Veneno cubierto de seda

Veneno cubierto de seda
Fecha de publicación: 
3 Enero 2020
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No le perdonan, en primer lugar, que haya puesto fin a su status de neocolonia estadounidense.

Tampoco, que empezara a impulsar después un programa socio-económico a favor de la gran mayoría.
Bastaron esas primeras señales para que Washington decidiera eliminar el nuevo poder.

Solo a horas de la llegada a La Habana del Ejército Rebelde con Fidel Castro al frente, comenzó una campaña de infundios contra Cuba.

La versión central aseguraba que en medio de un “baño de sangre” eran ejecutados opositores a la Revolución.

¿Qué sucedió en realidad? Los juicios a torturadores y asesinos de la tiranía pro-estadounidense de Fulgencio Batista y Zaldívar.

Fueron tantas las calumnias, que Fidel Castro convocó una denominada Operación Verdad.

A mediados de aquel primer mes de 1959 llegaron a La Habana varios cientos de periodistas extranjeros.

Aquellos infundios resultaron entonces destrozados, aunque Washington nunca ha desistido de utilizarlos.

La maquinaria propagandística de Estados Unidos ha transitado por las más inverosímiles patrañas anticubanas.

¿Su objetivo? En lo esencial tergiversar la realidad de esa nación vecina y ajustarla a sus conveniencias.

Para ello, como estilo permanente usan tres elementos claves:

La falsedad, las medias mentiras y todo lo que contribuya a crear dudas.

Toman muy en cuenta a quienes valoran como enemigos internos, a los desinformados y a los ingenuos.

Junto a estos dan un lugar a los hipercríticos que no dirigen ni en el comedor de sus casas.

Por último, a quienes se auto proporcionan el título de intocables, o al menos de difícilmente tocables.

Y así ha transcurrido hasta aquí la existencia del veneno cubierto de seda.

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