Alerta contra posibles desmemorias bolivianas

Alerta contra posibles desmemorias bolivianas
Fecha de publicación: 
12 Noviembre 2019
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La nación andina está en el centro de la atención mundial desde que este domingo aconteciera allí un artero golpe de Estado por parte de la extrema derecha, y su presidente constitucional, Evo Morales Ayma, renunciara en bien de la paz y para evitar derramamientos de sangre.

Así declaró el pasado domingo, en alocución televisiva que TeleSur transmitiera en vivo y que fuera también recibida por los cubanos a partir de un encadenamiento con esa televisora multinacional.

De la tarde del domingo hasta el momento de escribir estas líneas, una rápida sucesión de acontecimientos ha cubierto de incertidumbre la vida en ese país andino: apresamiento de la expresidenta del Tribunal Electoral y de otras autoridades electorales, incendio y saqueo de viviendas —incluyendo la del propio Evo, la de su hermana, y la de la Ministra de Salud—, actos vandálicos como asaltos a mercados, persecuciones e intimidaciones, cortes de agua, cierre de los servicios básicos, crisis en el transporte contando la quema de una treintena de autobuses… Reina el caos y la incertidumbre en Bolivia, ahora con un gobierno acéfalo.

Pero ya lo expresaba el politólogo argentino Atilio Borón en un primer acercamiento a lo que allí sucede: «el imperialismo jamás va a aceptar a un gobierno que no se ponga al servicio de sus intereses».

Y los trece años de mandato de Evo dicen muy a las claras de qué lado marchó siempre este primer presidente indígena.

Que lo digan, si no, los miles de bolivianos que aprendieron a leer y a escribir —logro boliviano refrendado por la Unesco en 2008, cuando declaró a ese país Territorio Libre de Analfabetismo—. Igual podrían alzar su voz todos los beneficiados por el sistemático crecimiento de un 5% anual del PIB, desde 2006, haciendo que el país se colocara a la cabeza del crecimiento económico en Suramérica cada año a partir del 2014.

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Contra la posible desmemoria de bolivianos deberían igual pronunciarse los 1,8 millones de habitantes de esa nación austral que salieron de la pobreza extrema entre 2005 y 2018, así como todos aquellos que tienen allí un puesto de trabajo, porque Bolivia cuenta con la tasa de desempleo más baja de América del Sur.

Tanta ha sido la lealtad y preocupación de Evo por su pueblo, que incluso ya en medio del caos, luego de su renuncia, escribía en su cuenta de Twitter: «Ya no como presidente, sino en mi condición de ser humano, pido a los trabajadores de salud y educación volver a prestar servicios a la población, luego de tantos paros y huelgas. Por encima de posiciones políticas, tienen la misión de cuidar con calidez y solidaridad al pueblo».

Pero Atilio Borón también lo apuntaba: las señales de la ofensiva se veían venir.

Sin embargo, parecen no haber sido pocos los demasiado cándidos o confiados, por no hablar ya de los desleales o los traidores.

Y no fueron señales de última hora, que conste. Desde agosto último, por ejemplo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, había vuelto a incluir a Bolivia —y a Venezuela— en la lista de países que son importantes lugares de tránsito o producción de drogas, de acuerdo al memorándum que enviara al entonces secretario de Estado, Mike Pompeo. ¿Movían a Trump buenas intenciones en pro de la humanidad? No parece.

El 21 de octubre, no por gusto, el gobierno de Trump anunció que estaba «observando de cerca» la primera ronda de elecciones en el país. Era otro aviso.

Y desde fecha tan temprana como 2015, cables del Departamento de Estado del país norteño revelados por WikiLeaks, ya ponían al desnudo que Estados Unidos contaba con un «plan de emergencia inmediata» considerando la posibilidad de que en Bolivia tuviera lugar un golpe de Estado o muriera Evo, entonces en la primera etapa de su mandato.

En fin, que desde siempre Evo ha sido una piedra en el zapato norteño. Haría falta ahora que los bolivianos conserven intacta su memoria agradecida para protegerse de esos zapatos, más bien, botas de siete leguas, como les llamara Martí con una visión tan de futuro que casi sobrecoge.

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