Muestra Ballet Biarritz abrazo de poesía y danza en festival en Cuba

El Malandain Ballet Biarritz de Francia refrescó en Cuba el antiguo y descuidado concepto de danza como poesía del movimiento.

El director y coreógrafo de la compañía, Thierry Malandain, jugó con las emociones del público del XXIII Festival Internacional de Ballet de La Habana, pues Una última canción, la pieza que eligió para abrir el espectáculo, lejos de invocar un fin, suscitó ansias de más danza, amor y poesía.

Si el fin de una vida tuviera una imagen tan tierna como la del final de la obra nadie tendría miedo de la muerte, por el contrario, sería un gusto presenciar los minutos finales de nuestros seres queridos, con el ansia de llegar al mismo punto algún día.

La compañía francesa derrochó sensualidad en la escena del Teatro Nacional de Cuba y cautivó gracias a una exquisita combinación de tendencias clásicas y modernas.

El multipremiado creador recurrió a poses bien pensadas en función de emparejar belleza plástica y discurso, mensaje.

La preparación física de los danzantes realzó el propósito de la pieza que -según su autor- pretende hacer olvidar la existencia dura, inquieta y entristecida por todo lo que aflige al corazón y a la razón.

Malandain sorprendió además con la puesta de su versión de El amor brujo, montada sobre la conocida partitura de Manuel de Falla, y lejos de caer en clichés construyó símbolos sobre la duda, la vida y la muerte.

La coreografía proyectó el espíritu ibérico que le dio a la obra celebridad universal, en tanto pañuelos y hojas secas complementaron con naturalidad la interpretación de los bailarines, a fin de transmitir ciertas situaciones o estados.

El resultado final son imágenes de gran belleza estética que remueven sensibilidades y dejan la grata sensación de haber cumplido un sueño.

El Malandain Ballet Biarritz presentará el mismo programa este sábado en la sala Covarrubias del Teatro Nacional para sellar su presentación en el Festival que culminará el venidero 7 de noviembre.