Costa-Gavras afirma que hay que «reiniciar la sociedad»

Costa-Gavras afirma que hay que «reiniciar la sociedad»
Fecha de publicación: 
1 Diciembre 2012
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El cineasta francés de origen griego Constantin Costa-Gavras, que ha estrenado esta semana su último filme, El Capital, una crítica ácida al mundo de las finanzas, apuesta por «revisitar todo» y comenzar desde cero.

 

En una entrevista con Efe, el director de Desaparecido piensa que ha llegado el momento de «reiniciar la sociedad» porque, en su opinión, «ahora ya nada funciona bien, ni la economía, ni el medio ambiente ni la religión».

 

El Capital es la historia del ascenso imparable de Marc Tourneuil, interpretado por el actor y cómico francomarroquí Gad Elmaleh, un colaborador anónimo cuyo único mérito es haber sido asesor del presidente del banco más importante de Francia, pero que por cuestiones del azar se sitúa al frente de la compañía.

 

Al final de la película, Tourneuil, en medio de un consejo de administración, se dirige a la cámara y de manera cómplice espeta al espectador: «Son como niños».

 

«La economía es un juego de grandes, pero sus protagonistas se comportan como niños, porque los niños no conocen los problemas de la gente. Juegan por puro placer, sin darse cuenta de los problemas que pueden crear, problemas muy graves», comenta el director.

 

El Capital, que fue bien recibida en la última edición del festival de cine de San Sebastián, se convierte en una metáfora de «la Tercera Guerra Mundial en la que estamos inmersos, una guerra económica que comenzó hace mucho tiempo, en la que no hay sangre, pero hay millones de víctimas».

 

Advierte Costa-Gavras que además de esa guerra mundial, también se producen guerras civiles dentro de los países. «Ahora ya tenemos víctimas del primer mundo», afirma, y en el caso de España asegura que «los banqueros españoles son los responsables de las víctimas españolas».

 

Opina el cineasta francés que la cultura puede resultar un arma eficaz contra la injusticia, además de ser «un arma para dar placer a la gente, para hacer soñar, que también es muy importante», pero «la solución no puede venir solo de la cultura, sino de los políticos, y si los políticos no actúan bien o sencillamente no actúan, el pueblo debe empujarlos para que hagan algo».

 

Una premisa básica para Costa-Gavras es que la ciudadanía «debe elegir mejor a sus políticos y después bajar a la calle todos juntos para obligarles a cambiar las cosas», y eso debe ser así porque «los políticos tienen la necesidad del pueblo, sin él no existen, aunque a menudo solo se acuerdan del pueblo en las elecciones».

 

La película nació a partir de la idea que el director de Z y Estado de sitio tenía desde hacía años de hacer un filme sobre el dinero, «un ámbito extraordinario de intercambio humano y además, un medio de corrupción».

 

Costa-Gavras quería explorar en su cinta cómo el dinero cambia la psicología de los hombres, más a los hombres que a las mujeres.

 

En la etapa inicial de conversación con especialistas y con algunos banqueros, Costa-Gavras encontró la novela homónima del economista francés Stephane Osmont, un antiguo alto funcionario del Ministerio de Economía francés que «harto y asqueado, acabó dejándolo todo», señala.

 

«Vi una posibilidad de hacer una película cambiando algunas cosas del libro y, además, me interesaba su mirada cercana a la realidad, como si fueran unas memorias noveladas», comenta Costa-Gavras.

 

«Tras estrenar El Capital en Francia, ninguno de los banqueros y economistas con los que he hablado me ha dicho que la película fuera falsa, pero todos dicen que ellos no realizan esas prácticas», señala.

 

El realizador francés no puede evitar tener una cierta visión apocalíptica del mundo: «Se debe reiniciar todo, verlo todo desde un principio, porque nada funciona finalmente. La tierra está destruida, la economía no funciona, Europa no va bien, hay cada vez más población, las religiones provocan violencia», enumera.

 

«He leído que en 50 años un tercio de los árboles se destruirán por el aumento de la temperatura. Es una catástrofe, y eso sin olvidar que el nivel del mar sube», añade.

 

Hacer películas para concienciar a la ciudadanía sobre estos problemas puede resultar útil y «de hecho, se han producido películas interesantes, que la gente ve y los políticos también, pero nadie hace nada. Es como la metáfora de El Capital, juegan como niños sin tener en cuenta las consecuencias que tienen sus actos», concluye.

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