DE LA TELEVISIÓN: Entrega, la telenovela cubana

DE LA TELEVISIÓN: Entrega, la telenovela cubana
Fecha de publicación: 
11 Febrero 2020
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En Entrega (Cubavisión; lunes, miércoles y viernes, 9:00 p.m.) hay enjundia, hay polémica, hay análisis de un contexto… pero también hay «novelería». El éxito de la telenovela reside precisamente en esa capacidad de articular historias atractivas, con muchas peripecias, «enredos», suspenso, puntos de giro… sin descuidar el «mensaje» social.

Una y otra vez se ha tropezado aquí con la misma piedra: una telenovela puede promover valores, proponer una visión crítica de la historia o la contemporaneidad, ofrecer una crónica interesada y comprometida del momento… pero al hacerlo, no puede permitirse ignorar las reglas esenciales del melodrama: esa lucha entre contrarios mueve el «mecanismo».
 

Si esos contrarios (héroes y villanos) están matizados (como es el caso), mucho mejor. Pero el arquetipo sigue funcionando. Y seguirá funcionando para mucha gente, por mucho tiempo más.
 

Entrega no renuncia al esquema: hay personajes positivos y negativos, aunque se rehúye de los extremos. Y las encrucijadas del amor (y obviamente, el desamor) siguen marcando buena parte de las tramas.
 

Lo interesante es que, al mismo tiempo, se pulsan temas esenciales del debate público de aquí y ahora. Y generalmente no parecen impuestos, pues se insertan con coherencia en las líneas dramáticas… o terminan constituyendo el eje de algunas de esas líneas.
 

Tampoco se renuncia a la narrativa de lo inusual, lo extraordinario… por haber, hay hasta trama policial con asesino incluido. Pero el entramado está tan bien «servido», que se tiende al equilibrio: lo escabroso no es énfasis.
 

El resultado es que se satisfacen demandas disímiles. Habrá quien la vea cautivado por el itinerario romántico de los personajes, y habrá quien se interese por el debate social. Puede que la «intensidad» de lo que se cuenta sea demasiada para otros… pero se sabe que la telenovela puede pactar con lo poco probable y lo llamativo, aunque rocen con lo inverosímil.
 

Para gustos, los géneros.
 

Los núcleos de Entrega están bien conformados y los «puentes» entre unos y otros son funcionales. Los hilos de la telaraña no se enredan, pese a sus muchas ramificaciones.
 

Las tramas avanzan y se entrecruzan sin que se formen nudos indisolubles, el escritor parece tener dominio de lo que va desarrollando.
 

Puede que de cuando en cuando asome cierto didactismo, un tono algo sentencioso; puede que algunos conflictos sean presentados y resueltos sin hurgar demasiado en causas primigenias; algunos de los enfrentamientos tienen una carga simbólica demasiado evidente, aleccionadora… pero no se llega al panfleto ramplón.
 

Ante la siempre peligrosa pretensión de atender tantos frentes («en esa telenovela hay de todo, pasa de todo» —comentaba una señora el otro día en la cola de la A58), el autor logra mantener las riendas.
 

Sobre el tratamiento de la Historia (más bien sobre la manera en que se podría o habría que impartir la Historia en el sistema de enseñanza) habrá también varias opiniones… Muchas de ellas afloran en la propia telenovela.
 

Se podría incluso cuestionar algunos enfoques del profesor… o aplaudirlos. Es un debate que Entrega ha reavivado, y el escritor, a todas luces, no es imparcial.
 

La puesta en pantalla es correcta, sin particulares subrayados. Notable, eso sí, la selección del reparto y el vuelo de muchas de las interpretaciones. Hay una nueva generación de actores que destacan por la naturalidad y la fuerza con que asumen sus personajes. La feliz confluencia con indiscutibles maestros habla bien del casting y de la dirección actoral.
 

Pero de eso hablaremos próximamente, en este mismo sitio.

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