trazada hasta la llamada Nube de Oort, una circunferencia más allá del borde del sistema solar, donde se originan aparentemente los bólidos helados que de tanto en tanto se nos acercan.

La originalidad de este ano es que se trata de un fenómeno poco común el que dos cometas nos visiten con tanta proximidad, y que al menos uno de ellos prometa ser tan luminoso que podría apreciarse incluso a plena luz del día.

Los cometas siempre han impactado la imaginación popular, desde la más remota antigüedad, cuando se le atribuían malos augurios como mensajeros de epidemias y desgracias.

Incluso ahora, cuando este fenómeno astronómico es comprendido completamente, no dejan de asombrar espectáculos tan impresionantes como el ofrecido por los fragmentos del cometa Shoemaker-Levy 9, que colisionaron con el planeta Júpiter entre el 16 y el 21 de julio de 1994, ante los ojos impresionados de todo el mundo.

El efecto de esos fragmentos del cometa (más de 20) en la superficie gaseosa del planeta gigante del sistema solar dejó atónitos a los astrónomos, que durante días no abandonaron sus telescopios para conseguir una información única y de primera mano.

El 18 de julio se produjo el mayor impacto, cuando el fragmento G produjo en la superficie joviana un área oscura de 12 mil kilómetros de diámetro, y se estimó que la energía liberada fue de unos seis millones de megatones, equivalente a más de 600 veces el arsenal de las potencias nucleares de la Tierra.

Este desprendimiento de energía tan descomunal se atribuye no sólo a las dimensiones de los fragmentos, sino a la aceleración provocada por la gigantesca atracción gravitacional de Júpiter, que alcanza los 60 kilómetros por segundo.

Desde luego, un fenómeno tan violento no ocurre todos los días ni mucho menos, ni siquiera en varios siglos, aunque no sean observables a simple vista pues requieren equipamiento especializado.

Uno de los temores más antiguos sobre los cometas era el de la posibilidad de que la cola de uno de ellos pudiera envenenar la atmósfera de la Tierra si nuestro planeta, por obra y gracia de la mecánica celeste, se encontrara atravesándola.

Esto casi ocurrió en 1910 con el cometa Halley, cuando el 18 de mayo éste se acercó a nosotros a 400 mil kilómetros solamente, poco más que la distancia de la Tierra a la Luna, casi nada cuando se trata de medidas cósmicas.

Se contabilizaron en todo el mundo alrededor de 400 suicidios. Hubo ataques pánico y escenas de delirio, cuando muchas personas se quedaron en sus hogares con sus familias para esperar la muerte por un supuesto envenenamiento.

En 2012 hubo cierta alarma en algunos sectores ante el llamado fin del mundo que supuestamente debió llegar el pasado 21 de diciembre.

Es de esperar que ese fracasado vaticinio permitan que la gente pueda tranquilamente disfrutar con interés y conocimiento del espectáculo que se espera nos brinden este año los cometas PanStarrs e ISON.

* Periodista de la Redacción de Servicios Especiales de Prensa Latina

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