Nelson Domínguez en el Jazz Plaza

La obra «El otro Munch» es la marca visual que acompaña esta cita musical. Inspirado en el ícono del expresionismo, «El grito», de Edvard Munch, Nelson compuso, creó, en el espíritu poético y la vitalidad del jazz.

«Mis conciertos los doy con una sola mano», dijo Nelson en conferencia de prensa y en exclusiva con CubaSí comentó sobre su vinculación con la música.

― ¿Cómo interpretar el jazz desde la plástica?

―Yo me he relacionado con la música desde hace mucho tiempo. Desde que estudiaba en la escuela de arte. Desde que le cambiaba las páginas de las partituras a José Luis Pratts, mi amistad con Leo, con muchos músicos y bueno, me han invitado para hacer este trabajo, que tiene que ver con la música, con una visión que yo tengo desde la plástica de la música y en particular del jazz.

― ¿Cuál es su experiencia personal con el jazz?

―Hasta el año 81, yo había escuchado jazz, porque en Cuba siempre hubo programas de jazz, pero en mi visita a los Estados Unidos, junto a Choco, fuimos a conciertos de jazz importantes, de un grupo de artistas grandes como George Benson, Ron Carter, me entusiasmó más el jazz con ese acto creativo sui géneris, que es al momento, la imaginación y la improvisación.

―No es la primera vez que usted vincula su obra a otras manifestaciones del arte, lo ha hecho con el ballet, por ejemplo ¿Es complicado?

No me cuesta trabajo, porque yo creo que la cultura es una sola, el arte es uno solo y yo disfruto ese ejercicio de relacionarme con otras especialidades, es parte de mi temperamento, de mi curiosidad, así que no me ha sido complicado.

― ¿Nelson es de los que trabaja oyendo música?

Sí, me es muy difícil trabajar sin escuchar música, sobre todo esa música en la que hay texto, sino movimiento, color, mucha sugerencia.